El Parlamento portugu¨¦s aprueba las "nuevas bases de la pol¨ªtica agr¨ªcola" propuestas por Cavaco Silva
El Parlamento aprob¨® ayer el proyecto del Gobierno de Cavaco Silva de "nuevas bases de la pol¨ªtica agr¨ªcola", considerado como el punto final de una tentativa fracasada de reforma agraria iniciada en el fervor revolucionario de 1974-1975. Miles de trabajadores agr¨ªcolas de las granjas colectivas implantadas en la gran llanura alentejana han invadido pac¨ªficamente Lisboa, pero sus protestas no impidieron a la mayor¨ªa socialdem¨®crata aprobar el proyecto de Cavaco Silva.
Organizados por los sindicatos de obreros agr¨ªcolas, de orientaci¨®n comunista, grupos de trabajadores de todas las granjas colectivas (UCP) que subsisten en la "zona de intervenci¨®n de la reforma agraria", al sur del Tajo, delimitada por la ley de 1976 (elaborada por los socialistas), poco m¨¢s de dos decenas, inicia ron el pasado domingo una marcha sobre Lisboa, en dos columnas que convergieron en las calles de la capital, hasta el palacio de San Bento, donde los diputados se preparaban a dar el carpetazo a sus sue?os de "la tierra para quien la trabaja".Estrellas, con los militares, de la revoluci¨®n de los claveles, fueron carne de ca?¨®n de una batalla pol¨ªtica cuyos objetivos sobrepasaban sus modestas reivindicaciones de trabajo y pan, y no han parado todav¨ªa de pagar el precio de ser considerados el "ej¨¦rcito de reserva del partido comunista"; 14 a?os despu¨¦s de la transici¨®n democr¨¢tica, no tienen siquiera el derecho al mismo salario m¨ªnimo que los obreros.
Junto a los portones de las grandes f¨¢bricas de la zona de Set¨²bal, tambi¨¦n duramente castigadas por la crisis y el paro, grupos de obreros manifestaron su solidaridad y prometieron apoyar la "defensa de la reforma agraria", pero los peque?os comit¨¦s carecen de entusiasmo y hab¨ªa algo de verg¨¹enza en los aplausos, en la falta de convicci¨®n de los gritos de "viva la reforma agraria", Iatifundios nunca m¨¢s" y "pan para todos".
Los manifestantes no se mostraban sorprendidos, ni siquiera amargados. En medio del c¨ªrculo de mujeres que se sent¨® para descansar sobre el c¨¦sped de un jard¨ªn p¨²blico de Barreiros, Luc¨ªa, de 52 a?os, recuerda los a?os del hambre, otras caminadas con ranchos de mujeres, de cortijo en cortijo, en las ¨¦pocas de cosecha del trigo o de la aceituna, pero admite que sus propios hijos ya no creen en la verdad de las historias que cuenta: "Lo tienen todo demasiado f¨¢cil, dicen que nosotros exageramos, que no pod¨ªa ser tan malo...".
Silencio constitucional
Los hombres cuentan otras historias. C¨®mo el hambre les oblig¨® a emigrar hacia las f¨¢bricas que en los a?os sesenta y setenta surg¨ªan en los alrededores de Lisboa, c¨®mo despu¨¦s del 25 de abril regresaron al Alentejo, atra¨ªdos por la consigna de la tierra para quien la trabaja, c¨®mo tuvieron que irse otra vez en busca de trabajo, para regresar finalmente al pueblo, cansados y ya sin esperanzas.Almeida Santos, el hist¨®rico del partido socialista, encargado de liderar la cr¨ªtica de su partido al proyecto de la ley agraria de Cavaco Silva, admite que se trata de una batalla perdida de antemano. No deber¨¢ haber, como en el caso de la legislaci¨®n laboral, el ¨²ltimo recurso al Tribunal Constitucional, porque el proyecto gubernamental viola "el esp¨ªritu, pero no la letra" de la Constituci¨®n vigente, porque "la reforma agraria no est¨¢ consagrada por la Constituci¨®n, que no define qu¨¦ es un latifundio".
El Gobierno defiende la necesidad de "resolver el problema de las tierras", de "acabar con la anarqu¨ªa" existente en la zona de la reforma agraria, donde nadie sabe a quien pertenece la tierra, para crear las condiciones para atraer inversiones, para la creaci¨®n de una agricultura moderna, rentable, que permita el progreso social de la poblaci¨®n rural. Pero los socialdem¨®cratas tambi¨¦n quieren lanzar una manta de silencio sobre el abandono del sue?o populista de Sa Carneiro de distribuci¨®n de las tierras en peque?as propiedades y explotaciones de tipo familiar.
La modernizaci¨®n del Alentejo exigir¨ªa inversiones masivas que nadie est¨¢ dispuesto a financiar. El Alentejo s¨®lo produce lo que sobra a la CE: cereales y carne. Todos los proyectos de Bruselas y otras instituciones internacionales se refieren a la desertizaci¨®n humana del Alentejo para servir la industria de la celulosa. Queda el problema social, pero el Mercado Com¨²n ayudar¨¢ a Portugal a pagar las jubilaciones anticipadas de sus campesinos. Lo peor es que, tal vez, los obreros agr¨ªcolas se dar¨ªan por satisfechos si alguien les garantizara que iban a recibir pensiones de 20.000 pesetas.
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