"Estoy dispuesto a dar mi vida por Pedro, pero por el Vaticano es otra cosa", afirma el obispo Casald¨¢liga
En camisa, sin anillo ni pectoral y con un collar indio al cuello, Pedro Casald¨¢liga, catal¨¢n, claretiano y obispo de S?o F¨¦lix (Brasil), fue recibido ayer por la ma?ana en audiencia por el papa Juan Pablo II. Delgado como un junco, vivo como un lince, sabio, ir¨®nico y socarr¨®n como un pay¨¦s catal¨¢n, reconoci¨® no tener problemas de fe. "Se lo he dicho al cardenal Ratzinger", dijo, "y estoy dispuesto a dar mi vida en cualquier instante por Pedro, pero por el Vaticano es otra cosa".
El obispo Casald¨¢liga inform¨® ayer a los periodistas, tras ser recibido por el Papa, que Ratzinger, tras un interrogatorio de hora y media en el que estuvo presente tambi¨¦n el cardenal africano Gant¨ªn, prefecto de la congregaci¨®n de obispos, le dijo: ",?Y ahora cuidado con los periodistas!". Casald¨¢liga le respondi¨® que hab¨ªa esperado el encuentro con el Papa y que despu¨¦s se sent¨ªa libre de hablar, porque "la comunicaci¨®n es parte de la fe".Ratzinger y Gant¨ªn le pidieron m¨¢xima reserva sobre las dos cartas que le enviaron inst¨¢ndole a que acudiera a Roma en visita ad limina, y dijo que no se sent¨ªa un "rebelde sin causa". 'Si acaso", a?adi¨®, "un peque?o rebelde con causa, la de Jes¨²s". Coment¨® que Ratzinger y Gant¨ªn le hicieron "un examen de rebeld¨ªa" sobre doctrina y obediencia y le acusaron de haber dicho que el segundo documento sobre la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n "correg¨ªa" el primero. Casald¨¢liga respondi¨® que el propio Papa le hab¨ªa confiado a un cardenal que el primero, el negativo, lo hab¨ªa escrito Ratzinger, pero ¨¦ste le replic¨®: "Bueno, eso son bromas del Papa".Le han acusado tambi¨¦n de incorporar ritos no can¨®nicos en los sacramentos. "Cuando alzo la Hostia y digo '¨¦ste es el cordero de Dios que quita los pecados del mundo', me gusta a?adir: 'y tambi¨¦n la injusticia y la muerte'. Curiosamente, monse?or Fernando Sebasti¨¢n -no dir¨¢n ustedes que es un progresistavino a visitarme cuatro veces a Brasil y me dijo que consideraba mi apostilla muy interesante".
Rapapolvos
Casald¨¢liga confes¨® que es muy devoto del Esp¨ªritu Santo, "pero reconozco que tiene dos alas y que a la Iglesia le gusta m¨¢s recortarle la izquierda". Y a?adi¨®: "Lo justo ser¨ªa que todos respet¨¢semos ambas alas". Se refer¨ªa a la comprensi¨®n que el Vaticano ha tenido por ejemplo con Lefebvre y las incomprensiones con los te¨®logos de la liberaci¨®n.El Papa ten¨ªa un informe sobre el obispo de los indios en sumesa. "En verdad me escuch¨® y no me ech¨® un rapapolvos. Pod¨ªa haberlo hecho, como nosotros podemos ech¨¢rselo a ¨¦l, porque si no se escandalizan ustedes yo dir¨ªa que si Pedro tiene el deber de confirmar en la fe a los obispos, tambi¨¦n nosotros podemos confirmarlo a ¨¦l fraternamente en la ?:'e". Y record¨® que si Pablo no hubiese discutido con Pedro, "hoy ser¨ªainos todos jud¨ªos".Casald¨¢liga le record¨® que durante su visita a Manaus, un indio le dijo que aquella tierra era de ellos "cuando nos descubrieron los europeos; que los cristianos los estaban exterminando y que el programa de la visita preve¨ªa s¨®lo que el Papa nos viera bailar en la calle". Seg¨²n Casald¨¢liga, ese indio fue martirizado por los latifundistas poco despu¨¦s de su visita.
A este obispo le reprochan que se preocupa m¨¢s de los pecados sociales que de los personales. "Yo he recordado a Ratzinger y al Papa que cuando nosotros celebramos la Eucarist¨ªa ofrecemos a Dios el pan y el vino fruto de la tierra y del trabajo humano y, supongo, que no estamos hablando de una tierra sosegada, sino m¨¢s bien empapada de tanta sangre de hombres y mujeres". Considera injustas las dos cartas que Roma le envi¨® exigi¨¦ndole venir al Vaticano. Y cont¨® que hace nueve a?os monse?or Falcao, arzobispo de Brasilia, a quien el Papa acaba de hacer cardenal, le hizo una visita apost¨®lica inquisitorial de tres d¨ªas. "Nunca consegu¨ª", dijo, "saber si me hab¨ªa canonizado, excomulgado o perdonado. Lo pregunt¨¦ muchas veces, incluso al nuncio, y, nada. Y ahora, despu¨¦s de nueve a?os, me dicen que tengo que correr a Roma porque de que aquella visita surgieron los problemas graves.
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