"La curia tiene poderes poco compatibles con los derechos humanos"
Texto de la carta entregada por el obispo Pedro Casald¨¢liga al papa Juan Pablo II en la visita que ha efectuado a Roma
Querido papa Juan Pablo II, hermano en Jesucristo y pastor de nuestra Iglesia: (...)Hace 18 a?os que estoy en Brasil, para donde vine voluntariamente como misionero. Nunca m¨¢s regres¨¦ a mi pa¨ªs natal, Espa?a, ni con ocasi¨®n de la muerte de mi madre. Nunca tom¨¦ unas vacaciones en todo este tiempo. No he salido de Brasil en 17 a?os. En estos 18 a?os viv¨ª y trabaj¨¦ en el noreste del Estado de Mato Grosso como el primer sacerdote con morada permanente en aquella regi¨®n. Ya hace 15 a?os que soy obispo de la prelatura de Sao F¨¦lix de Araguaia.
La regi¨®n de la prelatura est¨¢ situada en el Amazonas legal brasile?o y abarca un ¨¢rea de 150.000 kil¨®metros cuadrados. No cuenta hasta hoy con un palmo de carretera asfaltada. S¨®lo recientemente se ha instalado el servicio telef¨®nico. Frecuentemente la regi¨®n permanece aislada o comunicada muy precariamente a causa de las lluvias e inundaciones que interrumpen los caminos. Es ¨¢rea de latifundios, nacionales y multinacionales, con haciendas agropecuarias de centenas de millares de hect¨¢reas, con los empleados viviendo frecuentemente en r¨¦gimen de violencia y de semiesclavitud Vengo acompa?ando la dram¨¢tica vida de los ind¨ªgenas, de los poseiros (labradores sin t¨ªtulos de tierra) y de los peones (trabajadores braceros del latifundio). Toda la poblaci¨®n en general, dentro de la prelatura, viene siendo forzada a vivir precariamente, sin servicios adecuados de educaci¨®n, salud, transporte, vivienda, seguridad jur¨ªdica y sobre todo sin tierra garantizada para trabajar.
Persecuci¨®n. Bajo la dictadura militar, el Gobierno intent¨® por cinco veces mi expulsi¨®n del pa¨ªs Cuatro veces fue cercada la prelatura entera por operaciones militares de control y de presi¨®n. Mi vida y la vida de varios sacerdotes y agentes de pastoral de la prelatura ha sido amenazada y puesta p¨²blicamente a precio. En varias ocasiones, estos sacerdotes, agentes de pastoral y yo mismo fuimos presos; varios de ellos, tambi¨¦n torturados. El padre Francisco Jentel fue preso, maltratado, condenado a 10 a?os de prisi¨®n, posteriormente expulsado de Brasil llegando a morir exiliado, lejos de su pa¨ªs de misi¨®n. El archivo de la prelatura fue violado y saqueado por el Ej¨¦rcito y por la polic¨ªa. El bolet¨ªn de la prelatura fue editado de manera falsificada por los ¨®rganos de represi¨®n del r¨¦gimen y as¨ª divulgado por la gran prensa para servir de prueba de acusaci¨®n contra la prelatura. Todav¨ªa en este momento tres agentes de pastoral se hallan sometidos a procesos judiciales, bajo acusaciones falsas Yo personalmente tuve que presenciar muertes violentas, como la del padre jesuita Jo¨¢o Bosco Penido Burnier, asesinado a mi lado por la polic¨ªa, cuando los dos nos presentamos ante la delegaci¨®n de la prisi¨®n de Riberao Bonito para reclamar oficialmente contra las torturas a que estaban siendo sometidas dos mujeres labradoras, madres de familia e injustamente presas.
A lo largo de todos estos a?os se multiplicaron las incomprensiones y las calumnias de los grandes propietarios de tierras, ninguno de los cuales vive en la regi¨®n, y de otros poderosos del pa¨ªs y del exterior. Tambi¨¦n dentro de la propia Iglesia surgieron algunas incomprensiones de hermanos que desconocen la realidad del pueblo y de la pastoral en estas regiones acosadas y violentas, donde el pueblo con frecuencia tiene a su favor apenas la voz de aquella Iglesia que intenta colocarse a su servicio.
Ind¨ªgenas. Adem¨¢s de estos sufrimientos vividos dentro del ¨¢mbito de la prelatura como responsable nacional de la Comisi¨®n Pastoral de la Tierra y como miembro participante del Consejo Indigenista Misionero, me toc¨® acompa?ar muy de cerca las tribulaciones y hasta la muerte de tantos ind¨ªgenas, labradores, agentes de pastoral y de personas comprometidas con la causa de estos hermanos, prohibidos, por la ganancia del capital, hasta de sobrevivir. Entre ellos se encuentra el indilio Marcal, guaran¨ª, que le salud¨® a usted personalmente en Manaus en nombre de los pueblos ind¨ªgenas de Brasil. (...)
Dos cartas del cardenal Gantin, prefecto para la Congregaci¨®n de los Obispos, y un comunicado de la nunciatura recibido recientemente me llevaron finalmente a escribirle esta carta. Esas tres comunicaciones urg¨ªan mi visita ad limina, interpelaban aspectos de la pastoral de la prelatura y censuraban mi ?da a Am¨¦rica Central. (...)
Evangelio y pobreza. No tome como impertinencia la alusi¨®n que har¨¦ a (...) situaciones (...) controvertidas en la Iglesia (...) y hasta impugnadas, sobre todo hoy, cuando el esp¨ªritu cr¨ªtico y el pluralismo atraviesan tambi¨¦n fuertemente la vida eclesi¨¢stica. Abordar nuevamente estos asuntos inc¨®modos hablando con el Papa es para m¨ª expresar la corresponsabilidad en relaci¨®n con la voz de millones de hermanos cat¨®licos -de muchos obispos tambi¨¦n- y de hermanos no cat¨®licos, evang¨¦licos, de otras religiones, humanos. Como obispo de la Iglesia cat¨®lica puedo y debo dar a nuestra Iglesia esa contribuci¨®n: pensar en voz alta mi fe y ejercer, con libertad de familia, el cargo de la colegialidad corresponsable. Callar, dejar correr con cierto fatalismo la fuerza de estructuras seculares, ser¨ªa seguramente lo m¨¢s c¨®modo. Pero no pienso que fuese lo m¨¢s cristiano, ni siquiera lo m¨¢s humano. (...) No podemos decir con mucha verdad que ya hicimos la opci¨®n por los pobres. En primer lugar, porque no participamos la pobreza real por ellos experimentada en nuestras vidas y en nuestras instituciones. Y en segundo lugar porque no obramos frente a la riqueza de la iniquidad con aquella libertad y firmeza empleadas por el Se?or. La opci¨®n por los pobres, que no excluir¨¢ nunca la persona de los ricos -por cuanto la salvaci¨®n es ofrecida a todos, y a todos se debe el ministerio de la Iglesia-, s¨ª excluye el modo de vida de los ricos, "insulto a la miseria de los pobres", y su sistema de acumulaci¨®n y privilegio, que necesariamente despoja y margina a la inmensa mayor¨ªa de la familia humana, pueblos y continentes enteros. (...)
Curia. Para muchos de nosotros ciertas estructuras de la curia no responden al testimonio de simplicidad evang¨¦lica y de comuni¨®n fraterna que el Se?or y el mundo reclaman de nosotros; ni traducen en sus actitudes, a veces centralizadoras e impositivas, una catolicidad verdaderamente universal; ni respetan siempre las exigencias de una corresponsabifidad adulta, ni incluso a veces los derechos b¨¢sicos de la persona humana o de los diferentes pueblos. No faltan con frecuencia en sectores de la curia romana prejuicios, atenci¨®n unilateral para las informaciones e incluso posturas, m¨¢s o menos inconscientes, de etnocentrismo cultural europeo frente a Am¨¦rica Latina, ?frica y Asia.
Marginaci¨®n de la mujer. Nadie puede negar con frialdad de ¨¢nimo que la mujer contin¨²a siendo fuertemente marginada en la Iglesia: en la legislaci¨®n can¨®nica, en la liturgia, en los ministerios, en la estructura eclesi¨¢stica. Para una fe y una comunidad de aquella buena nueva que no discrimina entre "jud¨ªo y griego, libre y esclavo, hombre y mujer", esta discriminaci¨®n de la mujer en la Iglesia nunca podr¨¢ ser justificada. (Tradiciones culturales masculinizantes que no pueden anular la novedad del Evangelio explicar¨¢n tal vez el pasado, no podr¨¢n justificar el presente, ni menos todav¨ªa el futuro inmediato).
Celibato. otro punto delicado en s¨ª y muy sensible para su coraz¨®n, hermano Juan Pablo, es el celibato. Yo personalmente nunca dud¨¦ de su valor evang¨¦lico y de su necesidad para la plenitud de la vida eclesial, (...)como un testimonio de la gloriosa condici¨®n futura. Sin embargo, pienso que no estamos siendo comprensivos ni justos con esos millares de sacerdotes, muchos de ellos en situaciones dram¨¢ticas, que aceptaron el celibato compulsoria¨ªnente, como exigencia, actualmente vinculante, para el ministerio sacerdotal en la Iglesia latina. Posteriormente, por causa de esta exigencia no vitalmente asumida, tuvieron que dejar el ministerio, no pudiendo regularizar su vida ni dentro de la Iglesia ni a veces en la misma sociedad.
Colegio cardenalicio. El colegio cardenalicio es privilegiado a veces con poderes y funciones que dificilmente se compaginan con los derechos anteriores y con las funciones m¨¢s eclesialmente connaturales del colegio apost¨®lico de los obispos como tal.
Nunciaturas. De las nunciaturas tengo personalmente una triste experiencia. Usted conoce mejor que yo la persistente reclamaci¨®n de conferencias episcopales, de obispos particulares, de presb¨ªteros, de grandes sectores de la Iglesia frente a una instituci¨®n tan marcada¨ªnente diplom¨¢tica en la sociedad y con frecuencia paralela en sus actuaciones junto a los episcopados.
T¨ªtulos. Juan Pablo, hermano, perm¨ªtame todav¨ªa una palabra de cr¨ªtica fraterna al propio Papa. Por m¨¢s tradicionales que sean los t¨ªtulos "Sant¨ªsimo Padre", "Su Santidad"... -como otros t¨ªtulos eclesi¨¢sticos de "Eminent¨ªsimo" "Excelent¨ªsimo"-, resultan evidentemente poco evang¨¦licos e incluso extravagantes, humanamente hablando. "No os dej¨¦is llamar padre o maestro", dice el Se?or. Como ser¨ªa m¨¢s evang¨¦lico -y tambi¨¦n m¨¢s accesible a la sensibilidad actual- simplificar la indumentaria, gestos, distancias, dentro de nuestra Iglesia.
Viajes. Pienso todav¨ªa que ser¨ªa muy apost¨®lico que usted procurase un asesoramiento suficientemente libre y participado de sus viajes, tan generosos e incluso heroicos en muchos aspectos, pero tan criticados, y a mi entender, no siempre sin motivos: ?no son ellos conflictivos para el ecumenismo -testamento de Jes¨²s pidiendo al Padre que siempre fu¨¦semos uno-, para la libertad religiosa en la vida p¨²blica pluralista? ?No exigen estos viajes grandes gastos econ¨®micos de las iglesias y de los Estados, al revestirse de una cierta prepotencia y de privilegios c¨ªvicopol¨ªticos con relaci¨®n a la Iglesia cat¨®lica, en la persona del Papa, y que se tornan irritantes para otros? (...)
Teolog¨ªa de la liberaci¨®n. s¨¦ tambi¨¦n de sus preocupaciones apost¨®licas respecto de nuestra teolog¨ªa de la liberaci¨®n, de las comunidades cristianas en los medios populares, de nuestros te¨®logos, de encuentros, de publicaciones y de otras manifestaciones de vitalidad de la Iglesia en Am¨¦rica Latina, de otras iglesias del Tercer Mundo y de algunos sectores de Iglesia en Europa y en Am¨¦rica del Norte. Ser¨ªa ignorar su misi¨®n de pastor universal pretender que usted no se interesase e incluso se preocupase por todo este movimiento eclesial, m¨¢xime cuando Am¨¦rica Latina representa casi la mitad de los fieles de la Iglesia cat¨®lica.
Otra vez, sin embargo, le pido venia para una palabra sentida, por el modo como vienen siendo tratados por la curia romana nuestra teolog¨ªa de la liberaci¨®n y nuestros te¨®logos, ciertas instituciones eclesi¨¢sticas -como la propia CNBB en determinadas ocasiones-, iniciativas de nuestras iglesias y algunas sufridas comunidades de este continente, as¨ª como sus animadores. (...)
Conf¨ªo en su oraci¨®n de hermano y de pont¨ªfice. Dejo en manos de Mar¨ªa, madre de Jes¨²s, el desafio de esta hora. Le reitero mi comuni¨®n de hermano en Jesucristo y, con el Se?or, mi condici¨®n de servidor de su Iglesia.
Con su bendici¨®n apost¨®lica.
Pedro Casald¨¢liga, obispo de Sao F¨¦lix do Araguaia (MT).
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