Con lo que hay que tener
JOAQUIN VIDAL, ENVIADO ESPECIAL Una corrida terror¨ªfica ech¨® ayer en Pamplona Eduardo Miura, desde luego por su presentaci¨®n pero m¨¢s a¨²n por el peligro que tuvieron todos los toros. Estos ganaderos de leyenda saben bien qu¨¦ productos mandan a cada lugar, para reforzar el mito y subir su cotizaci¨®n: si los van a torear figuras, son bombones; si no los van a torear figuras, dinamita. Y a vivir. Ayer eran dinamita, o habr¨ªa que decir trilita, pero les hicieron l7rente toreros que tienen lo que hay que tener -y les falta a las figuras aquellas- En estas condiciones, la corrida fue, por parte de los toreros, una gesta, mientras el ganadero hac¨ªa el mayor de los rid¨ªculos.
Una gesta porque plantaron cara a los toros, se jugaron la vida, acabaron domin¨¢ndolos y cortaron orejas. La verdad es que todas las faenas resultaron angustiosas. Cada cite era un reto amargo a la cornada, cada embestida un ga?af¨®n, cada pase un susto. Y all¨ª se quedaban los toreros con lo que hay que tener, a mil¨ªmetros del pit¨®n, buscando pateticamente el triunfo.
M¨ªura / Ruiz Miguel, Dominguez, Manili
Toros de Eduardo Miura, impresionantes de trap¨ªo, mansos, broncos, peligrosos. Ruiz Miguel: estocada contraria saliendo derribado (oreja); pinchazo, estocada corta y dos descabellos (gran ovaci¨®n y salida al tercio). Roberto Dom¨ªnguez: estocada y dos descabellos (vuelta); dos pinchazos, media escandalosamente atravesada delantera baja y descabellos (silencio). Manili: estocada baja (oreja); estocada (dos orejas). Sali¨® a hombros. Plaza de Pamplona, 14 de julio.Novena y ¨²ltima corrida de feria
La lidia de los tres primeros toros, principalmente primero y tercero, transcurri¨® entre continuos sobresaltos. Ruiz Miguel alternaba naturales y redondos porfiando las acometidas descompuestas del miuraza, para embarcarlo, una y otra vez. Cuando se perfil¨® para matar hubo un suspiro de alivio y sin embargo vino entonces lo peor pues se volc¨® sobre el morrillo y el toro lo lanz¨® violentamente bajo el estribo de las barrera.
Roberto Dominguez no perdi¨® la compostura con un toro de media arrancada, ni incluso cuando le atrap¨® por detr¨¢s, derrib¨¢ndole. Como si no hubiera estado unos minutos dram¨¢ticos entre las pezu?as rasgu?antes y las astas temibles que le buscaban en el suelo, se incorporo tranquilo y, plet¨®rico de torer¨ªa, instrumento los mejores muletazos de su faena. El tercero, de 636 kilos, era un pregonao y pues Manili se faj¨® con ¨¦l por ambos pitones con un coraje impresionante, la faena fue de pesadilla. Por el pit¨®n derecho asesinaba el Miura, lo que no impidi¨® que Manili tambi¨¦n quisiera someterlo por derechazos, y sufri¨® un volteret¨®n de abrigo.
M¨²sculos y cuernos
El cuarto, 656 kilos de huesos, m¨²sculos y cuernos, ten¨ªa flojedad de patas aunque no de intenciones, que reto Ruiz Miguel en una porfia continua cerqu¨ªsima de las astas. La ¨²ltima merienda sanferminera se le quedaba al angustiado p¨²blico atravesada en la garganta, e intentaba pasarla con champ¨¢n, pero lo que necesitaba era tila. Al quinto, aun mas invalido y de casta ayuno, le anduvo Roberto Dom¨ªnguez torero y garboso, que es cuanto proced¨ªa. Los mozos ya cantaban el vals de Astrain, qu¨¦ guapa estas Mar¨ªa, canta y no llores y, en fin, todo el repertorio, en plan de despedida, hasta que sali¨® el sexto, Manili se hizo presente, y un escalofr¨ªo de emoci¨®n recorrio los tendidos.
El sexto, un colorao de 614 kilos, top¨®n, incierto y canalla, quer¨ªa ser el gallito del ruedo, proclam¨® su primac¨®a con tres derrotes bestiales en los ayudados por bajo y se encontr¨® con la sorpresa de que Manili se echaba la muleta a la izquierda y, !je, toro!, le robaba tres naturales como tres soles. De ah¨ª en adelante todo fue una pelea de poder a poder. Nada de exquisiteces. De un lado, bronquedad y cornadas; de otro, hombr¨ªa, valor, coraje, y una t¨¦cnica depurada para elegir terrenos, medir distancias, obligar a fondo, vaciar lo justo. Finalmente Manili gan¨® la pelea, y mientras el p¨²blico, puesto en pie, le aclamaba "?torero, torero!" arrojo lejos los trastos para hacer un largo desplante a cuerpo limpio frente a los pitones.
El peor ganado de la feria, el m¨¢s descastado y peligroso que haya saltado a la arena en las corridas sanfermineras, provoc¨® el triunfo indiscutible de los tres diestros y la consagraci¨®n de Manil¨ª en Pamplona. Se lo llevaban a hombros, en medio de un clamor de charangas y v¨ªtores, y la afici¨®n pamplonesa juraba que para encontrar otros toreros, con igual pundonor y parecidas agallas, habr¨ªa que remontarse a la ¨¦poca de Lagartijo y Frascuelo. Los miuras tambi¨¦n eran de la ¨¦poca de Lagartijo y Frascuelo. De manera que la corrida de ayer fue hist¨®rica por muchos conceptos.
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