El fin del kadarismo
Hungr¨ªa parece ser el ¨²nico r¨¦gimen consolidado del Este tras las m¨¢s de tres d¨¦cadas que estuvo en el poder Janos Kadar, se?ala la autora. Sin embargo, el dirigente fue reemplazado en mayo en un clima de agotamiento y desfase de lo que fue el milagro h¨²ngaro. Si hubo alg¨²n rasgo extraordinario en Kadar, escribe Heller fue su capacidad de transformarse en jefe de un Gobierno de realismo represivo, combin¨¢ndolo con un lema: "Quien no est¨¢ contra nosotros est¨¢ con nosotros".
Durante los 32 a?os de Gobierno de Janos Kadar, Hungr¨ªa se convirti¨® en el Estado modelo del jruschovismo. Es m¨¢s, en este pa¨ªs parece haber el ¨²nico r¨¦gimen consolidado de Europa del Este, un logro nada despreciable si se tienen en cuenta sus pocos prometedores comienzos.Ser¨ªa una exageraci¨®n hist¨®rica afirmar que Kadar o los kadaristas aplastaron la revoluci¨®n democr¨¢tica y nacional de Hungr¨ªa en 1956. Kadar y sus colegas eran literalmente poco m¨¢s que marionetas de Jruschov y del Politbur¨® sovi¨¦tico. Llegaron a Budapest protegidos por los carros de combate sovi¨¦ticos, transmit¨ªan sus manifiestos por las radios del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico y estaban dirigidos y supervisados por los pol¨ªticos sovi¨¦ticos y el KGB. En un principio los kadaristas no ten¨ªan ej¨¦rcito ni polic¨ªa secreta, ni siquiera ten¨ªan partido propio. La suya era la t¨ªpica situaci¨®n de un Gobierno Quisling, y ¨¦se era el nombre que le daba la mayor¨ªa del pueblo h¨²ngaro en 1957-1958.
Si hubo alg¨²n rasgo extraordinario en el hombre de Estado que se retir¨® de la escena hist¨®rica el 22 de mayo sin ning¨²n gesto de grandeza, fue su capacidad de transformarse a s¨ª mismo y a su equipo de un r¨¦gimen Quisling en un Gobierno de realismo represivo que como tal fue aceptado por el pueblo en las d¨¦cadas de 1960 y 1970 como el mejor disponible. Kadar, ¨¦l mismo una v¨ªctima de los procesos estalinistas, sac¨® ciertas conclusiones razonables de su propio destino. La primera fue: persigue a tus enemigos, no a tus amigos y seguidores oportunistas. Y de hecho la persecuci¨®n de los l¨ªderes y militantes de 1956 prosigui¨® durante a?os con un rigor sin paliativos. Sin embargo, junto con su pol¨ªtica de represi¨®n, Kadar tambi¨¦n acu?¨® su famoso lema: "Quien no est¨¢ contra nosotros, est¨¢ con nosotros". ?sa fue la m¨¢xima del consenso t¨¢ctico, que estaba basado, indudablemente, en el miedo pero no en la irracional pesadilla estalinista.
La segunda conclusi¨®n que sac¨® Kadar de su propia historia y de la de su pa¨ªs fue un principio muy razonable, aunque no especialmente revolucionario: cuanto menos se ocupe la gente de la pol¨ªtica y los pol¨ªticos de las opiniones privadas de la gente, con m¨¢s suavidad puede funcionar un Gobierno omnipotente. As¨ª, el poder pol¨ªtico se mantuvo monol¨ªtico y, por tanto, objetivamente tir¨¢nico, pero el ciudadano de a pie, en tanto que no se le molestara a cada hora del d¨ªa, no percib¨ªa necesariamente la presencia de la tiran¨ªa. La direcci¨®n kadarista estaba dispuesta a llegar muy lejos con tal de lograr esta armon¨ªa social basada en una mentira fundamental. Fueron los primeros del bloque sovi¨¦tico que abrieron las fronteras a un turismo de masas del pueblo h¨²ngaro, que de esa forma empez¨® a sentir cada vez- menos el sofoco de la claustrofobia colectiva.
Al gozar de la ligera cooperaci¨®n de una burocracia eclesi¨¢stica (cat¨®lica y protestante) enormemente leal, e incluso servil, el Estado mostr¨® una indiferencia creciente hacia las creencias religiosas o de otro tipo de los ciudadanos. La pertenencia al partido era un apoyo ¨²til para la promoci¨®n personal, y no se cuestionaba la sinceridad de las convicciones si alguien se afiliaba al partido, pero ¨¦se ya no era un requisito absolutamente necesario. Los artistas, si eran apol¨ªticos, eran tolerados, seg¨²n expresi¨®n del propio partido, incluso aunque imitaran un modernismo de un tipo que en Occidente empezaba a ser vieux jeu.
?nica reforma
Finalmente, Kadar tambi¨¦n comprendi¨® que una mejora lenta pero constante del nivel de vida es un requisito necesario para la paz social de un pa¨ªs despolitizado. Su ¨²nica reforma estructural verdadera fue la transformaci¨®n de la agricultura en la d¨¦cada de 1960, en la que se toler¨® la iniciativa privada, que incluso se incentiv¨® y en cierta medida se legaliz¨® detr¨¢s de la fachada de un sistema de koljoz ?se fue el supremo resultado del realismo kadarista. No obstante en las dem¨¢s ¨¢reas las ideas reformistas quedaron en el papel, y con excesiva frecuencia fueron documentos secretos y confidenciales. Durante 20 a?os, Kadar prometi¨® pero nunca present¨® la reforma estructural de la econom¨ªa h¨²ngara. En contrapartida, lo que se hizo fue embarcarse en una pol¨ªtica irresponsable de consumismo de masas que no ten¨ªa respaldo en la econom¨ªa nacional y se basaba en pr¨¦stamos extranjeros.
El resultado es un pa¨ªs del Este con una deuda per c¨¢pita latinoamericana, una poblaci¨®n cuyo 30% vive por debajo de la l¨ªnea de pobreza oficial en tanto que el resto trabaja entre 60 y 70 horas en primeras, segundas y terceras ocupaciones para mantener el nivel de un consumismo casi hist¨¦rico; un pa¨ªs que en los ¨²ltimos a?os estuvo varias veces al borde de la quiebra oficial.
La pol¨ªtica de consumismo dio al principio al r¨¦gimen de Kadar cierta popularidad. Pero el verdadero secreto del milagro kadarista fue la comparaci¨®n con los dem¨¢s pa¨ªses del Este. En realidad se trataba de una receta secreta, pues en el clima conservador del liderazgo de Breznev no se hubiera permitido hacer una comparaci¨®n p¨²blica de ese tipo. Sin embargo, el r¨¦gimen nunca dej¨® de resaltar que con su pol¨ªtica jruschovista de consumismo, represi¨®n racional y no irracional, consenso t¨¢cito, indiferencia religiosa y vida diaria despolitizada, se singularizaban en el bloque sovi¨¦tico. "Cada paso que se da para minar muestra autoridad", dec¨ªan confidencialmente los l¨ªderes kadaristas a los elementos cr¨ªticos por sus canales directos o indirectos, "tan s¨®lo puede conducir a empeorar las cosas, incluso a una cat¨¢strofe nacional".
Que en la d¨¦cada de 1980 ya no funcionara el milagro kadarista se debi¨® a tres factores. Primero, una oposici¨®n num¨¦ricamente peque?a pero intelectualmente fuerte transform¨® el clima pol¨ªtico del pa¨ªs. Esos intelectuales cr¨ªticos exig¨ªan una estructura pol¨ªtica que fuera m¨¢s all¨¢ del jruschovismo; en resumidas cuentas, un sistema pol¨ªtico realmente democr¨¢tico. Segundo, las catastr¨®ficas consecuencias de un consumismo irresponsable, el sustituto de una verdadera reforma econ¨®mica, ya no se pod¨ªan ocultar a la poblaci¨®n, y cuando se hicieron las primeras concesiones y se tomaron las primeras inedidas de austeridad, el prestigio del milagro de Kadar cay¨® de la noche a la ma?ana. Tercero, la apertura de Gorbachov rob¨® al r¨¦gimen kadarista su f¨®rmula secreta. Ya no era posible gobernar bas¨¢ndose en la afirmaci¨®n de que todo lo que no sea id¨¦ntico a ellos y a sus sabias recetas puede conducir a la cat¨¢strofe nacional.
Situaci¨®n revolucionaria
La inusualmente grande y din¨¢mica manifestaci¨®n del 15 de mayo ¨²ltimo, en el aniversario de la revoluci¨®n nacional y social h¨²ngara de 1848, indic¨® la existencia de una situaci¨®n revolucionaria, aunque sin un actor revolucionario que pudiera reclamar el poder pol¨ªtico. En este vac¨ªo pol¨ªtico sucedi¨® algo inesperado: los miembros del partido, que en una revoluci¨®n son los chivos expiratorios naturales de la ira popular, empezaron a reclamar cambios estructurales y personales. El mismo Grosz, el nuevo secretario general, un miembro rutina no sin fisonom¨ªa pol¨ªtica, reconoci¨® la crucial iniciativa de las bases del partido.
En este caldeado ambiente, la asamblea extraordinaria del partido hizo dr¨¢sticos cambios personales entre el 20 y el 22 de mayo. Se desconocen cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias a largo plazo, pero a corto plazo ya son evidentes. Primero, todos los pol¨ªticos que con armas y directrices sovi¨¦ticas aplastaron la revoluci¨®n h¨²ngara de 1956 han sido destituidos de los altos organismos del partido, de la directiva pol¨ªtica y de la secretar¨ªa. Algunos incluso fueron expulsados del comit¨¦ central. Con estos cambios personales ha aparecido en el horizonte la posibilidad abstracta de que la naci¨®n h¨²ngara. restaure sus tradiciones democr¨¢tica y revolucionaria, de poner en marcha su mayor revoluci¨®n. Segundo, por primera vez se han elegido pol¨ªticos para puestos altos que han demostrado no s¨®lo de palabra, sino tambi¨¦n con hechos, que est¨¢n dispuestos a introducir reformas. Tercero, la idea del pluralismo pol¨ªtico dentro y fuera del partido se plante¨® en la asamblea, aunque de una forma muy t¨ªmida y confusa. Finalmente, y lo que es m¨¢s importante, la sociedad corno tal recibe ahora desde arriba cierto grado de apoyo o, formulado de una forma m¨¢s cauta, percibe signos de mayor tolerancia hacia los movimientos sobre los derechos humanos, acci¨®n c¨ªvica y autonom¨ªa social del Estado. Todos esos aspectos apuntan en direcci¨®n a un modelo pol¨ªtico que va m¨¢s all¨¢ del kadarismo, que fue el modelo de Estado del jruschovismo.
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