Primavera en, Praga
LA SEMANA pasada, el Consejo de Ayuda Mutua Econ¨®mica (CAME), la organizaci¨®n econ¨®mica que agrupa a los pa¨ªses socialistas, se reuni¨® en Praga para tomar decisiones que, de llevarse a la pr¨¢ctica, alterar¨ªan sustancialmente su futuro. El nuevo ambiente de distensi¨®n, tanto en el interior de la zona de influencia sovi¨¦tica como en los niveles generales de la pol¨ªtica mundial, ha cambiado de golpe la configuraci¨®n de los monolitos a los que est¨¢bamos acostumbrados en Occidente. No puede ya hablarse de Come con, t¨¦rmino algo despreciativo acu?ado por los anglosajones durante la guerra fr¨ªa para describir una entelequia llamada econom¨ªa comunista; ahora se trata del CAME, verdadero nombre con el que naci¨® en1949 esta organizaci¨®n, cuya terminolog¨ªa y par¨¢metros, gracias a la perestroika y a las exigericias imparables del desarrollo de los pa¨ªses que lo componen, son en 1988 mucho m¨¢s manejables y m¨¢s permeables a la expansi¨®n de las econom¨ªas capitalistas occidentales.Esta evoluci¨®n ha sido facilitada por la conjunci¨®n de dos elementos. En primer lugar, la apertura de una discusi¨®n pol¨ªtica de consecuencias impredecibles que nace de la consolidaci¨®n de Gorbachov en el poder. Se ha desflecado la rigidez doctrinal del bloque, han aparecido voces de disensi¨®n y cr¨ªtica, y en el ¨¢mbito europeo ha quedado claro que los pa¨ªses que integran el CAME no son cantidades homog¨¦neas. No son iguales sus evoluciones pol¨ªticas ni sus desarrollos econ¨®micos, y, lo que es m¨¢s, sus l¨ªderes no quieren que lo sean en el futuro.
En segundo lugar, la evoluci¨®n ha hecho pragm¨¢ticos a los pa¨ªses integrantes del CAME. Han podido sacar las consecuencias de su progreso y han comprendido que ¨¦ste no tiene sentido ni perspectivas reales de futuro si no se abre al exterior. De ah¨ª la Declaraci¨®n de Mutuo Reconocimiento CE-CAME firmada en Mosc¨² hace unos d¨ªas. Para que la declaraci¨®n se produjera era preciso que la URSS aceptara, como ha hecho, dos cambios pol¨ªticos sustanciales: de un lado, el hecho de que Berl¨ªn Occidental es parte de la CE y no una extra?a entelequia separada de todos y sometida a control militar. Y de otro, que los miembros del CAME pueden llegar a establecer relaciones por separado con la CE, nombrando embajadores en Bruselas y llegando a firmar acuerdos comerciales bilaterales pa¨ªs-Comunidad. Queda admitido que estas relaciones no tienen por qu¨¦ pasar por el r¨ªgido control de una organizaci¨®n que hasta ahora ha tenido m¨¢s de burocracia que de estructura viva de armonizaci¨®n econ¨®mica.
En estas condiciones se ha reunido en Praga el CAME. Una nueva y aperturista primavera de Praga, en la que ha habido lugar a la disensi¨®n, a la cr¨ªtica y, por primera vez en la historia de la organizaci¨®n, a la idea de integraci¨®n econ¨®mica. Hasta ahora, el CAME no ten¨ªa posibilidades reales de progreso, por cuanto se basaba en la capacidad disciplinaria de organizar las econom¨ªas socialistas sobre los "principios b¨¢sicos de la divisi¨®n internacional socialista del trabajo", o, lo que es lo mismo, en restringir los desarrollos de cada econom¨ªa en aras del desarrollo global de la econom¨ªa socialista. Pero la especializaci¨®n de cada pa¨ªs en un sector de la econom¨ªa no ha funcionado nunca porque nunca funciona la designaci¨®n autocr¨¢tica de lo que son econom¨ªas complementarias. A partir de ahora, aunque los acuerdos que lo hagan posible ser¨¢n diriciles de alcanzar, se pretende "crear gradualmente las condiciones para un movin-¨²ento libre de bienes, servicios y otros factores de la producci¨®n, con el objetivo de crear un mercado integrado". No se habla de la circulaci¨®n de capitales porque no sonar¨ªa muy bien en un documento socialista.
Es interesante que el motor de este cambio sea Mosc¨², el Gobierno que tanto lo retras¨®. Y es interesante que la reuni¨®n se haya producido unos d¨ªas.despu¨¦s de la del PCUS en Mosc¨² y unos d¨ªas antes de la de jefes de Estado y de partido del Pacto de Varsovia en la capital polaca.
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