Espa?olear
Despu¨¦s de la euforia macroecon¨®mica, la cultural. La ¨²ltima moda es que estamos de moda. Lo dice el Gobierno, lo repiten las revistas que salen los lunes, lo concluyen las tambi¨¦n infinitas mesas redondas (o intransitivas) de la llamada nueva narrativa, lo juran los corresponsales en el extranjero y nuestros m¨¢s viajados dise?adores, pintores, filinadores y tenores. Aqu¨ª hay consenso. Ya podemos espa?olear.Veamos algunos datos irrebatibles. De los 297 artistas que ahora mismo exhiben algo en las galer¨ªas del Soho, media docena son espa?oles. Por cada centenar de novelas traducidas en Francia, Italia, Estados Unidos y Alemania, una y pico es de Herralde, Alfaguara o Planeta. Ojeas la mareante cartelera de Manhattan, y all¨ª est¨¢ Matador. Y todo un r¨¦cord en Par¨ªs. Nos corresponden dos de las 60 exclusivites: otra vez Almod¨®var y El Dorado, de Saura. No s¨¦ con exactitud cu¨¢ntas mesas redondas ocurren en el mundo cada cuarto de hora, pero sabemos que ¨²ltimamente hubo escritores espa?oles en un coloquio del Pompidou, en un ciclo del Spanish Institute, en pleno Nueva York, en la Feria del Libro de Buenos Aires y en la Fundaci¨®n Gulbenkian. Cierto que los despistados museos italianos apenas tienen cuota espa?ola; en cambio, en las tiendas de Mil¨¢n y Roma, entre toneladas de dise?os, hay l¨¢mparas de Mariscal, teteras de Tusquets, frascos de Ricard y sillas de Bede.Y as¨ª sucesivamente. Sin contar a Julio Iglesias.
Dir¨¢n los aguafiestas que por esa misma regla de tres (del 1,5% de cuota) tambi¨¦n deber¨ªan estar de moda casi todas las culturas judeocristianas; que nuestra presencia en esos escaparates equivale a la de Polonia, Luxemburgo o M¨¦xico. El protagonismo es bajo, s¨ª, pero ayer era nulo. Esa es la diferencia. No celebramos la cantidad de cuota, sino la concesi¨®n de cuota. Espa?oleamos porque ya tenemos asignada una esquina en la mesa redonda, y como eso nos parece tan extraordinario, creemos que nos invitan porque estamos de moda. Es mejor as¨ª. Las modas pasan, pero las cuotas permanecen.
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