Rosa Chacel publica una obra titulada hace 70 a?os
'Ciencias naturales' cierra la trilog¨ªa de memorias de la escritora, que hoy celebra su 90 cumplea?os
Rosa Chacel cumple ma?ana 90 a?os en Valladolid, donde naci¨®, y sonr¨ªe porque al fin la suerte le viene de cara: vive con su hijo arquitecto y con su nuera; tiene resuelto el problema de dinero, que tanto tiempo la mantuvo en vilo; un grupo de amigos le demuestran cada d¨ªa que en verdad lo son, y por las ma?anas hay que filtrar el sol en su peque?o piso al norte de Madrid, un ¨¢tico sobre un peque?o parque lleno de ni?os. No es a¨²n tan le¨ªda como al parecer merece, pero nadie discute su castellano puro y muchos aprecian su literatura de ideas y b¨²squeda interior, una prosa, como la de Mar¨ªa Zambrano, en v¨ªas de extinci¨®n. En estos d¨ªas es la protagonista de las letras espa?olas: acaba de publicar Ciencias naturales, novela sobre el exilio titulada hace ya 70 a?os.
Con su aire de abuelita, Rosa Chacel destaca en un pueblo de viajeros como es el espa?ol. Desde que su padre la llev¨® a pie a La Cist¨¦rniga, una aldea de su provincia, no ha parado, en parte porque le toc¨® la divisi¨®n de Espa?a y el exilio, pero en parte tambi¨¦n, dice ella, "porque yo nunca fui como las dem¨¢s". Y en parte por gen¨¦tica: al parecer una de las cosas que le atrajo a su padre de su madre es que ¨¦sta hubiera nacido en Venezuela, y que a los 14 a?os hubiera "cruzado el charco un par de veces, con loros, amas negras y esas cosas". En cierta ocasi¨®n Pablo Neruda le dijo: "Nunca dejar¨¢s de ser una se?orita de Valladolid", y ella respondi¨®: "Lo que nunca dejar¨¦ de ser es una ni?a de Valladolid".Tampoco en el exilio fue como los dem¨¢s espa?oles antifranquistas, que en M¨¦xico, Bogot¨¢, Caracas, Buenos Aires se mantuvieron en buena parte unidos en los clubes espa?oles y las tabernas Casa Pepe de los centros de las ciudades, con la nostalgia en un pu?o y la firme intenci¨®n de volver. Como ellos, ella siempre quiso regresar, pero no se dej¨® ir al gregarismo de la melancol¨ªa.
Cuando lleg¨® a Buenos Aires ya hab¨ªa publicado el primer cap¨ªtulo de Memorias de Leticia Valle, en la famosa revista Sur, de Victoria Ocampo, y de ese modo conect¨® con un Buenos Aires que merec¨ªa el nombre de capital. En Rio de Janeiro fue su marido, el pintor Timoteo P¨¦rez Rubio, el que forz¨® las puertas de la ciudad usando de su pincel.
No hay pecado amoroso
"No, nunca fu¨ª una espa?ola como..." Rosa Chacel no termina la frase. "Con Alfonso XIII no ¨¦ramos j¨®venes que ped¨ªamos libertad. Nos la ton¨¢bamos". La escritora se refiere a su peque?o grupo de amigos del Madrid de antes de la Rep¨²blica, "ese Madrid en el que se viv¨ªa en una libertad especial, sin alardes".Lo que no impidi¨® que ella y Timoteo tuvieran que mover todo tipo de enchufes para mod¨ªficar los reglamentos de la Academia Espa?ola en Roma, que exig¨ªan a sus estudiantes la solter¨ªa. En un principio Indalecio Prieto, que conseguir¨ªa luego cambiar la regla, quiso convencerles de que fueran de todas formas, incluso amancebados. Pero ese disgusto no se lo pod¨ªa dar yo a mis padres", dice ahora Rosa Chacel, 70 a?os despu¨¦s. Tambi¨¦n dir¨¢: "Para m¨ª el pecado amoroso no existe. Hay una virginidad que no tiene nada que ver con el acto sexual".
Ciencias naturales (Seix Barral) cierra el ciclo autobiogr¨¢fico de Barrio de Maravillas (1976) y Acr¨®polis (1984), y es un t¨ªtulo decidido hace 70 a?os en un instante de suma armon¨ªa, un d¨ªa que paseaba con Timoteo, junto al canalillo, en la madrile?a colina de los Chopos. El t¨ªtulo qued¨® ah¨ª, y sus personajes llevaron una vida independiente durante todos estos a?os, hasta que Rosa Chacel decidi¨® incorporarlos a su obra. Se trata de un profesor casi mayor, Manuel Falc¨®n, y de su disc¨ªpula secretaria, Elena Moreno, que llegan en un barco al exilio americano. Escribe Rosa Chacel: "Esto que estoy haciendo aqu¨ª -que estoy pretendiendo hacer- es la manifestaci¨®n -presentaci¨®n, dir¨ªa- del exilio. Son muchos los que han meditado sobre el exilio y muchos los que han dejado p¨¢ginas conmovedoras. Lo que conmueve es lo que se cuenta en ellas porque los que las vivieron supieron relatarlas sin hacer literatura. Yo tampoco me pongo a hacerla pero tampoco s¨¦ o puedo o quiero relatar ce por be... No puedo porque -precisamente porque- ya ha habido magn¨ªficos relatos. ?Ser¨¢ esto un deseo o prop¨®sito- de novedad literaria? No, en absoluto: es una novedad de situaci¨®n" (p¨¢gina 82).
La dedicatoria del libro advierte que en ¨¦l "no hay una sola l¨ªnea que sea testimonio de hechos reales. No hay m¨¢s que un esbozo de almas perdidas en el laberinto de la libertad". Luego, en la conversaci¨®n, insiste en ello y dice que Falc¨®n no es exactamente su marido aunque sea obvio que coinciden en lo esencial. Falc¨®n es la s¨ªntesis de toda esa veneraci¨®n que Rosa Chacel, que jam¨¢s pis¨® un colegio y s¨®lo durante tres a?os la academia de Bellas Artes, siente por los viejos maestros. ("Soy muy poco culta", dice en serio, aunque suene a iron¨ªa. "No he estudiado. Lo que pasa es que tengo magn¨ªficas an tenas".) Y Falc¨®n y Elena son a su vez tan reales como Gregorio Varda o Santiago Hern¨¢ndez, personajes escapados de otras obras de la autora que reaparecen en ¨¦sta, y que "para m¨ª son reales; completamente".
Apenas ocurren. historias en esta obra de Rosa Chacel, presentada como novela. Es en cambio una epopeya de b¨²squeda interior y di¨¢logo consigo misma. "Comunic¨¢ndome conmigo es como comunico a los dem¨¢s", dice Chacel, considerada como una artista de suma autoxigencia. (Elena,la protagonista de su libro, lo es hasta el extremo de impedir su propia obra).
"No he escrito m¨¢s que un libro en mi vida", dice la autora de una veintena de t¨ªtulos. Cansada por el esfuerzo de terminar Ciencias naturales, libro tenso y sin concesiones, piensa en desarrollat tal vez alguna de las ideas de Novelas antes de tiempo (1981), esa obra de arte conceptual, o esbozo a l¨¢piz, seg¨²n se n¨²re, en la que junt¨® las novelas que no hab¨ªa logrado terminar.
El ¨²nico proyecto cerrado de Rosa Chacel es emprender el tercer volumen de sus diarios. Ya public¨® Alcanc¨ªa (1982) en dos vol¨²menes que sus editores titularon Ida y Vuelta, jugando con el t¨ªtulo de su primera y c¨¦lebre novela, Estaci¨®n. Ida y vuelta (1930). Ella ha decidido jugar m¨¢s y ha titulado ya: Alcanc¨ªa. Estaci¨®n T¨¦rmini.
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