Pobre Marx

Despu¨¦s de m¨¢s de setenta a?os de creerse que eran la vanguardia de la Historia, los comunistas de todo el mundo est¨¢n despertando a la amarga realidad de estar dirigiendo la retaguardia. Desde Budapest a Pek¨ªn les empujan los acontecimientos, y no los controlan. Los m¨¢s valientes est¨¢n empezando a aceptar que ellos, y Lenin, tienen la culpa. Fue Lenin quien invent¨® el moderno partido comunista y promulg¨® la directiva de que deb¨ªa tener tanto el monopolio de la verdad como el monopolio del poder para reforzar la l¨ªnea del partido en toda la sociedad. La idea de que esta clase de partido que sabe todo y controla todo no es la inejor para econom¨ªas complejas en ¨¦pocas de r¨¢pidos cambios sociales y tecnol¨®gicos es nueva a duras penas. Lo que es nuevo es que las semillas de la duda est¨¢n ahora en las mentes de los que est¨¢n en el poder y no de aquellos que han sido expulsados; o excluidos de aqu¨¦l. En cada caso, lo que se saca de este arranque de falibilidad es la visible y amplia brecha entre la tercera parte del mundo, regida por el cada vez m¨¢s indolente comunismo, y los otros dos tercios del cada vez m¨¢s ingenioso capitalismo.En toda Europa Oriental y en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el crecimiento econ¨®mico es tan lento que es dificilmente mensurable. Despu¨¦s ole d¨¦cadas de promesas rotas sobre una vida mejor, los comunistas est¨¢n siendo convocados para que ellos mismos se expliquen.

15 de mayo