Nosotros decimos no
El siguiente texto es el discurso pronunciado por el autor, el pasado 11 de julio, en Santiago de Chile, durante el Encuentro Internacional del Arte, la Ciencia y la Cultura por la Democracia en Chile 'Chile vive'.
Hemos venido desde diversos pa¨ªses y estamos aqu¨ª reunidos a la sombra generosa de Pablo Neruda. Estamos aqu¨ª para acompa?ar al pueblo de Chile, que dice no.Tambi¨¦n nosotros decimos, no. Nosotros decimos no al elogio del dinero y de la muerte. Decimos no a un sistema que pone precio a las cosas y a la gente, donde el que m¨¢s tiene es el que m¨¢s vale. Y decimos no a un mundo que destina a las armas de guerra dos millones de d¨®lares cada minuto, mientras cada minuto mata 30 ni?os por hambre o enfermedad curable.
La bomba de neutrones, que salva a las cosas y aniquila a la gente, es un perfecto s¨ªmbolo de nuestro tiempo. Para el asesino sistema que convierte en objetivos militares a las estrellas de la noche, el ser humano no es m¨¢s que un factor de producci¨®n y de consumo y un objeto de uso un tiempo, no m¨¢s que un recurso econ¨®mico, y el planeta entero una fuente de renta que debe rendir hasta la ¨²ltima gota de su jugo.
Se multiplica la pobreza para rnultiplicar la riqueza. Se multiplican las armas que custodian esa riqueza, riqueza de poquitos, y que mantienen a raya la pobreza de todos los dem¨¢s. Y tambi¨¦n se multiplica mientras tanto la soledad. Nosotros decimos no a un sistema que no da de comer ni da de amar, que a muchos condena al hambre de comida y a muchos m¨¢s condena al hambre de abrazos.
Decimos no a la mentira. La cultura dominante que los gran des medios de comunicaci¨®n irradian en escala universal no invita a confundir el mundo con un supermercado o con una pista de carreras donde el pr¨®jimo puede: ser una mercanc¨ªa o un competidor pero jam¨¢s un hermano. Esa mentirosa cultura que cursimente, si¨²ticamente, especula con el amor humano para arrancarle plusval¨ªa, es en realidad una cultura del desvinculo. Tiene por dioses a los ganadores, los exitosos due?os del dinero y del poder, y por h¨¦roes a los uniformados rambos que les cuidan las espaldas aplicando la doctrina de la seguridad nacional.
Por lo que dice y por lo que calla, la cultura dominante miente que la pobreza de los pobres no es un resultado de la riqueza de los ricos, sino que es hija de nadie, proviene de la oveja de una cabra o de la voluntad de Dios, que ha hecho a los pobres perezosos y burros. De la misma manera, la humillaci¨®n de unos hombres por otros no tiene por qu¨¦ motivar la solidaridad, la solidaria in dignaci¨®n, o el esc¨¢ndalo, porque pertenece al orden natural de las cosas.
Las dictaduras latinoamericanas, pongamos por caso, forman parte de nuestra exuberante naturaleza y no del sistema imperialista de poder. El desprecio, el desprecio traiciona la historia y mutila al mundo Los poderosos fabricantes de opini¨®n nos tratan como si no existi¨¦ramos o como si, fu¨¦ramos sombras bobas. La herencia colonial obliga al Tercer Mundo, habitado por gentes de tercera, a que acepte como propia la memoria de sus vencedores y a que compre la mentira ajena para usarla como si fuera la propia verdad. Nos premian la obediencia, nos castigan la inteligencia y nos desalientan la energ¨ªa creadora. Somos opinados, pero no podemos ser opinadores. Tenemos derecho al eco, pero no tenemos derecho a la voz. Y los que mandan elogian nuestro talento de papagayos.
Nosotros decimos no. Nos negamos a aceptar esta mediocridad como destino. Nosotros decimos no al miedo. No al miedo de decir, al miedo de hacer, al miedo de ser. El colonialismo visible proh¨ªbe decir, proh¨ªbe hacer, prohibe ser. El colon¨ªalismo invisible, mucho m¨¢s eficaz, nos convence de que no se puede ser, nos convence: de que no se puede decir, nos convence de que no se puede ser. El miedo se disfraza de realismo. Para que la realidad no sea irreal, nos dicen los ide¨®logos de la impotencia, "la moral ha de ser inmoral". Ante la indignidad, ante la miseria, ante la mentira, no tenemos m¨¢s remedio que la resignaci¨®n. Signados por la fatalidad, nacemos haraganes irresponsables, violentos, tontos, pintorescos y condenados a la tutela militar.
A lo sumo podemos aspirar a convertirnos en prisioneros de buena conducta, capaces de pagar puntualmente los Intereses de una descomunal deuda externa contra¨ªda para financiar el lujo que nos humilla y el garrote que nos golpea.
Y en este cuadro de cosas, nosotros decimos no a la neutralidad de la palabra humana. Decimos no a quienes nos invitan a lavarnos las manos ante las cotidianas crucifixiones que ocurren a nuestro alrededor. A la aburrida fascinaci¨®n de un arte fr¨ªo, indiferente, contemplador del espejo, preferimos un arte caliente que celebra a la aventura humana en el mundo y en ella participa, que es un arte irremediablemente enamorado y pele¨®n. Porque ?ser¨ªa bella la belleza si no fuera justa la justicia? ?Ser¨ªa justa la justicia si no fuera bella?
Nosotros decimos no al divorcio de la belleza y la justicia, porque decimos s¨ª a su abrazo poderoso y fecundo. Ocurre que nosotros decimos no, y diciendo no estamos diciendo s¨ª. Diciendo no a las dictaduras, y no a las dictaduras disfrazadas de democracia, nosotros estamos diciendo s¨ª a la lucha por la democracia verdadera, que a nadie negar¨¢ el pan, ni la palabra y que ser¨¢ hermosa y peligrosa, como un poema de Neruda o una canci¨®n de Violeta.
Diciendo no al devastador imperio de la codicia, que tiene su centro en el norte de Am¨¦rica, nosotros estamos diciendo s¨ª a otra Am¨¦rica posible que nacer¨¢ de las m¨¢s antiguas tradiciones americanas. La primera de las costumbres de Am¨¦rica: la tradici¨®n comunitaria, que los indios de Chile defienden desesperadamente, de derrota en derrota, durante cinco siglos.
Diciendo no a la paz sin dignidad, nosotros estamos diciendo s¨ª al sagrado derecho de rebeli¨®n contra la injusticia y a su larga, larga historia, larga como la historia de la resistencia popular en el largo mapa de Chile. Diciendo no a la libertad del dinero, nosotros estamos diciendo s¨ª a la libertad de las personas, libertad maltratada, lastimada y mil veces ca¨ªda, como Chile, y como Chile mil veces alzada. Diciendo no al ego¨ªsmo suicida de los poderosos que han convertido al mundo en un vasto cuartel, nosotros estamos diciendo s¨ª a la solidaridad humana, que nos ida sentido universal y confirma la fuerza de fraternidades m¨¢s poderosas que todas las fronteras con todos sus guardianes, esa fuerza que nos invade como la m¨²sica de Chile, y como el vino de Chile nos abraza.
Y diciendo no al triste encanto del desencanto, nosotros estamos diciendo s¨ª a la esperanza, la esperanza hambrienta y loca y amante y amada, como Chile. La esperanza obstinada, como los hijos de Chile rompiendo la noche.
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