"Todo lo que encontraron a mano"
La tierra es para quien la hereda (EL PA?S, 29 de junio) es el t¨ªtulo de un reportaje sobre la negativa de cuatro familias de agricultores riojanos, que se niegan a obedecer la orden del juez de N¨¢jera de entregar a la di¨®cesis las tierras que cultivan y que ya trabajaron sus abuelos y sus padres. Una lectora de Bilbao env¨ªa al defensor de los lectores la p¨¢gina en que apareci¨® el reportaje. No acompa?a carta alguna, pero al pie del recorte consigna su nombre, sus se?as y el n¨²mero de su DNI. Con grueso rotulador se?ala un p¨¢rrafo del reportaje del que subraya tres l¨ªneas, y con grandes caracteres escribe sobre lo impreso: "?Socorro!". El p¨¢rrafo advertido y las tres l¨ªneas que provocan esa llamada de auxilio nada tienen que ver con el fondo del litigio entre los colonos y la Iglesia ni con el mandato del juez.El p¨¢rrafo en cuesti¨®n es el siguiente: "Los colonos se han negado a cumplir la orden judicial de un modo contundente: el lunes hicieron entrar en la finca -12 hect¨¢reas para cultivar cebada- todo lo que encontraron a mano: sus esposas, sus coches, sus m¨¢quinas y sus cien ovejas" (la frase en cursiva corresponde al subrayado por la comunicante).
En conversaci¨®n telef¨®nica con el ombudsman, la lectora, Eugenia Colominas, explica: "Al leer aquello no se me ocurri¨® otra cosa que pedir socorro". Se queja de la falta de sensibilidad que supone considerar a las esposas como equivalentes a coches, m¨¢quinas y ovejas.
El reportaje, enviado por el corresponsal suplente de Logro?o, pas¨® algunos avatares antes de entregarse para su publicaci¨®n. Seg¨²n Alex Grijelmo, jefe de la secci¨®n de informaci¨®n general, el original no se ajustaba a lo deseado: "Se extend¨ªa" cuenta, "de forma minuciosa, m¨¢s de informaci¨®n que del reportaje pedido, en detalles jur¨ªdicos y t¨¦cnicos, que restaban agilidad al relato e incluso lo ocultaban". Grijelmo encarg¨® a un editor que lo reescribiese. Aun as¨ª prefiri¨® modificar el resultado: "Todav¨ªa quedaba mucho por desbrozar". Y reh¨ªzo la entradilla y los primeros p¨¢rrafos. "Por eso suprim¨ª la firma del corresponsal", explica, "y dej¨¦ simplemente las iniciales para reconocer que hab¨ªa aportado los datos".
Y llegamos a la desafortunada frase de "entrar en la finca ( ... ) todo lo que encontraron a mano...". Grijelmo dice que est¨¢ basada en el relato de los hechos: los agricultores herederos del arrendamiento se hab¨ªan opuesto a ser desalojados por la Guardia Civil. "Para ello", cuenta, "llevaron a la finca objeto del contencioso sus aperos de labranza y los animales de su caba?a". "Y tambi¨¦n a sus esposas", a?ade, "en una vieja defensa que consiste en oponer lo m¨¢s d¨¦bil frente a lo m¨¢s fuerte". "Se daba, pues", contin¨²a, "una instrumentalizaci¨®n de las esposas, o al menos as¨ª pod¨ªa parecer". Era esto lo que Grijelmo pretend¨ªa insinuar en ese p¨¢rrafo. "Pero al escribirlo", manifiesta, "ignoraba que pudiesen levantarse susceptibilidades frente al relato m¨¢s que frente a lo relatado'.
Es muy posible que la presencia de las esposas de los agricultores en la finca pesara en el ¨¢nimo de quienes iban a expulsar a los colonos, contribuyendo a que no se efectuara el desalojo. No en vano hay autor que considera acertadamente que las mujeres son las que hacen la opini¨®n p¨²blica. Pero esta capacidad de la condici¨®n femenina no resulta una cualidad que pueda ponerse al mismo nivel que la de los autom¨®viles, los tractores o el ganado lanar, tal como aparece en la frase que obliga a gritar "?Socorro!" a Eugenia Colominas.
Por otra parte, "todo lo que encontraron a mano" es una expresi¨®n que no concuerda precisamente con la palabra esposas, salvo que de ¨¦stas se tuviera la idea de que se trata de un cosa m¨¢s, como las enumeradas en el reportaje.
Neoplasia
El doctor Rovirosa, de San Sebasti¨¢n, expon¨ªa en esta secci¨®n (19 de junio) que el empleo de la palabra c¨¢ncer en nada contribuye a desdramatizarla cuando se emplea asoci¨¢ndola a aspectos peyorativos o negativos de diferentes problemas que afectan a la sociedad en su conjunto (c¨¢ncer-droga, c¨¢ncer-terrorismo, c¨¢ncer-paro). Desde Suiza escribe Hern¨¢n Rodr¨ªguez-Campoamor para apoyar esta idea. Y dice: "Voy m¨¢s all¨¢, y propongo que no se utilice en absoluto".
Rodr¨ªguez-Campoamor afirma que el vocablo c¨¢ncer no responde con exactitud a una realidad concreta. Existe una enormidad de tumores malignos conocidos, dice, "cuyos pron¨®sticos van desde la curaci¨®n casi segura hasta el desahucio a primera vista, seg¨²n la naturaleza del tejido implicado, la ubicaci¨®n del foco patol¨®gico en el organismo y otras muchas consideraciones".
En Argentina, cuenta el lector, abundan los facultativos que en lugar de c¨¢ncer dicen un neo, abreviatura de neoplasia. "Esta denominaci¨®n", explica, . es mucho m¨¢s neutral y objetiva y no contribuye tan f¨¢cilmente a despertar el p¨¢nico". Y a?ade: "Es incre¨ªble que hasta los profesionales sigan utilizando la terminolog¨ªa arcaica que nos viene de la noche de los tiempos: algo parecido al uso medieval del t¨¦rmino lepra, que con el terror m¨¢s irracional se utilizaba para convertir en parias a quienes padec¨ªan de cualquier enfermedad grave y rebelde a la piel".
Aun hoy, se puede a?adir, la palabra peste es de uso com¨²n no s¨®lo como enfermedad contagiosa y grave que causa gran mortandad: nuestro Diccionario la admite tambi¨¦n, en sentido figurado, como corrupci¨®n de las costumbres o cualquier cosa mala o que puede ocasionar da?o grave.
Esperemos que los inmortales impidan el paso al c¨¢ncer en ese sentido negativo que se est¨¢ dando a la palabra.
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