El conflicto de Euskalduna
LA DEGENERACI?N callejera del conflicto de Euskalduna, agravado en las ¨²ltimas semanas por actos de vandalismo que descalifican a quienes los practican, ha terminado por sensibilizar a la sociedad vasca, que se encuentra ante un abismo econ¨®mico sin precedentes. Por primera vez, la pr¨¢ctica totalidad de las fuerzas pol¨ªticas y sindicales y numerosas instituciones han coincidido en una manifestaci¨®n multitudinaria para pedir la reindustrializaci¨®n. Comienzan a escucharse t¨¦rminos como desertizaci¨®n industrial y se barajan cifras dram¨¢ticas. Ciento treinta mil empleos ha sido suprimidos en los ¨²ltimos 10 a?os. La tasa de paro es superior al 22% en la comunidad aut¨®noma.Euskalduna se ha convertido en un s¨ªmbolo de todos estos hechos y en un aldabonazo para una sociedad que se resiste a aceptar la realidad del declive de su potencial industrial y econ¨®mico, con frecuencia ocultado o minimizado por sus responsables pol¨ªticos. La amenaza de la violencia terrorista y el acoso permanente a los empresarios en Euskadi no son las condiciones m¨¢s adecuadas para atraer inversiones, como tampoco la toma de la calle por los trabajadores de Euskalduna y el clima de intimidaci¨®n social que sus acciones est¨¢n creando. Pero ni siquiera esas realidades pueden ocultar la responsabilidad pol¨ªtica. El Gobierno suscribi¨® en diciembre de 1984 compromisos que ha sido incapaz de cumplir. Las iniciativas de reindustrializaci¨®n y recolocaci¨®n en las zonas afectadas por la reestructuraci¨®n de sectores industriales han tenido ¨¦xito all¨ª donde exist¨ªa una din¨¢mica propia de crecimiento econ¨®mico. En Madrid, Barcelona y Sagunto se han superado con creces los empleos necesarios para recolocar a los trabajadores de los fondos. Los resultados no han sido los mismos, en cambio, en El Ferrol y Bilbao. En esta ¨²ltima ciudad quedan todav¨ªa en los fondos de promoci¨®n de empleo de la construcci¨®n naval 3.692 personas, de las que 1.770 tienen menos de 55 a?os,
Partidos y sindicatos vascos acusan a la Administraci¨®n central de haber desviado hacia ¨¢reas de prosperidad relativa los recursos y las iniciativas imprescindibles para sostener zonas en declive. El hecho cierto es que el n¨²mero de empleos generados en la cuenca del Nervi¨®n, como en la comarca ferrolana, no alcanzan al de trabajadores excedentes en los sectores reestructurados. ?se era el compromiso del Gobierno y no lo ha cumplido.
El problema no se resolver¨¢ con la demagogia ni volviendo a recargar innecesariamente las plantillas de empresas cuya dimensi¨®n productiva nunca podr¨¢ volver a ser la misma que antes. Tampoco se va a solucionar con medidas de orden p¨²blico. M¨¢s bien parece necesario un esfuerzo de coordinaci¨®n y de planificaci¨®n conjunta entre los dos Gobiernos, el central y el aut¨®nomo, capaz de atraer e implicar a empresas y capitales en un proyecto de renovaci¨®n y relanzamiento de la econom¨ªa vasca.
Ese esfuerzo de colaboraci¨®n parece m¨¢s lejano que nunca cuando las relaciones entre la Administraci¨®n del Estado y la aut¨®noma vuelven a deteriorarse precisamente a prop¨®sito de Euskalduna y con tonos esperp¨¦nticos. El espect¨¢culo del delegado del Gobierno y del gobernador civil d¨¦ Vizcaya intentando transferir verbalmente a la Ertzaintza (polic¨ªa vasca) competencias de orden p¨²blico sobre un determinado puente de Bilbao y la respuesta de Ardanza pidiendo p¨²blicamente su destituci¨®n es m¨¢s que deplorable. Podr¨¢ argumentarse, ante la decisi¨®n de la Delegaci¨®n de Trabajo del Gobierno vasco de ordenar la reapertura del astillero, que el Gobierno central y sus fuerzas del orden cargar¨ªan con el coste de impopularidad que supondr¨ªa hacer frente a las eventuales alteraciones de orden p¨²blico provocadas por una decisi¨®n pol¨ªtica del Gobierno aut¨®nomo. Sin embargo, no es qui¨¦n el gobernador civil para decidir mediante un acto administrativo cu¨¢l es la distribuci¨®n de competencias en la materia. Todo ello es a¨²n m¨¢s inexplicable si se tiene en cuenta que el partido del gobernador y el del lehendakari gobiernan en coalici¨®n en el Pa¨ªs Vasco y comparten, en consecuencia, todas las responsabilidades del ejercicio del poder pol¨ªtico.
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