Un nuevo sector de paz
A 13 a?os de distancia, la evacuaci¨®n de Afganist¨¢n por la Uni¨®n Sovi¨¦tica reproduce la de Vietnam por Estados Unidos en 1975. Se realiza m¨¢s ordenadamente, bajo la presi¨®n de una derrota menos brutal, porque el pa¨ªs invadido se halla m¨¢s cercano y es m¨¢s d¨¦bil.No por ello demuestra en menor grado que el imperialismo militar de los grandes revela ser impotente para imponer su dominio a los peque?os cuando ¨¦stos est¨¢n firmemente decididos a resistir. Ya lo hab¨ªan demostrado las guerrillas de la descolonizaci¨®n. La evoluci¨®n de las democracias populares lo confirma.
Las dictaduras establecidas ,se mantienen en Europa del Este m¨¢s por sus propias fuerzas que por la presi¨®n de los ej¨¦rcitos sovi¨¦ticos.
En Polonia, en Hungr¨ªa, los Estados transigen con la voluntad liberal de poblaciones realistas que han medido hasta d¨®nde se puede ir sin que sea demasiado lejos. En Ruman¨ªa, Mijail Gorbachov desear¨ªa una suavizaci¨®n de la tiran¨ªa, pero carece de medios para imponerla.
Las experiencias de Saig¨®n y de Kabul. vuelven absurdas las guerras entabladas por un grande contra un peque?o, a menos que este ¨²ltimo sea diminuto y se trate de una breve expedici¨®n punitiva, como ayer en Granada. De esta manera la paz se extiende a un nuevo sector.
Desde 1945 la paz est¨¢ asegurada entre los grandes mediante los mecanismos de la disuasi¨®n. Entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica ¨¦sta adopta la forma de la destrucci¨®n mutua asegurada: la famosa MAD, como dicen los estadounidenses.
La ventaja de un primer golpe ser¨ªa ilusoria, puesto que la naci¨®n que lo sufriera conservar¨ªa, con sus submarinos nucleares y sus misiles indemnes, el medio de aniquilar al agresor.
El sue?o de la SDI
La Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) del presidente norteamericano Ronald Reagan se inscribe en el sue?o de golpear al adversario sin riesgo de respuesta, pero acarrear¨ªa simplemente un esfuerzo militar sovi¨¦tico para hallar el medio de franquear un obst¨¢culo cuya impenetrabilidad absoluta y definitiva nadie podr¨ªa garantizar.
Para Francia, el Reino Unido y China, la disuasi¨®n llamada del d¨¦bil al fuerte no tiende a una destrucci¨®n total del agresor. Pero le infligir¨ªa da?os inaceptables, volviendo absurda su agresi¨®n; por ejemplo, incluso si 9 sobre 10 de los misiles lanzados por Par¨ªs erraran su objetivo, el d¨¦cimo restante destruir¨ªa todas las ciudades sovi¨¦ticas de m¨¢s de 100.000 habitantes al oeste de los Urales.
Los pacifistas que reclaman la abolici¨®n de las armas nucleares equivocan su objetivo. Por su propia definici¨®n, ¨¦sas son armas de paz, puesto que tienden a disuadir que se recurra a la guerra y lo logran. Son las armas cl¨¢sicas lo que hay que destruir o l¨ªmitar.
Desde 1945 las guerras se verifican sin ingenios at¨®micos. Tras el fracaso de Estados Unidos en Vietnam y de la URSS en Afganist¨¢n, las guerras se van a limitar a conflictos entre peque?os, tal como sucede desde hace 43 a?os, aparte de los dos casos precedentes. Contra esas guerras poco es lo que pueden los grandes. Sin embargo, a¨²n no est¨¢ asegurada la paz en dos sectores que les conciernen directamente. Por un lado, en el espacio europeo, comprendido entre la, frontera de la Uni¨®n Sovi¨¦tica garantizada por la MAD y la del Rin, garantizada por la disuasi¨®n francesa.
No obstante, el riesgo de guerra en este intervalo ser¨¢ muy d¨¦bil en tanto que las fuerzas estadounidenses contin¨²en estacionadas frente a Checoslovaquia y la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y que estas ¨²ltimas no puedan moverse sin el apoyo de fuerzas rusas.
Los amos del Kremlin no est¨¢n lo bastante locos como para entablar batalla en este campo, y los europeos terminar¨¢n por obtener de ellos un equilibrio satisfactorio de las armas cl¨¢sicas.
Por otra parte, si los grandes se ven disuadidos de atacar a los peque?os despu¨¦s de las aventuras en Vietnam y en Afganist¨¢n, algunos peque?os encontraron un medio, original que les permite atacar impunemente a los grandes: el terrorismo internacional. Libia e Ir¨¢n crearon as¨ª una nueva t¨¦cnica de guerra. Pero que s¨®lo es eficaz si los grandes se lo toleran.
En Beirut, la Uni¨®n Sovi¨¦tica logr¨® r¨¢pidamente la liberaci¨®n de sus rehenes por un m¨¦todo simple: sus servicios secretos se apoderaron de un notable vinculado a los secuestradores y les enviaron su cad¨¢ver trozo por trozo.
Hasta ahora las democracias no se han atrevido a emplear semejantes procedimientos. Sin embargo, el raid estadounidense de 1986 sobre Libia marca el primer paso hacia una r¨¦plica adecuada. Algunos han considerado un bloqueo mar¨ªtimo de Ir¨¢n. Otros piensan que los secuestradores de aviones debieran ser liquidados in situ, y los responsables de atentados y de tomas de rehenes, suprimidos subrepticiamente, como ya lo hicieron los israel¨ªes.
En s¨ª mismo, el terrorismo internacional no amenaza la paz mundial. Pero los desmanes de los Estados que se entregan a tales excesos podr¨ªan ponerla un d¨ªa en grave peligro. Multiplicadas desde el a?o 1945, las guerras entre pa¨ªses peque?os no sobrepasaron hasta ahora el nivel local.
Sin embargo, el conflicto Ir¨¢n-Irak y los problemas de Israel y de L¨ªbano comienzan a volverse peligrosos para el conjunto del planeta. La teocracia chi¨ªta proclama su voluntad de conquistar el mundo. Desde Marruecos, a Indonesia el integrismo isl¨¢mico ofrece un admirable campo de expansi¨®n para el mal. Ese virus ya ha hecho m¨¢s v¨ªctimas que el del SIDA.
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