Paz: "Vivimos una ¨¦poca de agitaci¨®n sin rumbo"
El Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana dedic¨® una "Semana de autor" al poeta mexicano
El poeta y ensayista mexicano Octavio Paz (1914), cuya obra ha sido analizada en una Semana de autor en el Instituto de Cooperaci¨®n lberoamericana, de Madrid, declara que en su actividad como escritor ha buscado siempre el equilibrio entre pasi¨®n y lucidez para darse cuenta "del mundo y de los otros". Atento a los fen¨®menos de la historia cultural, encuentra que lo que caracteriza a las sociedades posindustriales de este siglo es que giran "en una suerte de agitaci¨®n sin rumbo".
La c¨¢mara suele acentuar, en las fotograf¨ªas, los rasgos recortados de Octavio Paz, lo que a veces le da un aspecto de esfinge clavada en la tierra. Al natural esa imagen se deshace, sobre todo por sus ojos muy claros, a¨¦reos, y su voz c¨¢lida. Una de las posibilidades para entrevistarle es dejar, sin mayores rodeos, que su ingenio asociativo y las singularidades de su cultura se manifiesten. Un tema podr¨ªa ser el del progreso y el de la cultura en. las sociedades tecnol¨®gicas.Paz cita a un poeta, Eliot, que en un poema, The hollow men, escrito hace 50 a?os, ve a los hombres como seres vac¨ªos dando vueltas a un nopal. "Eliot vio con claridad la agitaci¨®n sin rumbo de nuestro siglo. Todos giramos, actividad parecida a los caballitos de la feria. Todos estamos dando vueltas y vueltas y creemos que avanzamos pero no vamos a ninguna parte".
El escritor cree que esta agitaci¨®n nace de la incertidumbre ante el gran derrumbe de las ideas absolutas y los esquemas geom¨¦tricos que animaron la vida social en el siglo XIX y en la primera mitad del XX. A la pregunta de si el narcisismo, sobre todo en la juventud, es una consecuencia del descr¨¦dito de las ideolog¨ªas, responde: "Creo que la primera y m¨¢s grave consecuencia del ocaso de las ideolog¨ªas ha sido la indiferencia. Las utop¨ªas se han roto, los sue?os del progreso, en su versi¨®n liberal y en su versi¨®n revolucionaria, se han convertido en pesadillas. No todo ha sido p¨¦rdida: el fin de las utop¨ªas nos ha hecho m¨¢s tolerantes. Sabemos ahora que vivir significa aceptar valores y conductas distintas a las nuestras. Pero esa tolerancia tambi¨¦n se ha convertido no en escepticismo, que puede ser una actitud valerosa, sino en indiferencia. Tambi¨¦n son hijos de la indiferencia moral el hedonismo epid¨¦rmico, la cobard¨ªa, el ego¨ªsmo y el culto al ¨¦xito f¨¢cil".
La indiferencia, dice Paz, lleva a borrar la existencia del otro "Vivimos un periodo de declinaci¨®n de un sentimiento que ha alimentado tradicionalmente a nuestra civilizaci¨®n: la solidaridad, que los rom¨¢nticos llamaron fraternidad y los cristianos caridad. No solamente se ha desvanecido del todo la imagen del otro, sino tambi¨¦n esas realidades abismales y desagradables que, sin embargo, son constitutivas del hombre. Por ejemplo, la muerte. No hemos suprimido a la muerte pero intentamos suprimir su imagen. La ocultamos como si fuera algo indecente e incluso la maquillamos. Al escamotear a la muerte, mutilamos a la vida. Tambi¨¦n el erotismo se ha trivializado. Parec¨ªa que la liberaci¨®n de los instintos, la gran revuelta del cuerpo, iba a producir un renacimiento de las pasiones, sobre todo de la pasi¨®n amorosa. Pero no ha sido as¨ª. La promiscuidad no tiene nada que ver con el amor; al contrar¨ªo, revela miedo o incapacidad para fijarse en una sola persona, miedo a la libertad, porque el amor es la decisi¨®n de elegir a una persona que nos parece ¨²nica".
Paz rechaza que la tecnol¨®gica pueda ser una ¨²ltima utop¨ªa de la sociedad posmodema. "La tecnolog¨ªa no es una utop¨ªa", dice, "sino una realidad doble, siniestra y maravillosa. Es prodigioso, por ejemplo, el tel¨¦fono que me permite comunicarme con un amigo de un continente a otro. Pero esa perfecci¨®n no hace que mi mensaje sea. m¨¢s profimdo que el del pobre de Plat¨¢n que no ten¨ªa tel¨¦fono".
Esclvos y amos
"La tecnolog¨ªa es una ilustraci¨®n de la vieja historia del mago vencido por sus prodigios. Los inventos del hombre se desprenden de su creador y de esclavos se convierten en amos. El telescopio nos ayuda a ver, el autom¨®vil a transportarnos, pero cuando estos aparatos, prolongaci¨®n de nuestros m¨²sculos o de nuestra mente, se independizan y nos obligan a ser lo que ellos son, nos coavierten en instrumentos de nuestros instrumentos".
Para Octavio Paz la idea de futuro est¨¢ en crisis. Ha habido sociedades de la antig¨¹edad, seg¨²n dice, que no se orientaban hacia el futuro sino hacia el pasado. "Cada ¨¦poca tiene una visi¨®n diferente del tiempo. La edad moderna ador¨® alfuturo pero hoy los j¨®venes redescubren el ahora. Esto puede ser saludable, a condici¨®n de que el presente sea vivido como una intersecci¨®n de los trastiempos. El tiempo del placer es el presente, pero el placer, si es v¨ªvido plenamente, implica el descubrimiento de la muerte. Lo mismo sucede con el amor: somos mortales y amamos a criaturas mortales. Quiz¨¢ la funci¨®n de la poes¨ªa, en el mundo moderno, sea recordamos a los hombres estas verdades simples. Hay que aprender a tomar en ser¨ªo las realidades serias..., y a re¨ªrnos de ellas".
En un mundo dominado por la incertidumbre, la agitaci¨®n mec¨¢nica y el vac¨ªo, el escritor ve en la poes¨ªa -yo no soy un pensador, s¨®lo un pobre poeta"-algo que permanece. "En las sociedades modernas la poes¨ªa vive en las afueras. Esto es, en cierto modo, ben¨¦fico porque impide la utilizaci¨®n de la poes¨ªa por las ideolog¨ªas, los Estados y la publicidad. La marginalidad no siempre es mala. Al contrario. ?Cu¨¢ntas gentes le¨ªan a Machado, a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o a Luis Cernuda? En aquella ¨¦poca los escritores de fama eran otros y los poetas eran autores minoritarios. Juan Ram¨®n Jim¨¦nez no se equivocaba cuando dedic¨® sus poemas 'a la inmensa minor¨ªa', una f¨®rmula que me encanta. Y ahora, ?qu¨¦ ha ocurrido? Nos damos cuenta de que esos poetas, que parec¨ªan raros, exc¨¦ntricos y marginales, son centrales; lo son porque la voz de la poes¨ªa, que es la voz de las afueras, es la voz de las profundidades. La evidencia casi clandestina de la poes¨ªa en las sociedades modernas no debe entristecernos: es una promesa de resurrecci¨®n".
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