El ministro no tiene con qui¨¦n bailar

Los jueves por la noche se abre, hasta la madrugada del lunes, la discoteca Beirut, la mejor sala de fiestas de la capital de Guinea Ecuatorial. Las cinturas comienzan a cimbrearse al son de las rumbas. Las primeras en lanzarse a la pista son j¨®venes ecuatoguineanas sin pareja, entre ellas la ¨²ltima miss Malabo.El ¨²ltimo grito viene de Camer¨²n y Gab¨®n, en franc¨¦s, pero tambi¨¦n hay ¨¦xitos en espa?ol: "En un vuelo precioso de Iberia te conoc¨ª", canta Ma El¨¦, uno de los cl¨¢sicos de la canci¨®n ligera guineana. Hombres de negocios, cooperantes, miembros de embajadas extranjeras y personalidades del Gobierno guineano van llenando la sala.

Entre los adictos se halla Eloy El¨®. Est¨¢ algo indignado porque "las guineanas, acomplejadas por su color negro, s¨®lo quieren bailar con los blancos" y, en cambio, las blancas nunca quieren bailar con nosotros". "Es una cuesti¨®n puramente racista: ninguna blanca quiere bailar con africanos", se queja.

"Mire, es una verg¨¹enza", afirma el ministro se?alando a una joven guineana que baila abrazada a un blanco. "Los espa?oles no se contentan con que ellas s¨®lo quieran estar con los blancos, sino que no tienen escr¨²pulos en relacionarse con menores", subraya. Alguien comenta ¨¢cidamente, levantando su copa en direcci¨®n al afligido ministro: "Los blancos no son los ¨²nicos en preferirlas tiernas".