La c¨²pula militar hondure?a, 'tocada' por la detenci¨®n por narcotr¨¢fico de un coronel
Toda la c¨²pula militar de Honduras ha sentido el impacto de la detenci¨®n, el domingo pasado en Miami en posesi¨®n de m¨¢s de 10 kilos de coca¨ªna, del coronel Rigoberto Regalado del alto mando del Ej¨¦rcito hondure?o, embajador de su pa¨ªs en Panam¨¢ y hermanastro del jefe de las fuerzas armadas de Honduras, el general Humberto Regalado. Tanto el Gobierno como el Ej¨¦rcito hondure?os se apresuraron a separar al presunto de su cargo diplom¨¢tico y a respaldar a las autoridades norteamericanas, en un gesto que se ha recibido con cierta iron¨ªa
La detenci¨®n del coronel Regalado, despu¨¦s de los tibios coqueteos nacionalistas protagonizados por los militares hondure?os en las ¨²ltimas semanas, viene a dejar las cosas en su sitio: EE UU tiene recursos m¨¢s que suficientes para impedir que el Ej¨¦rcito de Honduras, el m¨¢s s¨®lido poder del pa¨ªs, se atreva a un replanteamiento de sus relaciones con Washington, fundamentalmente en lo que de apoyo a la contra se refiere.Las sospechas sobre las actividades il¨ªcitas del coronel Regalado circularon por primera vez en Tegucigalpa hace varios meses, pero entonces su hermano, el general, sali¨® en su defensa y ech¨® tierra sobre el asunto. Ahora, en un viaje privado entre Panam¨¢ y Miami, con escala en Tegucigalpa, se le detect¨® en su maleta, escondida entre sacos de caf¨¦, la suficiente coca¨ªna como para hacerle pasar algunos a?os en las c¨¢rceles norteamericanas.
Entre las primeras sospechas y la detenci¨®n de Regalado, han pasado muchas cosas. Ha pasado, en primer lugar, el d¨ªa 5 de abril, la detenci¨®n del supuesto capo del narcotr¨¢fico Juan Ram¨®n Mata, que fue enviado a EE UU en un avi¨®n norteamericano, en flagrante violaci¨®n de la Constituci¨®n hondure?a, que proh¨ªbe la extradici¨®n de nacionales.
Las razones del Ej¨¦rcito
La detenci¨®n-secuestro de Mata, provoc¨® dos d¨ªas despu¨¦s la protesta de miles de estudiantes en Tegucigalpa, donde fue quemada la Embajada de Estados Unidos y muertos a tiros cinco j¨®venes, ante lo que el embajador norteamericano calific¨® de pasividad de los militares de EE UU. La raz¨®n de esa actitud del Ej¨¦rcito hay que buscarla en las acusaciones que, pocos d¨ªas antes, hab¨ªan aparecido en diarios de EEUU contra altos mandos de las fuerzas armadas hondure?as por su supuesta implicaci¨®n en el tr¨¢fico de drogas.El debate subi¨® de tono en las siguientes semanas, hasta el punto de que, seg¨²n distintas fuentes, Estados Unidos lleg¨® a pedir el relevo del general Regalado y de su Estado Mayor, mientras que ¨¦stos ped¨ªan la salida del pa¨ªs del embajador norteamericano, Everett Briggs.
En el curso de la pol¨¦mica, medios diplom¨¢ticos muy pr¨®ximos al caso aseguran que los militares hondure?os acariciaron la amenaza de cesar en su imprescindible apoyo a las fuerzas de la contra, que utilizan el sur de Honduras como base de su actividad armada en Nicaragua
Aunque la paz parec¨ªa haber vuelto a Tegucigalpa, la detenci¨®n del coronel Regalado ha sido una ocasi¨®n de oro para que el Gobierno y las fuerzas armadas de Honduras reiteren, con m¨¢s energ¨ªa que nunca, su alianza con Estados Unidos en la lucha contra la amenaza mundial del narcotr¨¢fico.
Fuentes diplom¨¢ticas dan por segura la permanencia de Regalado y el resto de la c¨²pula hasta el a?o 1990, por lo menos. En parte, esto sirve a Estados Unidos para evitar, de momento, tratos directos con los sucesores de los actuales jerarcas militares, los integrantes de la sexta promoci¨®n, a los que se supone m¨¢s nacionalistas y honestos que a sus antecesores.
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