El error de Legan¨¦s
A prop¨®sito del asalto de los GEO, el lunes 23 de mayo, a una casa del barrio de Legan¨¦s en la que supon¨ªan que se hallaba secuestrado por ETA Emiliano Revilla, dos lectores de EL PA?S protestan porque no han hallado en las p¨¢ginas del diario las explicaciones que dio el ministro del Interior en el Congreso de los Diputados el d¨ªa 31 de mayo.Uno de estos lectores recuerda al ombudsman -y pone ¨¦nfasis en el recordatorio- que en el editorial del d¨ªa 25 titulado Nadie da la cara se dec¨ªa: "Forma parte de la concepci¨®n democr¨¢tica el que, cuando se cometen errores, los responsables pol¨ªticos se adelanten a ofrecer explicaciones ante sus representados". El editorial alud¨ªa a la "sarta de vergonzosos silencios" que hab¨ªa ofrecido el Gobierno hasta aquel momento. "La pat¨¦tica aparici¨®n", dec¨ªa el editorialista, "de un mandado del Ministerio del Interior [jefe de prensa de la Secretar¨ªa de Estado para la Seguridad] dando la cara por sus jefes ante la opini¨®n p¨²blica horas despu¨¦s del asalto realizado por la polic¨ªa a un pac¨ªfico domicilio de Legan¨¦s constituye una resplandeciente ilustraci¨®n de la irresponsabilidad de los miembros de este Gobierno, que, cambie o no en el inmediato futuro, se comporta ya a las claras como si estuviera liquidado". A?ad¨ªa m¨¢s adelante que "en manera alguna" el ministro del Interior "puede delegar en un bur¨®crata de la casa la responsabilidad de dar la cara y responder con sus explicaciones a las inquietudes que lo sucedido el lunes ha sembrado en la opini¨®n p¨²blica".
La opini¨®n de EL PA?S era contundente: "Dar la cara en estas situaciones es lo menos que se puede pedir a quienes se arrogan en determinadas circunstancias el poder de disponer de las vidas y las haciendas de los ciudadanos en aras de la defensa de intereses que se consideran superiores". Y conclu¨ªa: "Porque lo de Legan¨¦s fue un error, pero, por lo que se va sabiendo, no fue fortuito. Y no lo cometi¨® la polic¨ªa, sino sus dirigentes pol¨ªticos".
La primera declaraci¨®n de car¨¢cter p¨²blico de un miembro del Gobierno sobre el asunto la ofreci¨® el ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, el d¨ªa 25. En el segundo telediario de Televisi¨®n Espa?ola dijo: "Hemos reconocido el error". "Las personas que estudiamos el asunto de Legan¨¦s", asegur¨®, 9legamos a la conclusi¨®n de que era necesaria una actuaci¨®n de ese tipo" (EL PA?S, 26 de mayo).
El 28 de mayo se hizo p¨²blico que Barrionuevo explicar¨ªa el martes 31 en las Cortes aquel error. Por fin -eso s¨ª, con m¨¢s de una semana de retraso- alguien iba a dar la cara de forma oficial ante los representantes de los ciudadanos, y ¨¦stos podr¨ªan saber lo que hab¨ªa ocurrido.
Y lleg¨® el martes 31. El ministro del Interior compareci¨® ante la Comisi¨®n de Justicia e Interior del Congreso para informar. ?Qu¨¦ inform¨®? ?Qu¨¦ explicaciones dio a los diputados sobre el error cometido? De estas cuestiones, los lectores de EL PA?S se quedaron en blanco; no saben m¨¢s que "el ministro explic¨® la 'operaci¨®n policial fallida, cuyo objeto era liberar a Emiliano Revilla', ( ... ) en la que los GEO irrumpieron por error en una vivienda en el convencimiento de que ah¨ª estaba" el secuestrado. ?Qu¨¦ dijo? ?En que consisti¨® su explicaci¨®n? En la informaci¨®n de EL PA?S no aparecen? por asomo. ?Por qu¨¦ el peri¨®dico no facilit¨® a sus lectores noticia cabal de las explicaciories que dice que ofreci¨® Barrionuevo sobre el error de Legan¨¦s? La cr¨®nica de Anabel D¨ªez acerca de la sesi¨®n en el Congreso gir¨®, b¨¢sicamente, sobre algunos alegatos de los diputados contra la forma en que se realiz¨® la acci¨®n policial y la manifestaci¨®n de Barrionuevo de estar convencido ole su continuidad en el cargo.
La redactora Anabel D¨ªez reconoce que los lectores tienen raz¨®n al quejarse de no encontrar la informaci¨®n que esperaban. "Llevada err¨®neamente", explica, "por la impresi¨®n de que los lectores conoc¨ªan todos los pormenores de los hechos contados por este peri¨®dico en d¨ªas anteriores, y toda vez que el ministro no aport¨® ning¨²n dato nuevo de los ya conocidos, como as¨ª pusieron de manifiesto todos los portavoces de la oposici¨®n, s¨®lo recog¨ª los aspectos de filosof¨ªa pol¨ªtica que centraron el debate durante cuatro horas". Anabel Diez admite tambi¨¦n que es evidente que los lectores no tienen por qu¨¦ leer el peri¨®dico cotidianamente, "y que, aunque durante varios d¨ªas se hable de un mismo hecho, hay que recordar los aspectos y los datos esenciales cada vez que se escribe sobre ¨¦l".
Dar por sentado que todos los lectores est¨¢n en antecedentes de lo que ocurre es un frecuente fallo que se comete en las redacciones de los peri¨®dicos. El subdirector de EL PA?S Miguel ?ngel Bastemer manifiesta a este respecto: "La tendencia del redactor a sobreentender contenidos informativos que, normalmente, repiten situaciones o declaraciones anteriores de personajes de la vida p¨²blica es bastante frecuente". "Es un caso claro", dice, "de falta de seguimiento de una informaci¨®n, de anuncio de unas expectativas informativas que luego no se cumplen -al menos totalmente- por omisi¨®n descuidada del periodista". Bastenier confiesa adem¨¢s: "Es responsabilidad tambi¨¦n de los que supervisamos las informaciones cerciorarnos -cosa que evidentemente no hicimos en este caso- de que las leg¨ªtimas expectativas de informaci¨®n se cumplan plenamente".
Las cosas, pues, no se hicieron como mandan los c¨¢nones. En principio, las informaciones de los diarios se redactan como si el ciudadano que las va a leer no tuviera otra referencia de los hechos que la ofrecida en ese momento. No s¨®lo por servir al lector, que es la raz¨®n primordial -el lector no est¨¢ obligado a saber lo que pasa; precisamente adquiere el peri¨®dico para que se lo cuenten los periodistas-, sino tambi¨¦n por un servicio a la historia de cada d¨ªa.
?Situaci¨®n tragic¨®mica?
Ya en abril ¨²ltimo, el ombudsman se hac¨ªa eco de la pregunta de un lector acerca de la publicidad de una cl¨ªnica especializada en en la detecci¨®n precoz de algunos c¨¢nceres -"Usted mismo, ?a qu¨¦ espera ... ?", se titulaba- publicada desafortunadamente justo bajo unas esquelas mortuorias. Preguntaba el comunicante: "?Su Libro de estilo dice algo sobre la ubicaci¨®n de la publicidad respecto a los textos cercanos a determinada clase de reclamos?".
Un caso que puede tener alguna analog¨ªa con aqu¨¦l se ha repetido. El pasado 25 de mayo se public¨® un art¨ªculo de Juan Jos¨¦ Moreno Cuenca, el Vaquilla, "recluso que ha alcanzado notoriedad", se dec¨ªa en la presentaci¨®n del trabajo, "porque su caso ha sido llevado al cine". Con el, t¨ªtulo La vida en prisi¨®n / Nuestras c¨¢rceles sin demagogia, Moreno se solidarizaba con sus compa?eros en reivindicaciones hist¨®ricas de los presos espa?oles. Y ped¨ªa tambi¨¦n m¨¢s seguridad en el interior de las prisiones.
Un lector ha reparado que al pie de este art¨ªculo aparecen dos anuncios que invitan a meditar sobre si fue acertado su emplazamiento. Uno, de una marca "especialista en seguridad total" -cerraduras de alta seguridad, puertas blindadas y acorazadas, cajas fuertes, alarmas... -, y otro, sobre unos chal¨¦s de lujo "con etiqueta".
Dice el lector: "Junto al dramatismo del art¨ªculo contrastaban un poco los anuncios y hac¨ªan la situaci¨®n un tanto tragic¨®mica". "Seg¨²n mi opini¨®n", escribe, "deber¨ªan cuidarse un poquito estos detalles, a no ser que lo que se pretenda sea precisamente eso".
No, no se pretend¨ªa eso. Ocurri¨®, como en el caso de abril, que en la revisi¨®n de las pruebas de p¨¢gina nadie se percat¨® de esa posible interpretaci¨®n.
La sensibilidad del lector es evidente tanto ante el drama que se vive en las c¨¢rceles como ante la inoportunidad del emplazamiento de esos dos anuncios.
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