Esc¨¢ndalo en el Tour
PEDRO DELGADO y su equipo han decidido continuar por el momento en el Tour de Francia, despu¨¦s de que se anunciara oficialmente que el an¨¢lisis realizado al ciclista espa?ol hab¨ªa dado positivo en la contra reloj de monta?a que de manera tan brillante gan¨® la semana pasada. La confirmaci¨®n por un segundo an¨¢lisis de los resultados de esa prueba cl¨ªnica supondr¨ªa el fin de las aspiraciones del corredor a la victoria en la gran carrera francesa, un objetivo que persigue insistentemente desde hace a?os y que ya en otra ocasi¨®n ha visto frustrado por circunstancias anormales.Ante el veredicto desfavorable de un primer an¨¢lisis, todo corredor tiene la oportunidad de pedir un contraan¨¢lisis, al que puede asistir un especialista de su elecci¨®n para certificar la veracidad de los resultados; e so es lo que ha hecho Delgado. Si esa contraprueba ratifica la anterior, el ciclista puede legalmente seguir en carrera con un n¨²mero de minutos como penalizaci¨®n, aunque lo m¨¢s probable, a juzgar por sus declaraciones, es que se retire. Ocurre, sin embargo, que el anuncio de esos resultados puede demorarse, con lo que cada d¨ªa que transcurra con Delgado como l¨ªder sub judice se prolongar¨¢ una situaci¨®n an¨®mala y nada satisfactoria para nuestro compatriota.
Se especula tambi¨¦n con la posibilidad de que Delgado alegue un defecto de forma, por haberse dado a conocer el resultado del an¨¢lisis de manera irregular. Pero es bastante dudoso que las autoridades ciclistas internacionales acepten un recurso basado en tal circunstancia.
Sea como sea, hay que esperar al resultado del segundo an¨¢lisis antes de emitir un juicio definitivo sobre el caso. Por su parte, el campe¨®n y su director de equipo deben estar muy seguros de lo que hacen. S¨®lo si tienen la absoluta certeza de que Delgado no ha ingerido voluntariamente ninguna sustancia susceptible de dar positivo en el control antidoping est¨¢ justificado seguir en la carrera y emprender todas las batallas deportivas y legales necesarias. En esas circunstancias, ¨²nicamente podr¨ªa explicar lo ocurrido una maniobra de terrorismo deportivo contra el corredor espa?ol -lo que no ser¨ªa ni remotamente imputable a la organizaci¨®n del Tour, que pierde tanto o m¨¢s que Delgado con el caso- o un error de las pruebas practicadas. En cualquier caso, resulta bochornoso que algunos informadores radiof¨®nicos, y no pocos medios de Prensa, se hayan lanzado desde el primer momento a echar la culpa a los gabachos -¨¦sa ha sido la expresi¨®n utilizada- de lo que ser¨ªa una supuesta represalia por la humillaci¨®n a que los habr¨ªa sometido el heroico ciclismo espa?ol. No est¨¢ en juego el honor patrio, sino una competici¨®n deportiva en la que es exigible limpieza y aceptaci¨®n de las reglas por parte de todos.
Los l¨ªmites entre la droga admisible para el deportista y la que deja inexorable huella en el organismo son bastante discutibles. La profusi¨®n de normas y de organismos internacionales que adoptan reglamentos contra el doping ha creado una enorme confusi¨®n entre los deportistas y sus m¨¦dicos sobre qu¨¦ productos contienen o no estimulantes susceptibles de alterar un resultado deportivo. Seg¨²n las primeras informaciones, parece que la sustancia encontrada en la orina de Delgado -que enmascara la presencia de anabolizantes- est¨¢ prohibida por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), pero no todav¨ªa por la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI). Si es as¨ª, los perfiles de la legalidad de todo este proceso se muestran absolutamente confusos. Pero quienes acompa?an a los deportistas est¨¢n obligados a ponerse al d¨ªa sobre una materia de una gravedad tal que puede afectar a la carrera profesional de quien, con frecuencia involuntariamente, vulnera una de esas prohibiciones.
Es l¨¢stima que un gran corredor y un hombre inteligente como Pedro Delgado se vea envuelto en un esc¨¢ndalo de este g¨¦nero. Pero, conocida como es por todos su brillante trayectoria y su entereza personal, estamos seguros de que las decisiones que tome se ver¨¢n guiadas por el pundonor deportivo antes que por la obsesi¨®n de ganar a toda costa.
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