Un estilo diferente
La campa?a electoral ha discurrido mejor de lo que algunos, especialmente los socialistas, pod¨ªan esperar. Jordi Pujol ha repetido estos d¨ªas que no ten¨ªa intenci¨®n de abrir la caja de los truenos, y parece que ha cumplido su palabra. Nadie ha puesto en duda la catalanidad del adversario y, pese a que el l¨ªder del PSC, Raimons Obiols, ha advertido a Pujol de lo peligroso de su lenguaje cuando ha tildado despectivamente de "intelectuales" a los socialistas, la verdad es que las cosas podr¨ªan haber ido peor. Basta pensar en c¨®mo estaba el panorama hace seis meses cuando Pujol record¨® que de la misma forma que hab¨ªa "dejado sin trabajo y sacado del pa¨ªs" a Luis de Galinsoga -aquel director de La Vanguardia a quien en 1959 se le ocurri¨® decir que todos los catalanes eran una mierda- pod¨ªa repetirlo si alguien utilizaba "medios ileg¨ªtimos" de hacer pol¨ªtica. Un Pujol m¨¢s contemporizador se ha permitido incluso la fina jugada de robar al PSC el lema Por una mayor¨ªa de progreso que resume la idea, clave del mensaje socialista. Su razonamiento es claro: si Catalu?a progresa, el de CiU es un Gobierno de progreso, porque para algo lleva ocho a?os al frente del pa¨ªs.Un segundo elemento destacado del discurso de Pujol es el concepto de globalidad que ha querido dar a su propuesta. La idea de que el proyecto de CiU es v¨¢lido para todos los catalanes porque no tiene un car¨¢cter partidista, sino que ofrece "un modelo de pa¨ªs" capaz de acoger en su seno desde franquistas hasta comunistas, y en el que partido y naci¨®n se confunden peligrosamente, sustenta sus aspiraciones de lograr una mayor¨ªa absoluta a¨²n m¨¢s amplia que la de 1984.
Socialistas, centristas y aliancistas, cada cual a su manera, han advertido que el final de este nuevo discurso pujolista es imprevisible. Para el PSC, puede conducir a Le Pen; para el CDS, a un Movimiento Nacional -del que Su¨¢rez es un experto-, y para AP, a que Converg¨¦ncia deje de ser un partido para convertirse en un "movimiento".
Del clima de tranquilidad y aton¨ªa de estas dos semanas se han beneficiado en alguna medida los socialistas, que han podido hacer una campa?a menos defensiva y m¨¢s relajada.
Pero ha habido estos d¨ªas pocas, aunque suficientes, pinceladas como para adivinar cu¨¢l ser¨ªa el panorama si los resultados del domingo no estuvieran cantados. Miquel Roca, el Alfonso Guerra de Convergencia, ha difundido en casi medio centenar de m¨ªtines la idea del socialismo como algo ajeno a lo catal¨¢n, am¨¦n de presentar a sus dirigentes como incoherentes, mentirosos, adictos a la pol¨ªtica del doble lenguaje y al dossier traicionero.
Pujol ha tenido tambi¨¦n sus momentos estelares: en Comell¨¢, cuando, al referirse a los ministros catalanes en el contexto del caso Catalana, advirti¨®: "Si tuviera ganas de hacer sangre, hablar¨ªa"; en Manresa, cuando, al mencionar la manifestaci¨®n en apoyo de su persona a ra¨ªz del caso Catalana, dijo que el pueblo catal¨¢n hab¨ªa demostrado entonces que sabe defenderse; y en el debate de TVE-2, cuando, al replicar a Obiols, que hab¨ªa tenido la rara osad¨ªa de atribuir a los socialistas el ¨¦xito de los Juegos Ol¨ªmpicos, cort¨® contundente: "O los Juegos Ol¨ªmpicos son de todos o prendrem mal". Una expresi¨®n de dif¨ªcil traducci¨®n, pero que, por el tono en que fue dicha, podr¨ªa equivaler a: "Habr¨¢ sangre". Toda una invitaci¨®n a la reflexi¨®n.
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