La repetici¨®n de a?os de grandes cosechas apenas permite a la agricultura mantener el poder adquisitivo
La repetici¨®n de grandes cosechas agr¨ªcolas en los ¨²ltimos a?os apenas ha permitido al campo mantener su poder adquisitivo. Estimaciones sobre los seis ¨²ltimos ejercicios indican que en 1986 las rentas de los agricultores se situaron en un nivel de crecimiento inferior al de los precios al consumo, bache que recuperaron en 1987. Pero el posterior descenso de los precios de la alimentaci¨®n, especialmente acusado en los productos no elaborados que venden los agricultores, parece haber acelerado el proceso de transferencia de remitas en 1988 desde el sector agrario al resto de la econom¨ªa.
Los sucesivos a?os en que se ha hablado de cosechas del siglo, todos los ¨²ltimos, menos el de 1996, no han servido para mejorar la posici¨®n relativa de la agricultura, cuya renta se sit¨²a en una tercera parte del promedio espa?ol. Las causas radican en que las grandes cosechas, y desde hace dos a?os la mayor competencia del resto de la Comunidad Europea (CE), tienden a moderar los precios percibidos por los agricultores.Por ello, estimaciones realizadas por el Fondo de Ordenaci¨®n y Regulaci¨®n de Producciones y Precios Agrarios (FORPPA) se?alan que desde 1982 hasta finales de 1987 -per¨ªodo de mandato socialista, que coincide con el de gran des cosechas- la renta agraria creci¨® s¨®lo el 1,9% por encima del ¨ªndice de precios al consumo (IPC). Como puede observarse en el cuadro adjunto, el IPC subi¨® un 77,9%, y la renta agraria, el 81,4%. El margen de la renta por activo fue algo mayor, debido a la fuerte reducci¨®n de empleo -360.000 ocupados menos desde 1984-, aunque tambi¨¦n en 1986 cay¨® por debajo del IPC.
Trasvase de rentas
El trasvase de rentas de la actividad agr¨ªcola a otras actividades econ¨®micas por la v¨ªa de los precios fue especialmente notable en 1987, seg¨²n ha puesto de relieve el avance de la Contabilidad Nacional. Entonces el fuerte crecimiento de la producci¨®n -9,5%. en t¨¦rminos de volumen para las actividades agrarias y pesqueras, aunque ascendi¨® al 30% para los cereales, 20% el aceite y 10% el vino- coincidi¨® con una sensible diminuci¨®n de los precios (cercana al 1,8%), factor de gran importancia para contener la inflaci¨®n. Aunque los agricultores s¨®lo sufrieron un aumento medio del 0,3% en sus inputs, o consumos intermedios, el resultado fue una ca¨ªda en el ¨ªndice de precios del valor a?adido que genera su actividad.
En los cuatro primeros meses de 1988 se ha acentuado el problema. Los precios de los alimentos no elaborados han descendido un 2,7%, seg¨²n el ¨²ltimo ¨ªndice de precios al consumo publicado por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
Los trasvases de rentas desde el sector agrario al resto de la econom¨ªa vienen a compensar, sin embargo, el fuerte coste que supone la pol¨ªtica agraria para los consumidores y los contribuyentes. En Espa?a no se ha evaluado su impacto global, como lo hecho la OCDE, seg¨²n la cual las ayudas a la agricultura -sobre todo por la garant¨ªa de precios- suponen en la CE un 93% del valor a?adido que genera este sector, y en Estados Unidos, algo m¨¢s del 42%. Pero entre los expertos se estima que el coste total de las ayudas p¨²blicas a la agricultura espa?ola no estar¨¢ muy lejos, pues s¨®lo las transferencias por la v¨ªa del d¨¦ficit de la Seguridad Social agraria suponen una cuarta parte de su valor a?adido (1,8 billones de pesetas en 1987).
Este problema de los costes y las consecuencias de las pol¨ªticas agrarias lo acaba de abordar el ¨²ltimo libro del Instituto de Estudios Econ¨®micos, quelleva por t¨ªtulo El futuro de la agricultura. Colaboran, junto a diversos expertos internacionales, Donato Fern¨¢ndez Navarrete, catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica, y Carlos Moreno Aparici, profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªtica Agraria, quienes consideran que las pol¨ªticas de intervenci¨®n se desplazar¨¢n desde la garant¨ªa de precios hacia las ayudas directas.
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