Pedagog¨ªa
Ayer toc¨® d¨ªa did¨¢ctico. Quiz¨¢ fuera por eso por lo que la sala estaba sorprendentemente llena de colegiales. La cosa comenz¨®, en cualquier caso, con la jubilaci¨®n del presidente del tribunal, que empezaba t¨¦cnicamente ayer. Las defensas se soltaron lucidos parlamentos protestando por la prolongaci¨®n de sus funciones, llen¨¢ndolo todo de referencias leguleyas, ora a una Ley, ora a una ordenanza, al art¨ªculo tropecientos bis o al punto equis. A lo cual respondi¨® el fiscal con otra retahila numeraria en apoyo de la continuaci¨®n del presidente. Fue una clase de Derecho muy aburrida.Pero luego, cuando empezaron a pasar los diversos testigos polic¨ªas, la pedagog¨ªa brill¨® con suma amenidad y con provecho. Fue una lecci¨®n sobre el funcionamiento de las comisar¨ªas aderezada con an¨¦cdotas concretas. Y as¨ª, nos enteramos de que los detenidos parecen mostrar una obtusa tendencia a autolesionarse; e incluso, como cont¨® uno de los comisarios, hubo una detenida que se arroj¨® sin m¨¢s ni m¨¢s por la ventana. Actos extremos que podr¨ªan indicar que a los detenidos no les gusta ni una pizca estar ah¨ª. Y eso que, como explic¨® un testigo, les suben de vez en cuando de los calabozos para que puedan fumar o tomarse un caf¨¦.
Pero lo m¨¢s interesante fue el cap¨ªtulo de fugas. Un detenido que, hace ya a?os, y mientras se encontraba esperando en el vest¨ªbulo, se levant¨® diciendo: "?Es a m¨ª a qui¨¦n llama?", enfil¨® tranquilamente escaleras abajo y se perdi¨® en el mundo. O hace un mes, sin ir m¨¢s lejos, cuando un heroin¨®mano sali¨® corriendo, cruz¨® el patio interior y fue atrapado justo a cuatro o cinco metros de la calle. Cabr¨ªa temer, en fin, que la Direcci¨®n General no sea ese reducto inexpugnable al que las defensas se refer¨ªan, cuando explicaban que era rid¨ªculo pensar que los inspectores pudieran sacar a un Corella ex¨¢nime sin que les contemplara todo el mundo. A lo peor, quien sabe, hay maneras de marcharse sin ser visto.
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