Estados Unidos necesita una dosis de 'perestroika'
Creo que la necesidad de elecci¨®n es la caracter¨ªstica m¨¢s distintiva de la etapa actual en la historia de EE UU. No me estoy refiriendo a las elecciones presidenciales, sino a algo mucho m¨¢s importante, que envuelve la mism¨ªsima esencia de la sociedad norteamericana: su econom¨ªa, su pol¨ªtica interior y exterior e incluso su imagen moral.Lo que tengo en la cabeza no es la fuerza y las virtudes de Estados Unidos y de los norteamericanos, tampoco si EE UU seguir¨¢ siendo una gran potencia, sino la excepcionalidad estadounidense. En muchos aspectos es imaginaria, basada en los mitos e ilusiones que han perdurado en las mentes de los norteamericanos durante mucho tiempo, probablemente desde la llegada de los primeros colonos al Nuevo Mundo.
La b¨ªblica "ciudad resplandeciente en la cima del monte": as¨ª es como la vieron muchos de ellos y de sus descendientes. Y s¨®lo estaba a un paso de la idea del destino manifiesto: la misi¨®n especial de EE UU y sus derechos en el mundo.
Pero tambi¨¦n hab¨ªa una verdadera excepcionalidad norteamericana. Desde un principio, EE UU era menos vulnerable a los peligros y perturbaciones del exterior que otros pa¨ªses, y estaba m¨¢s aislada del desarrollo en el resto del mundo. Despu¨¦s de la II Guerra Mundial, esto se complet¨® por el hecho de que EE UU alcanz¨® una posici¨®n de poder ¨²nica -tanto militar, derivada de su monopolio at¨®mico, como econ¨®mica-. Fue entonces cuando muchos norteamericanos empezaron a creer de veras que hab¨ªa llegado el siglo americano y la pax americana.
Pero a mediados de los sesenta, la situaci¨®n ya estaba cambiando. Mientras que continuaba siendo una gran potencia, Estados Unidos empez¨® a convertirse en un Estado esencialmente ordinario. No s¨®lo perdi¨® la posibilidad de aspirar a una supremac¨ªa global, sino que adem¨¢s se mezcl¨® con otras naciones. Tambi¨¦n sucedi¨® que result¨® ser tan vulnerable a muchas amenazas como todos los dem¨¢s.
Los norteamericanos reaccionaron de forma dolorida, y durante largo tiempo se negaron a adaptarse a los cambios. Junto a las dificultades econ¨®micas y a la extra?a situaci¨®n de equilibrio militar con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se produjo una humillaci¨®n nacional: el secuestro en Teher¨¢n del personal de la embajada nortemericana y los abortados intentos de rescate.
Todas estas circunstancias abonaron el terreno a la demagogia de la extrema derecha, con sus exigencias de "volver a hacer de EE UU un pa¨ªs fuerte", obligar al mundo a "tomarle en cuenta" una vez m¨¢s y recuperar la superioridad militar sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Y, claro est¨¢, abogaron por el retomo de los viejos valores: reducir al m¨ªnimo los gastos sociales federales, otorgar nuevos beneficios y concesiones a las empresas, quitando trabas a la iniciativa privada.
Si, ocho a?os m¨¢s tarde, Estados Unidos se enfrenta una vez m¨¢s a una elecci¨®n, se debe principalmente a que la contrarreforma no pudo resolver la mayor¨ªa de los viejos problemas, y, por el contrario, cre¨® otros nuevos.
No existe un s¨ªmbolo m¨¢s real que el descenso de la bolsa en el pasado mes de octubre. Tambi¨¦n podemos citar la p¨¦rdida de los republicanos de su mayor¨ªa en el Senado, el esc¨¢ndalo Ir¨¢n-contra y desde luego la necesidad de conseguir reunirse en cumbres e incluso de firmar acuerdos con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que no hace mucho fue tachada de "imperio perverso" por parte del presidente norteamericano.
Tambi¨¦n se est¨¢n produciendo cambios en la atm¨®sfera moral de EE UU: el desvanecimiento de la ostentaci¨®n de riqueza y de la corrupci¨®n descarada. Junto con el declive de la cultura monetaria, van cayendo muchos de sus h¨¦roes: estafadores de la bolsa, como Ivan Boesky; los millonarios predicadores televisivos Jim y Tommy Bakker, y muchos oficiales de la Administraci¨®n muy pr¨®ximos al presidente.
Promesas inalcanzables
Todo esto, sin embargo, era s¨®lo la superficie, mientras que la esencia era que a los norteamericanos se les prometi¨® un restablecimiento de poder y prosperidad, y que los filisteos norteamericanos que hab¨ªan visto todo esto con atenci¨®n creyeron dichas promesas. No obstante, pronto se despertaron con una fuerte resaca porque muchas de las promesas demostraron ser inalcanzables, mientras que otras resultaron haber sido prestadas en su mayor¨ªa.
S¨ª, prestadas. La prosperidad actual fue adquirida por medio de cr¨¦ditos e inversiones de otros Estados a costa de las futuras generaciones de norteamericanos que tendr¨¢n que pagar la factura. Todo esto acompa?ado de una polarizaci¨®n acelerada de la sociedad y de un agravamiento del problema de la pobreza.
La elecci¨®n econ¨®mica es clara: consumir menos o producir m¨¢s. ?sta no es una elecci¨®n sencilla. Para producir m¨¢s, uno tiene que invertir m¨¢s. Seg¨²n algunas estimaciones norteamericanas, son necesarias las grandes inversiones debido al estado de desolaci¨®n de muchas esferas. ?D¨®nde pueden encontrarse tales inversiones? Es la cuesti¨®n pol¨ªtica m¨¢s cr¨ªtica en Estados Unidos. Los expertos se devanan los sesos pensando en posibles reservas de la econom¨ªa, incluida una reducci¨®n de los gastos militares.
En lo que a reducir el consumo se refiere, se cree que posiblemente sea inevitable. Pero ?cu¨¢les son las consecuencias pol¨ªticas de estas medidas, teniendo en cuenta el hecho de que la distancia entre el pobre y el rico ha aumentado en los ¨²ltimos a?os y de que el n¨²mero de pobres se ha incrementado?
El esfuerzo que tendr¨¢n que hacer ser¨¢ duro y cruel. Una opci¨®n que implica cambios radicales siempre lo es. Lo sabemos por nuestra propia experiencia. A veces pienso que EE UU no podr¨¢ evitar sus propias perestroika y glasnost.
?Por qu¨¦ glasnost? Porque el pa¨ªs, definitivamente, necesita un serio debate que no puede ser reemplazado con clips electorales de 30 segundos en televisi¨®n. ?Por qu¨¦ perestroika? Porque ha cambiado tanto que las ideas obsoletas y la pol¨ªtica amenazan con llevar al pa¨ªs a un callej¨®n sin salida y producir un efecto muy da?ino en la situaci¨®n internacional.
Me gustar¨ªa a?adir una cosa m¨¢s. Los problemas internos de los Estados y las sociedades son cada vez m¨¢s complejos: los problemas de desarrollo econ¨®mico se van agravando, los conflictos sociales adquieren nuevas dimensiones, la amenaza ecol¨®gica est¨¢ creciendo...
La conclusi¨®n principal es que hoy el mayor inter¨¦s de la pol¨ªtica exterior de cualquier naci¨®n es la creaci¨®n de condiciones m¨¢s favorables para solucionar con ¨¦xito sus problemas internos.
Esto se refiere tanto a la Uni¨®n Sovi¨¦tica como a Estados Unidos. Aparte del objetivo de advertir contra una cat¨¢strofe nuclear, ambos han desarrollado otro inter¨¦s com¨²n: crear situaciones donde los asuntos exteriores no interfieran, por lo nenos, en el trabajo dedicado a los problemas internos, y, dentro de lo posible, incluso fomenten su soluci¨®n.
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