Algo se mueve en el sur de Africa
Los graves conflictos que aquejan al extremo meridional del continente africano, siempre mal augurio para el futuro pac¨ªfico de la zona, podr¨ªan empezar a enderezarse si se confirmara la tendencia reciente de los pa¨ªses occidentales a mediar entre ellos. Naturalmente, no se resolver¨ªa la situaci¨®n interna en Sur¨¢frica, que depende de la conjugaci¨®n de otros elementos, pero tal vez se dar¨ªa oportunidad a los pa¨ªses que est¨¢n en su frontera de empezar a vivir en paz y de poder desarrollar sus maltrechas econom¨ªas y libertades con cierta esperanza de futuro. Hace tiempo que los pa¨ªses ricos les prestan asistencia econ¨®mica, intentando, sobre todo, ayudarles a dejar de depender de la econom¨ªa surafricana.Pero, rodeada por naciones hostiles y d¨¦biles, Sur¨¢frica se ha dedicado no s¨®lo a mantener la primac¨ªa de su 18% de poblaci¨®n blanca en el interior del pa¨ªs, sino a establecer un sangriento cord¨®n sanitario frente a las naciones de su entorno. La tiran¨ªa blanca no se tambalea en el interior porque el Gobierno de Pretoria tiene la riqueza, los medios represivos y la voluntad absolutamente salvaje de impedir a costa de lo que fuere que ello ocurra. Pero el cord¨®n exterior s¨ª se resquebraja, no s¨®lo por el progresivo aunque timorato aislamiento al que someten al apartheid las naciones civilizadas (con algunas sonoras excepciones, claro est¨¢), sino porque la resistencia de los pa¨ªses que sufren la represalia surafricana es cada d¨ªa m¨¢s coordinada y mejor conocida.
Ello se debe probablemente a que en Occidente, y sobre todo en EE UU, se empieza a comprender que la lucha de pa¨ªses como Angola y Mozambique contra el Gobierno de Pretoria y la marxistizaci¨®n de sus reg¨ªmenes pol¨ªticos no responde exclusivamente a un siniestro designio de Mosc¨², sino, sobre todo, al m¨¢s elemental instinto de supervivencia. La espectacular relajaci¨®n de las tensiones entre bloques est¨¢ permitiendo a Occidente mirar m¨¢s all¨¢ de las conveniencias de Mosc¨².
De este modo, de repente se ha empezado a comprender en EE UU, por ejemplo, que en la tragedia de Mozambique, m¨¢s que la configuraci¨®n marxista-leninista del Gobierno, pesa el salvajismo de la Resistencia Nacional Mozambique?a (Renamo), la guerrilla que, simplemente por sembrar el terror, ha asesinado a centenares de miles de mozambique?os y que, apoyada y financiada por Sur¨¢frica, ha sido presentada en EE UU como un grupo de "luchadores por la libertad".
Inflexi¨®n en Londres
La primera inflexi¨®n oficial debida a este fen¨®meno se ha producido la semana pasada en Londres, cuando representantes de Pretoria se han reunido con el ministro de Asuntos Exteriores de Angola, en presencia de funcionarios cubanos, que representan a las fuerzas estacionadas en la ex colonia portuguesa, y actuando de moderador el secretario de Estado adjunto de EEUU para Asuntos Africanos (aunque la ausencia de los movimientos guerrilleros y populares de la Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y que la Organizaci¨®n Popular de ?frica del Suroeste (SWAPO) derrotaba de antemano las posibilidades de ¨¦xito). Lo nunca visto: se empezaba a negociar para intentar acabar con la guerra entre Angola y Sur¨¢frica y la ocupaci¨®n ilegal de Namibia por ¨¦sta. Naturalmente, no es posible resolver en dos d¨ªas una compleja situaci¨®n que nace de la guerra civil iniciada en Angola en 1975 y de la ocupaci¨®n por razones de lucro de Namibia.
En el otro extremo del Cono Sur, las circunstancias est¨¢n provocando tambi¨¦n un lento progreso hacia la normalidad, pero por otras razones. Y es que la perversidad de Sur¨¢frica empieza a jugarle malas pasadas. Desde su independencia en 1975, Mozambique ha tenido dificultades con sus vecinos, y especialmente con Sur¨¢frica. Pretoria financiaba al Renamo, incluso despu¨¦s de que en 1984 ambos pa¨ªses firmaran un pacto de no agresi¨®n. Ahora los guerrilleros de Renamo, ya universalmente desenmascarados, se han puesto a intentar destruir el proyecto hidroel¨¦ctrico de Cabora Bassa, la gigantesca presa que, construida por Portugal en territorio mozambique?o, suministra a Sur¨¢frica el 107. de su energ¨ªa el¨¦ctrica. Pretoria, que intenta en vano obtener permiso para estacionar tropas en territorio mozambique?o y as¨ª defender Cabora Bassa de los sabotajes que ella misma financia, ofrece ahora a Maputo la celebraci¨®n de una cumbre entre los dos presidentes antes del verano, incrementa su ayuda econ¨®mica, renegocia la deuda. Es decir, demuestra que, si tiene dificultades, cede. O dicho en otras palabras: la comunidad internacional debe comprender que pude obligar a Sur¨¢frica a comportarse como una naci¨®n civilizada.
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