Steven J. Wallach
Una simbiosis perfecta con las computadoras
Este hombre pulcro y espigado, con aires de ejecutivo de Wall Street, tiene 45 a?os, est¨¢ casado con un ama de casa, es padre de dos hijos y ha nacido para crear. Como muy bien titula la novela El alma de una m¨¢quina, de la que es protagonista, su esp¨ªritu y las computadoras viven en una simbiosis perfecta. Prueba de ello son los m¨¢s de 30 inventos inform¨¢ticos patentados. J. Wallach ha venido a Espa?a para presentar lo que ¨¦l llama el "minisupercomputador", un ordenador gigante a tama?o reducido que consume la energ¨ªa de una plancha el¨¦ctrica y almacena tanta informaci¨®n como los viejos computadores que hasta ahora ocupaban varias plantas en los centros de datos.
Steven J. Wallach, vicepresidente de una multinacional, qued¨® inmortalizado para siempre en la novela El alma de una m¨¢quina (The soul of a new machine), ganadora del Premio Pulitzer en 1982. Su autora, Tracy Kidder, narra en clave de aventura la lucha de Wallach y su equipo contra el tiempo y la competencia en el duro proceso de creaci¨®n de un nuevo ordenador.J. Wallach naci¨® en Nueva York, y desde peque?o comenz¨® a jugar con aparatos el¨¦ctricos. "Mi padre, trabajador de artes gr¨¢ficas, me anim¨® siempre a que estudiase para no tener que trabajar con las manos como ¨¦l; por eso ahora me dedico a pensar y a crear". Cuando ten¨ªa 11 a?os ya participaba con sus propios inventos en las ferias cient¨ªficas que se organizaban en el colegio. A los 15 a?os, una enfermedad y el libro ?lgebra de Boole se?alar¨ªa definitivamente su destino. A partir de entonces todos los estudios realizados por Wallach y los muchos t¨ªtulos universitarios que ha ido acumulando entre Nuev York y Boston le han servido para ir avanzando en su pasi¨®n por la electr¨®nica.
"El futuro de la inform¨¢tica", -dice Wallach quien cre¨® su propia empresa en 1982-, "es ilimitado, porque todo lo que el hombre sea capaz de imaginar podr¨¢ hacerse si se desarrolla la tecnolog¨ªa necesaria". En un futuro pr¨®ximo el comportamiento humano se ver¨¢ profundamente modificado. "Cada d¨ªa que pasa es mayor el n¨²mero de personas que no necesitan ir a la oficina porque el trabajo que realizan lo resuelven en su casa desde una terminal conectada al ordenador central. Esto, indudablemente, modificar¨¢ la distribuci¨®n del tiempo y las costumbres". La aplicaci¨®n de la electr¨®nica al dise?o es uno de los ¨²ltimos hallazgos. La moda, los coches, los medicamentos y hasta el estudio del SIDA son analizados a trav¨¦s de este proceso, y lo que antes costaba varios a?os resolverlo ahora se consigue en urtos meses.
Como otros muchos americanos, este ejecutivo de ademanes reposados y largas pausas en su conversaci¨®n va todos los d¨ªas al gimnasio para practicar k¨¢rate, le gustan los coches europeos de carreras -tiene un Porsche- y dice sentir una gran frustraci¨®n cada vez que sale a la carretera por culpa de los l¨ªmites de velocidad impuestos en Estados Unidos. Los juegos electr¨®nicos no le roban tiempo, pero, en cambio, s¨ª utiliza el ordenador de su hijo para conectar con su oficina y seguir trabajando. Tiene otras man¨ªas, como la de tumbarse encima del ordenador cada vez que alg¨²n fot¨®grafo necesita hacerle fotos. "Al principio mis socios no lo ve¨ªan bien, pero ahora ya no dicen nada".
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