En el l¨ªmite de lo humano
LA EXPANSI?N del s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) -unida a una masificac¨ª¨®n incontenible- amenaza con convertir las prisiones espa?olas en lugares de exterminio m¨¢s parecidos a guetos o a campos de concentraci¨®n que a centros penitenciarios propios de sociedades desarrolladas. El informe del anterior defensor del pueblo sobre la situaci¨®n de las c¨¢rceles, recibido con animosidad y silencio por el Gobierno, fue un aviso autorizado de lo que est¨¢ ocurriendo en el interior del mundo carcelario. Otros documentos m¨¢s recientes abundan en la gravedad de una situaci¨®n que, por m¨¢s esfuerzos que se hagan desde los estamentos oficiales para ocultarla, no por ello deja de existir. El miedo a las palabras no debe impedirnos calificar en sus verdaderos t¨¦rminos lo que est¨¢ ocurriendo, por mucho que la expresi¨®n "exterminio" est¨¦ siendo utilizada alevosamente en los ¨²ltimos meses por los corifeos de quienes est¨¢n m¨¢s lejos de sufrir esa situaci¨®n: los presos etarras, tratados con una consideraci¨®n mayor que la que merecen otros delincuentes menos organizados.Con ocasi¨®n de la IV Conferencia Internacional sobre el SIDA, celebrada hace d¨ªas en Estocolmo, se ha hecho p¨²blico que las c¨¢rceles madrile?as de Carabanchel (hombres) y Yeser¨ªas (mujeres) contienen el mayor porcentaje (44%) de reclusos infectados de entre todas las prisiones de un numeroso grupo de pa¨ªses fuertemente afectados por la enfermedad. El dato no es nuevo, pero su publicaci¨®n en tan importante foro internacional y cient¨ªfico tal vez consiga lo que no han logrado las denuncias anteriores: inquietar a los responsables de tanto dolor y miseria. No es casualidad ni mala suerte, ni son los hados del destino los que han hecho que la situaci¨®n llegue a este l¨ªmite de inhumanidad. Es el Gobierno socialista el que ha contemplado esta degradaci¨®n sin atajarla.
El tiempo urge, porque cada nuevo dato que se conoce sobre el deterioro asistenclal y sanitario en las prisiones espa?olas revela que nos encontramos ante una situaci¨®n l¨ªmite. El m¨¦dico de la prisi¨®n de Basauri (Vizcaya) reconoce que el 70% de los 254 ¨ªnternos de este centro est¨¢n afectados por el virus del SIDA, y un informe de la Asociaci¨®n de Colaboradores con las Presas (Acope) admite que el 80% de las 500 reclusas de Yeser¨ªas -poblaci¨®n que supera con mucho la- capacidad te¨®rica del centro- son consumidoras de drogas y, por tanto, f¨¢ciles presas del contagio por v¨ªa intravenosa.
Todos estos datos constituyen irrebatibles testimonios de que la pol¨ªtica de reinserci¨®n social del recluso con la que los socialistas iniciaron su gesti¨®n es hoy poco m¨¢s que un recuerdo. Tras la eclosi¨®n reformista de la ¨¦poca de Mart¨ªnez Zato al frente de la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias (1983-1985), en la que se mantuvo poco menos que a punta de lanza la defensa de los derechos legales de los presos, la pol¨ªtica practicada por los socialistas ha ido de mal en peor, atrapada en las contradicciones por las que ha discurrido la actitud global del Gobierno ante el orden p¨²blico y la seguridad ciudadana. Resultado de todo ello es que las c¨¢rceles espa?olas est¨¢n ahora m¨¢s atestadas que nunca (30.054 reclusos a mediados de este mes), lo que hace materialmente imposible poner en pr¨¢ctica en su interior los principios recogidos con ¨¦nfasis en la Constituci¨®n y en las leyes penitenciarias. Pero no por eso la seguridad ciudadana ha mejorado. El triunfo de las teor¨ªas de Barrionuevo frente a las de Ledesma ha propiciado as¨ª la extensi¨®n de la delincuencia, el aumento de la marginaci¨®n social, el deterioro del orden p¨²blico y la conversi¨®n de las c¨¢rceles en verdaderos guetos.
No parece que la reacci¨®n de los responsables de tan catastr¨®fica situaci¨®n vaya m¨¢s all¨¢ de reforzar a¨²n m¨¢s las medidas de silencio con que pretenden poner sordina a los gritos de angustia que vienen de las c¨¢rceles. Es la inevitable secuela de una concepci¨®n del manten.imiento del orden p¨²blico tan vergonzantemente represora como espantosamente in¨²til.
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