Cuando todo lo que brilla es oro o plata
Parte del tesoro de dos galeones espa?oles hundidos en 1622 ser¨¢ subastada los d¨ªas 14 y 15 en Nueva York
El hallazgo de los galeones espa?oles Nuestra Se?ora de Atocha y Santa Margarita en 1985 en las costas de Florida marc¨® una fecha memorable en la historia de la busca de tesoros. Las mercanc¨ªas recuperadas fueron valoradas en 65.000 millones de pesetas. Dentro de unos d¨ªas, el 14 y el 15 de junio, saldr¨¢n a subasta en la casa Christie's de Nueva York 388 piezas pertenecientes a los hallazgos en estos galeones en lo que se anuncia como la mayor venta de -un tesoro hasta el momento.
Las aguas eran verdes y transparentes aquella ma?ana del 20 de julio de 1985. Los buceadores Andy Matroci y Greg Wareham hac¨ªan un reconocimiento de rutina, uno m¨¢s. Se acercaron a lo que parec¨ªa una gran formaci¨®n de corales, y Wareham. encendi¨® el detector de metales. El aparato produjo un chirrido tan intenso que al buceador se le puso la carne de gallina. Al acercarse vieron que lo que parec¨ªa una formaci¨®n de corales era en realidad una s¨®lida monta?a de plata de la que sal¨ªan langostas brillantes como gemas. Los dos hombres se abrazaron bajo el agua. Quince a?os de b¨²squeda intensa parec¨ªan haber concluido: el tesoro del gale¨®n Nuestra Se?ora de Atocha hab¨ªa sido encontrado.Los buceadores emergieron inmediatamente haciendo se?as desesperadas a la embarcaci¨®n. Mel Fisher, el aventurero, el jefe de la expedici¨®n, pens¨® en un primer momento que algo malo hab¨ªa pasado. Hac¨ªa justamente 10 a?os que hab¨ªan perdido la vida su hijo mayor, su nuera y uno de sus buceadores en una de las expediciones submarinas. Pero no. El d¨ªa que tanto esperaba hab¨ªa llegado. El grueso del tesoro del Nuestra Se?ora de Atocha estaba ah¨ª, esperando ser recuperado.
Mel Fisher se hab¨ªa retirado de su profesi¨®n de criador de pollos 21 a?os atr¨¢s. Decidi¨® un d¨ªa que lo que ten¨ªa como pasatiempo hab¨ªa ido ocupando con el tiempo una parte demasiado importante de su vida, y decidi¨® dedicarse a ello. Ya a los 11 a?os se hab¨ªa fabricado una escafandra con una lata grande y casi muri¨® ahogado al intentar utilizarla. A?os m¨¢s tarde encontr¨® en una gu¨ªa de tesoros submarinos un dato que marc¨® su futuro. La historia del hundimiento de los galeones Nuestra Se?ora de Atocha y Santa Margapita en los cayos de Matecumbe, en 1622, le impresion¨®. Poco tiempo despu¨¦s conoci¨® al historiador Eugene Lyon, y cuando se enter¨® de que ¨¦l le¨ªa y pod¨ªa interpretar textos en castellano de los siglos XVI y XVII, le pidi¨® su colaboraci¨®n. La m¨¦dula del equipo de trabajo hab¨ªa tomado forma y dos aventuras personales, divergentes y complementarias a la vez, hab¨ªan empezado. Uno de ellos luchaba contra la naturaleza, el otro lidiaba con viejos legajos casi indescifrables.
Primer buscador
Eugene Lyon, profesor de Histo ria en la universidad de Florida, estaba a punto de viajar a Sevilla para preparar una tesis con informaci¨®n del Archivo de Indias. "Fue a principios de 1970, buscando datos sobre Pedro Men¨¦ndez de Avil¨¦s, el fundador de la Florida espa?ola, entre la documentaci¨®n de la Contadur¨ªa de Cuba, cuando encontr¨¦ los pape les de Francisco Nu?ez Meli¨¢n, el primero que intent¨® la b¨²squeda y recuperaci¨®n del Santa Margarita, poco despu¨¦s de su hundimiento. Sus cuentas inclu¨ªan des de los a?os 1626 hasta 1631 y relataban su tarea de b¨²squeda de los restos del Santa Margarita", coment¨® Lyon a este peri¨®dico."Mel Fisher es un aut¨¦ntico aventurero, un jugador, un gambler supremo, apostador, intr¨¦pido. En su vida personal es un hombre de familia que disfruta con sus nietos, y la familia tiene gran importancia para ¨¦l. Pero al mismo tiempo puede irse, a su edad, 66 a?os, a cualquier parte del mundo buscando aventuras Es un hombre interesante. Su rostro no muestra sus emociones, pone cara de p¨®quer, no es hombre de muchas palabras. Es dif¨ªcil averiguar lo que piensa, pero lo que dice es siempre interesante. Creo que estar¨¢ pensando en nuevas aventuras hasta el momento de su muerte".
"Creo que para m¨ª sobre todo ha sido una aventura de la mente", afirm¨® Lyon, 9a de poder hacer coincidir la documentaci¨®n sobre un buque hundido con el lugar real donde esto sucedi¨®. Y sobre todo el poder identificarlo definitivamente a la medida de los documentos. En 1973, cuando encontramos tres lingotes de plata, pudimos identificar los n¨²meros seriales, el peso de cada lingote y la ley de la plata tanto en el registro como en el lingote mismo".
"En cuanto a los caflones de bronce [han encontrado nueve], hemos podido confirmar que eran aqu¨¦llos por el n¨²mero de peso grabado en los ca?ones y la lista de armas del Atocha y del Margarita, escrita en Cadiz antes de su salida hacia Am¨¦rica. Por eso para m¨ª la aventura termin¨® una vez probado esto".
Ambas naves se hundieron en una tempestad en el estrecho de Florida con toda su valiosa carga. La piezas que se pondr¨¢n a subasta los pr¨®ximos d¨ªas 14 y 15 en la casa Christie's de Nueva York constituyen el m¨¢s importante lote de tesoros ofrecidos a la venta. "S¨ª, son importantes cada una de las piezas que se ofrecen en subasta, pero con respecto a la totalidad del hallazgo son una parte peque?a", aclara Lyon.
"Por ejemplo, han encontrado novecientos y pico lingotes de plata, 140.000 monedas de plata y muchas cosas m¨¢s. Pero hay que decir que la mayor¨ªa de las piezas importantes se queda en el Museo de Key West para siempre. Por eso este museo se ha constituido como una sociedad sin fines lucrativos. La mayor¨ªa de las piezas recuperadas antes de 1985 quedan para el p¨²blico. Los objetos que se subastar¨¢n incluyen piezas maravillosas, sobre todo las de plata dorada encontradas en el Atocha".
Valor cultural
El valor arqueol¨®gico y cultural de los objetos encontrados es mayor que el econ¨®mico, seg¨²n Eugene Lyon. "Para m¨ª las cosas que se tienen de arte inca-espa?ol, de artesan¨ªa mestiza, son de las m¨¢s interesantes. Los plateros de Lima, con artesanos indios, hicieron estas piezas, de suma importancia cultural. Desde Lima o Potos¨ª ven¨ªa la plata labrada para utensilios lit¨²rgicos; cerca de 200 piezas"."Tambi¨¦n hab¨ªa instrumentos de navegaci¨®n. En 1985 se encontr¨® lo que creo que era la caja del piloto del Atocha, Mart¨ªn Jim¨¦nez, y cinco astrolabios m¨¢s. Todos estaban bien conservados y uno de ellos se subasta. Cerca de esta caja se encontr¨® la mayor¨ªa de las esmeraldas, m¨¢s de 3.000, aunque unas 2.000 eran de poco valor".
"Todo esto no es un tesoro para vender, es un tesoro cultural con el que podemos abrir la puerta al siglo en que el Imperio espa?ol fue el m¨¢s poderoso del mundo, en que las culturas del Nuevo Mundo se mezclaron, y hemos encontrado claves para investigar con mayor profundidad c¨®mo viv¨ªan".
Babelia
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