"Estoy pendiente de que me miren, pero no me mira nadie"
, "Por favor, tenga cuidado cuando escriba de esto, intente hacer comprender que la lepra no es ya lo que la gente piensa, que no tienen que asustarse de un leproso, porque seg¨²n le he escuchado decir a un m¨¦dico, una vez que se inicia el tratamiento ya no es contagioso". Pedro tiene 66 a?os, es de un pueblo de M¨¢laga en el que ha vivido siempre escondiendo su enfermedad a amigos y vecinos. S¨®lo su madre lo supo y cuando se enter¨® le dijo: "Ni?o, tu no te cases, que con la lepra la carne se cae a pedazos".
Pedro siempre padeci¨® la enfermedad. "De ni?o, cuando en el campo encend¨ªa la candela yo me arrimaba y no notaba el calor. Si me quemaba no me dol¨ªa. Eso era porque ya ten¨ªa lepra, pero no lo supe hasta los 28 a?os, cuando fui al m¨¦dico porque empezaron a agarrot¨¢rseme las manos. Por la cara que puso supe que era algo malo. 'D¨ªgame lo que sea doctor, que a m¨ª no me importa, le ped¨ª. Cuando me dijo que era lepra, yo no sab¨ªa lo que era eso".
Pedro sigui¨® la recomendaci¨®n de su madre y dej¨® a su novia con la que llevaba 14 a?os de relaciones. "S¨®lo le dije que ten¨ªa una enfermedad y que no pod¨ªa casarme". Fue muy duro para ¨¦l, quiz¨¢ por ello decidi¨® permanecer siempre solo. No echa en falta una familia, "por que seguramente no la hubiera podido tener, porque no se si usted sabr¨¢ que la lepra puede afectar a los genitales. Si hubiera tenido hermanos tampoco habr¨ªa vivido con ellos. Yo que s¨¦ si a mi cu?ada le dar¨ªa asco de m¨ª".
"?Tomas sulfona?"
S¨®lo hay un lugar donde Pedro se encuentra como en familia; es el sanatorio de Fontilles (Alicante), una de la dos leproser¨ªas que existen en Espa?a. All¨ª la enfermedad deja de ser secreto y all¨ª conoci¨® a una mujer con la que ha vivido su segunda historia de amor. "No era leprosa", se apresura a decir. Pero d¨®nde iba yo con una mujer de 30 a?os".
Este enfermo de lepra no tiene ninguna se?al externa de la enfermedad. Sus dedos agarrotados bien podr¨ªan esconder los efectos de una artrosis. Sin embargo, ¨¦l vive acomplejado. "Siempre estoy pendiente a ver si me miran, pero no me mira nadie, excepto otros enfermos. Nosotros sabemos por la cara qui¨¦n tiene lepra, se ve en la cara. Una vez que cog¨ª un taxi en Madrid el taxista me pregunt¨®: '?T¨² tomas sulfona?'. S¨ª, le respond¨ª; ?Y t¨²?, 'yo tambi¨¦n', me contest¨®. Era otro leproso".
La enfermedad se ve a simple vista, Pedro lo explica: "Tenemos las orejas descolgadas y el polo de la nuca mucho m¨¢s para arriba de lo normal. Tampoco tenemos vello en la ceja".
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