Par¨ªs, capital de 'Chiraqu¨ªa'
En el ¨²ltimo feudo de los neogaullistas funciona el modelo de Thatcher
Si Par¨ªs fuera Francia, Jacques Chirac ser¨ªa su presidente, y su partido, la neogaullista Asamblea para la Rep¨²blica (RPR), contar¨ªa con la mayor¨ªa en la Asamblea Nacional y con las riendas del Gobierno. Chirac obtuvo en Par¨ªs un 54,68% de votos en la segunda vuelta de la elecci¨®n presidencial. En las elecciones legislativas, el Partido Socialista s¨®lo consigui¨® en la capital cinco diputados sobre 21.
La Union du Rassemblement et du Centre (URC) lleg¨® a 16 diputados, cinco m¨¢s que la uni¨®n entre la RPR (Asamblea para la Rep¨²blica) y la UDF (Uni¨®n para la Democracia Francesa) en las elecciones legislativas de 1986, las que llevaron al Gobierno a Jacques Chirac. De los 16 diputados conservadores, 13 pertenecen a la RPR. En 1983, en las elecciones municipales, las listas de la derecha unida obtuvieron la mayor¨ªa en los 20 distritos de la ciudad. Desde entonces, Chirac no ha cesado de avanzar en Par¨ªs.Pero Par¨ªs no es Francia, a pesar de que el centralismo franc¨¦s y el enorme peso econ¨®mico, cultural y tur¨ªstico de la ciudad induzcan con frecuencia a la confusi¨®n. Jaeques Chirac se ha beneficiado de las excelentes rentas pol¨ªticas cosechadas desde la alcald¨ªa para avanzar en Par¨ªs de forma imparable y la RPR parece haber confundido en sus an¨¢lisis precisamente lo que pasaba en Par¨ªs con lo que suced¨ªa en el resto de Francia.
Mayoritarios en la capital, los neogaullistas perdieron el pasado 12 de mayo, por primera vez bajo la V Rep¨²blica, la primac¨ªa dentro de la derecha, superados por sus socios y en tantos aspectos rivales de la confederaci¨®n de centro-derecha Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF). Una vez escindida la UDF, con la formaci¨®n del grupo parlamentario Uni¨®n del Centro, los neogaullistas vuelven a ser la primera fuerza de la derecha, pero ni la RPR ni Chirac parecen haber recuperado su papel de primer plano, y es otro centrista, el ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, quien encabeza todas las iniciativas para intentar evitar la explosi¨®n de la derecha.
As¨ª, el chiraquismo, como continuaci¨®n y amalgama de las sucesivas herencias de De Gaulle -el gaullismo primigenio y el pompidouismo-, es cada vez m¨¢s un fen¨®meno parisiense.
Dentro de la propia RPR, la tendencia hegem¨®nica es la par?siense, formada por el ala dura del partido, los centuriones bragados en las peripecias m¨¢s oscuras del continuismo, mientras que los j¨®venes reformadores, como el ex ministro de Trabajo Philippe Seguin, el alcalde de Grenoble, Alain Carignon, o el ex ministro de Comercio Michel Noir, tienen sus feudos en provincias, al igual que sucede en la UDF. Hombres fraguados en el control del aparato del Estado, al estilo del ex ministro del Interior Charles Pasqua o del ex ministro de Ultramar y ahora presidente del grupo parlamentario Bernard Pons, forman la vieja guardia parisiense, derechizada y radicaflzada hasta la propensi¨®n al pacto con el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen.
En Par¨ªs la RPR ha conseguido evitar los problemas que traumatizan la vida de las derechas en el resto de Francia, donde el Frente Nacional avanza por su cuenta y se alimenta de las necesidades de alianzas contra los socialistas.
En la capital se produce lo que una parte de la derecha sue?a para Francia: los conservadores consiguen englobar a los sectores m¨¢s extremistas, con un discurso populista y ferozmente antisocialista, aunque a la vez alejado de las figuras m¨¢s odiosas del racismo.
O, dicho en otras palabras, funciona el modelo thatcheriano, en el que se combinan el pragmatismo de un liberalismo econ¨®mico a ultranza con la reaparici¨®n de un orgullo nacional y de un cierto rearme moral.
Cualquier mitin parisiense de los j¨®venes chiraquistas, aut¨¦nticos id¨®latras de Charles Pasqua, revela a la perfecci¨®n que se trata de una clientela id¨¦ntica a la de Le Pen, pero m¨¢s culta, m¨¢s adinerada y casi con mayor sentido est¨¦tico de la vida y de su posici¨®n social. Por el momento, no hay, pues, problema en Par¨ªs con el lepenismo: se halla absorbido en gran parte por el chiraquismo.
La circunscripci¨®n m¨¢s negra da un 13% para Le Pen en las legislativas. En la primera vuelta de las presidenciales, el l¨ªder de la ultraderecha obtuvo el 13,3%, cifra inquietante, pero lejos tambi¨¦n de sus resultados en el gran cintur¨®n de Par¨ªs y el resto de la regi¨®n de Ile-de-France (entre el 14,7% y casi el 20%), o de las regiones m¨¢s pardas de la costa mediterr¨¢nea. S¨®lo en tres barrios parisienses, los 18, 19 y 20, los m¨¢s humildes, donde Chirac cuenta con menos partidarios, Le Pen obtuvo entre el 16% y el 17%.
Tendencias en la derecha
La fuerza de la RPR, humor¨ªsticamente rebautizada por Le Monde como "Rassemblement pour Paris", es as¨ª su propia debilidad. Tres tendencias aparecen enfrentadas, bajo la mirada desviada y vac¨ªa de Jacques Chirac, todav¨ªa aturdido por la derrota: la tendencia de Charles Pasqua, partidaria de un partido de orden arrinconado en la derecha, cerrada a toda connivencia con la apertura de Mitterrand, dispuesta a invadir el espacio pol¨ªtico del Frente Nacional y aferrada al poder capitalino; la tendencia de Edouard Balladur, m¨¢s tecnocr¨¢tica y burguesa, que propugna la formaci¨®n de un gran partido conservador con el Partido Republicano de Fran?ois L¨¦otard, y la tendencia de Philippe Seguin, m¨¢s provinciana, dispuesta a remover en las ra¨ªces populistas del gaullismo, pero con vocaci¨®n centrista y renovadora, y alejada de toda veleidad de pacto con la extrema derecha.El primer derrotado de las elecciones es Balladur, que propugn¨® la cohabitaci¨®n -rentable s¨®lo para Mitterrand- y a quien se le considera responsable de la imagen aburguesada y alejada del pueblo proporcionada por el partido. Charles Pasqua, que podr¨ªa ser un gran perdedor, aparece como el aut¨¦ntico due?o del partido: ha colocado al duro Bernard Pons en la presidencia del grupo parlamentario y al par?siense Alain Jupp¨¦ en la secretar¨ªa del partido.
Pero quien juega como caballo, vencedor a plazo es Philippe Seguin, derrotado por un solo voto ante Pons, y expresi¨®n de los sectores m¨¢s j¨®venes y din¨¢micos del neogaullismo. Cuenta con 63 partidarios entre los 133 diputados gaullistas y tendr¨¢ ante s¨ª la enorme necesidad de contribuir a llenar el vac¨ªo que ocupa el centro de la vida pol¨ªtica francesa.
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