Narradores al sol
?Existe el libro de verano, best-seller donde los haya, tal y como en tiempos existi¨® aquello de la canci¨®n del verano? Pues a juzgar por los lanzamientos editoriales y las estad¨ªsticas de ventas de los libreros casi habr¨ªa que decir que no, y, sin embargo, el verano pasado iba lleno de Bella del se?or, de Albert Cohen, que a¨²n colea esta temporada. Y ello ya nos da una pista: las vacaciones se han convertido para muchos en el tiempo de leer un gran libro, entendi¨¦ndose lo de grande en su m¨¢s ramplona y voluminosa acepci¨®n.El verano ha pasado a ser la ¨¦poca de la lectura a salto de mata, del acarreo de considerables y gruesos vol¨²menes, en un giro del gusto lector espa?ol que parece aproximarnos a los norteamericanos. Influencias de la televisi¨®n, sin duda. Por cierto que este verano los quioscos van llenos de dos colecciones de Orbis que permiten leer todo (o casi) lo que el adicto ya vio en su d¨ªa por la pantalla.
Pero vayamos al grano y por partes. Entre los narradores espa?oles, probablemente el m¨¢s le¨ªdo durante el est¨ªo ser¨¢ Jes¨²s Ferrero con Lady Pepa (Plaza y Jan¨¦s), si bien no resulta ¨¦sta una buena novela. A la zaga le andar¨¢n, con toda probabilidad, el Cristo versus Arizona (Seix Barral), de Camilo Jos¨¦ Cela; el inefable Terenci Moix, que sigue remoj¨¢ndose m¨¢s o menos por el Nilo; el Amado amo (Debate), de Rosa Montero, y tambi¨¦n El centro del mundo, de Enrique Murillo, y Todos mienten, de Soledad Pu¨¦rtolas (ambas novelas en Anagrama). Menci¨®n aparte merece El desorden de tu nombre (AlFaguara), de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, riovela que, si bien probablemente no har¨¢ su agosto este verano, s¨ª es de una rotunda calidad que le augura mayores distancias. Ahora bien, la novela realmente apta para el consumo estival es, c¨®mo no, Sol, amor y mar (Mondador¨ª), de Ram¨®n de Espa?a, que s¨®lo por t¨ªtulo de la obra y nombre del autor es posible que se la compren hasta los hooligans entre litrona y litrona.
Traducciones
Hasta aqu¨ª lo que se refiere a la novela aut¨®ctona (quedar¨ªa apenas un Vargas Llosa seudocr¨®tico por incluir en la lista). Por lo que hace al cuento, lo mejor ser¨¢ disfrutar de los rasgos de humor de Vidal-Folch y de la debutante Laura Freixas, ambos en la editorial Anagrama.
En cuanto a las traducciones, aqu¨ª ya es la avalancha... De entrada, en Anagrama se nos propone la muy voluminosa (644 p¨¢ginas) La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec, con la que se supone Herralde quiere repetir el ¨¦xito del a?o anterior. La novela de Perec, sin embargo, y dicho sea sin ¨¢nimo de ofender, es un pretencioso tost¨®n que s¨®lo recetar¨ªa a insomnes cr¨®nicos. Tambi¨¦n de buen tama?o, aunque bastante m¨¢s llevaderas, son Zona exterior (Tusquets), de Paul Theroux, y La vida contin¨²a (Plaza y Jan¨¦s), de Alan Sillitoe, ninguna de las dos de gran calidad, si bien la primera es muy recomendable para aficionados dominicales y espor¨¢dicos de la fantas¨ªa cient¨ªfica y la segunda encantar¨¢ a los que gustan de aquel tipo de novela negra en la que la trama no existe de forma casu¨ªstica pero los personajes son simp¨¢ticos. Los que sigan venerando a Albert Cohen pueden ahora leer Solal (Anagrama), un libro muy superior a Bella del se?or. Y en la misma editorial, los adeptos a Nabokov o a la literatura italiana pueden, respectiva
Narradores de Sol
mente, inclinarse por La d¨¢diva (util¨ªsima para poetas en formaci¨®n) o por Los invisibles, de Nanni Balesrrim. En cuanto a la novela policiaca de calidad, el ¨¦xito del verano parece asegurado con La torre negra (Versal), de P. D. James, una novela con m¨¢s de una d¨¦cada de existencia que r¨ªo defraudar¨¢ ni al gran p¨²blico ni al buen aficionado. En la misma editorial, pero para paladares m¨¢s exquisitos, habr¨ªa que destacar El tercer enroque de Bernard Foy, de Lars Gustafsson, y Marya, de Joyce Carol Oates. Tambi¨¦n de Versal sigue coleando El lenguaje perdido de las gr¨²as, primera novela de la joven promesa David Leavitt, especialmente apta para los buscadores de ambiente o los que planeen un viaje a Nueva York. En la secci¨®n para yuppies, dinks y modernos en general. hay que situar en lugar de honor a Mart¨ªn Amis con Dinero (Anagrarna), novela de excelente factura. Por detr¨¢s queda, en calidad, la estrafalaria Memorias de un hombre invisible (Mondadori), primera novela de H. F. Saint, de tama?o regular y admirables coitos entre un personaje invisible y una dama bien f¨ªsica. Y a¨²n m¨¢s lejos se sit¨²an Para¨ªso, de Donald Barthelme, y el Dirio de un yuppie, de L. Auchincloss, ambas olvidables.El siglo XIX
Otros libros destacables, pero menos veraniegos (l¨¦ase con sonsonete), ser¨ªan Las vicisitudes de Zuckerznan (Versal), de Plilip Roth, y, desde luego, El amigo ajeno (Alfaguara), de Christoph Hein, un. novelista alem¨¢n que supone un hallazgo.
Tambi¨¦n es el verano una buena ¨¦poca para apoltronarse y leer (o releer) a los grandes del XIX, que jam¨¢s traicionan. En ese sentido, este verano puede ser el momento de aprovechar y conseguir la reedici¨®n de Pickwick, de Charles Dickens, en los Cl¨¢sicos Universales Planeta. O, en la misma colecci¨®n, puede optarse por las novedades remozadas de Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, o Guerra y paz, de Tolstoi, dos novelas, sin duda, de peso en la historia de la literatura. Para seguir con los cl¨¢sicos, en Alfaguara pueden encontrarse Victoria, del polaco-brit¨¢nico Conrad, y La vida de Henry Brulard, de Stendhal.
Los adictos a la novela hist¨®rica, por ¨²ltimo, pueden acudir a Mary Renault y su El cantante de salmos (Anagrama). Y aquellos que gastan de las biograf¨ªas o de las memorias pueden, por su parte, devorar tres t¨ªtulos publicados en aluvi¨®n por Montesinos: ?Harpo habla!, memorias del inefable Harpo Marx (bajo la peluca, un t¨ªmido); Ansia de amor, biograf¨ªa de Scott Fitzgerald, obra de Scott Dor¨ªa1dson, y, por ¨²ltimo, El aut¨¦ntico Mark Twain, de Everett Emerson.
Para el final dejamos un excelente libro de relatos, Cat¨¢strofes, de lo mejor que ha escrito Patricia Highsmith, si bien defraudar¨¢ a los que s¨®lo la conocen a trav¨¦s de Ripley... Aunque si el clima sigue tan loco como hasta ahora, tal vez lo mejor ser¨¢ que este verano nos olvidemos de la playa y optemos por la lectura en zapatillas al resguardo de la lluvia. En tal caso hay que recomendar los libros de ensayo del Nobel Joseph Brodsky (Versal) o bien los relatos de: Josef Skvorecky en El saxof¨®n bajo (Alianza), ambos escritores del Este, resistentes, por tanto, a los fr¨ªos intempestivos.
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