El Espa?ol vivi¨® su noche 'sevillana'
J. M. SIRVENT ENVIADO ESPECIAL, Hace casi exactamente dos a?os, un 7 de mayo de 1986, el Barcelona perd¨ªa, en el estadio Sanchez Pizjuan de Sevilla y de la forma m¨¢s est¨²pida, la final de la Copa de Europa ante el Steaua de Bucarest. El Espa?ol perd¨ªa ayer de id¨¦ntico modo la Copa de la UEFA. Queda para la historia que Barcelona es una ciudad gafe para el f¨²tbol. Como quedan para las hemerotecas los titulares de euforia que daban por sentado que el club blanquiazul se proclamar¨ªa campe¨®n.
Se equivocaron todos, hasta el p¨¢rroco de Arenys de Mar, que pronostic¨® a la directiva bl,mquiazul que en el estadio del Lever¨ªcusen se marcar¨ªan s¨®lo des goles. Y es que los exorcistas contratados por los blanquiazules no pudieron con esa bruja alemana que, por lo visto, le ech¨® mal de ojo a Nkono, a todos sus compa?eros y tambi¨¦n al t¨¦cnico, Javier Clemente, quien en la vispera del encuentro hab¨ªa declarado: "Si llegamos a la pr¨®rroga, que Dios nos coja confesados".
Esta final de la Copa de la UEFA fue un enfrentamiento entre dos equipos que practican un f¨²tbol proletario, que est¨¢n tan acostumbrados a la cadena de montaje que cuando les falla un tornillo no saben c¨®mo resolver la situaci¨®n. Al Bayer le sucedi¨® en Sarri¨¢; ayer, al Espa?ol. Los dos encuentros faeron calcados, aunque, por desgracia para el conjunto blanquiazul, en el de Barcelona no hubo pr¨®rroga ni tampoco tanda de penaltis.
Clemente lo hab¨ªa calculado a la perfecci¨®n y mont¨® el t¨ªpico dispositivo conservador, sin recurrir al marcaje al hombre. Entendi¨® que a los jugadores del Leverkusen se les deb¨ªa controlar por zonas, ahog¨¢ndoles de una forma escalonada y evitando que entraran en los dominios de Nkono.Todo le sali¨® a la perfecci¨®n durante los primeros 45 minutos, en los que el Espa?ol resisti¨® sin agobios a un conjunto alem¨¢n con un solo delantero nato, que apenas cre¨® una oportunidad de peligro.
La Copa de la UEFA, ese ansiado trofeo al que ya estaban preparando una vitrina en Sarri¨¢, parec¨ªa al alcance de la mano del Espa?ol de Clemente, que ayer se pas¨® todo el encuentro de pie, casi medio hist¨¦rico, al ver los errores que comet¨ªan sus hombres. Pero, no. Ni ayer era eld¨ªa de Clemente ni tampoco el del Espa?ol, que sigue sufriendo
Dos cambios estrat¨¦gicos de Erich Ribbeck, el t¨¦cnico del Leverkusen, acabaron con la quimera de oro blanquiazul. Ribbeck se dio cuenta de que con tan solo un delantero era imposible romper la ordenada defensa del Espa?ol. Waas y Tauber saltaron al terreno de juego y su actuaci¨®n fue providencial, ya que, en un abrir y cerrar de ojos, dieron alas a sus compa?eros y a un p¨²blico muy mecanizado -la mayor¨ªa era trabajadora de la empresa Bayer-, que se percat¨® tras los goles de Tita y Goetz de que aye tambi¨¦n pod¨ªa vivir su noche mas hermosa.
Con 2-0 en contra, el Espa?ol se hundi¨® en la miseria y a Clemente le falt¨® la inspiraci¨®n necesaria para salir de ella. El t¨¦c nico blanquiazul pens¨® que deb¨ªa reforzar el centro del campo y sac¨® a Zubillaga y Z¨²?iga. De esta forma, impidi¨® que Valverde tuviera la oportunidad de romper a la defensa alemana con alguna de sus genialidades y ni siquiera le dio opci¨®n a Luridsen, que antes del encuentro se fue apesadumbrado a los grader¨ªos, vesti do con el uniforme de paseo.
Con plomo en las piernas y perdigones en las alas, los pupilos de Clemente se vinieron com pletamente abajo. El tercer gol ten¨ªa que Regar y lleg¨®. Tambi¨¦n, la pr¨®rroga, lo que no deseaba el t¨¦cnico espa?olista. El encuentro entr¨® en una fase de cara o cruz que no se resolvi¨® a favor de na die porque el diplom¨¢tico cole giado holand¨¦s opt¨® por no se?a lar un claro derribo de Ihaki a Tauber dentro del ¨¢rea. LLeg¨® la, lenta agon¨ªa de un equipo que parec¨ªa lanzado al estrellato y que anoche quiz¨¢ entr¨® en barrena porque no hay que olvidar que a¨²n puede jugar la promoci¨®n de descenso en la Liga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.