La lentitud exasperante
La mayor¨ªa de los golfistas, especialmente si son algo m¨¢s que simples aficionados de fin de semana, suele rehuir a los que se exceden en la preparaci¨®n de sus golpes. La lentitud acostumbra a exasperar, en efecto, m¨¢s que cualquier otra circunstancia del juego. Aburre menos que el compa?ero de andadura precise una retah¨ªla de lanzamientos para embocar su bola en el agujerito que el hecho de que necesite muy pocos, pero ¨¦stos sean demasiado meticulosos. En los circuitos profesionales, en los que, obviamente, no todo sereduce a pasar un rato agradable practicando el deporte favorito y a ganar quiz¨¢ una peque?a apuesta, el problema va cobrando cada vez un car¨¢cter m¨¢s serio. El alem¨¢n occidental Berrihard Langer y el escoc¨¦s Ken Brown, por ejemplo, amenazan a trav¨¦s de las retransmisiones telev¨ªsivas con crear escuela en ese sentido entre la chiquiller¨ªa que los observa con atenci¨®n ante la pantalla.Por supuesto, un torneo como el Open Brit¨¢nico, que en sus dos primeras jornadas, es decir antes del corte, re¨²ne a 153 jugadores emprendiendo la ruta por el hoyo 1 en lugar de repartir la salida con el 10, no puede permitirse, en principio, que se tarde cinco horas en recorrerla. Lo previsto en Lytham & St. Annes es que los partidos en los que intervienen tres requieran 13 minutos y medio por cada bandera, y que los de dos reduzcan el margen a tan s¨®lo 12, lo que equivale en total a cuatro horas y tres minutos, en un caso, y a tres horas y 36 minutos, en otro. As¨ª, hasta se amenaza con penalizar a los vocacionales tortugas con dos golpes de m¨¢s en sus tarjetas si mantienen su ritmo anodino y retrasan a sus colegas. Ocurre, sin embargo, que a los jueces les cuesta mucho adoptar esa decisi¨®n tan dr¨¢stica y se conforman con las advertencias a los parsimoniosos, con ir meti¨¦ndolos prisa. Un golpe debe darse en el per¨ªodo de 45 o 55 segundos, pero en determinadas ocasiones se rebasa con creces. El viento y la lluvia o el p¨²blico y los fot¨®grafos que procuran tomar las mejores perspectivas son algunos de los factores que hay que tomar en consideraci¨®n y, a menudo, espl¨¦ndidas excusas para el Langer o el Brown de turno.
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