El incierto destino afgano
La retirada sovi¨¦tica dejar¨¢ al descubierto una sociedad tribal y dividida
Los motores que han de devolver a sus casas, a partir del pr¨®ximo domingo, a los 115.000 soldados sovi¨¦ticos destacados en Afganist¨¢n se han puesto en marcha. Ayer precisamente las tropas de Mosc¨² comenzaron a evacuar la estrat¨¦gica localidad de Jalalabad, que une Kabul, la capital afgana, con Peshawar, la principal ciudad fronteriza de Pakist¨¢n. Mientras tanto, el pa¨ªs parece hundirse en una espesa incertidumbre. La sociedad afgana, tradicionalmente tribal y dividida, se enfrenta nuevamente a un destino sin invasor que se lo marque.
Peshawar se ha convertido en un aut¨¦ntico hervidero de periodistas, traficantes de armas, agentes secretos, guerrilleros y pol¨ªticos.Abdul Haq, uno de los cuatro m¨¢s prestigiosos comandantes de la guerrilla afgana, culpa a los pol¨ªticos de los males que ensombrecen la retirada sovi¨¦tica. "Nosotros, los comandantes, hemos cumplido nuestra misi¨®n. Hemos luchado sin descanso ni sosiego hasta convencer a los sovi¨¦ticos de que lo mejor que pueden hacer es irse y dejar que nuestro pueblo sea lo que quiere ser. Sin embargo, ellos, los pol¨ªticos, han fracasado en encontrar en estos largos a?os de guerra un liderazgo que permita empezar la reconstrucci¨®n del pa¨ªs", afirma el militar.
Por el contrario, Said Kamel, n¨²mero dos del Jamiat-1-Islami (Sociedad del Islam), asegura que las diferencias existentes entre los siete partidos sun¨ªes que forman la Alianza se limar¨¢n debido a las "circunstancias absolutamente distintas" que plantea la retirada sovi¨¦tica.
El Jamit-I-Islami, de ideolog¨ªa islamista moderada, est¨¢ dirigido por Borhodin Rabani y es el mejor implantado dentro de Afganist¨¢n. Sus haza?as militares son notorias y cuenta en sus filas con el casi legendario comandante Masuc, conocido como el le¨®n de Panshir. Los muyahidines de este partido controlan un extenso territorio en el coraz¨®n de Afganist¨¢n y cerca de la frontera con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
"Tomaremos Kabul"
Desde el 11 de octubre pasado, cuando una mina le arranc¨® la mitad de su pie derecho, Abdul Haq guerrea discutiendo y organizando a sus hombres desde su cuartel general de Peshawar, a 60 kil¨®metros de la frontera afgana. "Tomaremos Kabul en menos de dos meses despu¨¦s del abandono sovi¨¦tico", afirma. Seg¨²n el calendario establecido en Ginebra, el 15 de febrero del a?o pr¨®ximo no debe de quedar en Afganist¨¢n un solo soldado sovi¨¦tico.Abdul Haq dice que est¨¢ dispuesto "a aceptar cualquier Gobierno que represente la voluntad del pueblo; por ello, personalmente, prefiero que sea la jirga (asamblea tradicional de sabios) quien lo elija, pero la cuesti¨®n del Gobierno no nos pertenece a nosotros, los militares, resolverla". El comandante, ligado al Hezb-I-Islam (partido isl¨¢mico) de Yunus Jalis, no quiere pronunciarse, pero da a entender que los militares han dado un ultim¨¢tum a los pol¨ªticos.
Herido 15 veces, una de ellas a medio mil¨ªmetro del coraz¨®n, este temido comandante experto en sabotaje tiene apenas 30 a?os pero con 13 a?os de lucha, movida por un anticomunismo feroz.
"No somos asesinos. Mis hombres son campesinos y obreros que quieren vivir en paz. No queremos morir, pero vamos a acabar con los comunistas. Ellos son los que llamaron a los sovi¨¦ticos y son responsables de la muerte de m¨¢s de un mill¨®n de personas", se?ala Abdul Haq.
Jalis dimiti¨® como presidente de la Alianza en marzo pasado, al parecer ante las presiones exteriores recibidas para que reconociera el proceso negociador de Ginebra. Jalis es un mul¨¢ septuagenario de gran prestigio y con buena imagen en el exterior a pesar de ser un fundamentalista, algo de lo que carece su sucesor, Gulbudin Heckmatiar, que dirige otro partido con el mismo nombre que el de Jalis, pero que re¨²ne a los sunis m¨¢s extremistas.
En los cuarteles de Majaz-I-Islami (Frente Nacional Isl¨¢mico), que dirige Sayed Gallani, comienza a temerse seriamente que un golpe de Heckmatiar impida el acceso de Gallani a la direcci¨®n de la Alianza. Tal vez estos dos hombres representan los dos extremos de la alianza: no hay nadie m¨¢s antioccidentalista que Heckmatiar ni con mejores relaciones con Occidente que Gallani. Para el primero, la revoluci¨®n; para el segundo, la monarqu¨ªa y la religi¨®n. El mismo Gallani es heredero de un santo suni.
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