Los jilgueros brit¨¢nicos no respetan la preferencia comunitaria
La preferencia comunitaria provoca distorsiones de relativa importancia en los intercambios comerciales de algunos pa¨ªses miembros con terceras naciones que deben ser objeto de renegociaci¨®n interna, al margen de acuerdos internacionales.
La preferencia comunitaria que la CE mantiene de una forma desigual y bastante asim¨¦trica y que, en cambio, forma parte fundamental de los principios de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n, ?qu¨¦ significa exactamente y qu¨¦ objetivo persigue? Significa que el agricultor comunitario que produce algo concreto no debe ver distorsionados sus precios a la baja por la competencia de terceros pa¨ªses con costes menores o ayudas m¨¢s altas, dependiendo de que el origen sea un pa¨ªs m¨¢s pobre o m¨¢s rico que la CE.Como a nadie se le escapa, la aplicaci¨®n radical de este principio le crear¨ªa a la CE dificultades internacionales de tipo comercial dif¨ªcilmente soportables, sobre todo para un conjunto de pa¨ªses que vivimos m¨¢s a¨²n que otras ¨¢reas geogr¨¢ficas de nuestra actividad exportadora y que, en definitiva, necesitamos a toda costa la libertad de comercio.
Pero esta dependencia del comercio exterior y esta vinculaci¨®n a los resultados de las sucesivas rondas del GATT no son ning¨²n impedimento absoluto para que se pueda hacer una aplicaci¨®n de la preferencia comunitaria m¨¢s en consonancia con nuestras alternativas de producci¨®n y con los sacrificios que otros socios comerciales nos van exigiendo en otros campos de la producci¨®n o incluso en el mismo sector agroalimentario.
El t¨ªtulo de esta tribuna, que en modo alguno contradice nuestro amor por los p¨¢jaros y nuestro respeto por los pueblos brit¨¢nicos y su afici¨®n a la ornitolog¨ªa, viene a simbolizar, y es algo m¨¢s que un s¨ªmbolo, las carencias en la aplicaci¨®n racional de la preferencia comunitaria.
Resulta bastante llamativo que el consumo de mijo y alpiste para la alimentaci¨®n de aves de compa?¨ªa en el Reino Unido y en el resto de la CE sea de unas 150.000 toneladas, todas ellas de importaci¨®n, mientras nuestra producci¨®n de estos cereales menores es pr¨¢cticamente inexistente. El comercio de nuestro pa¨ªs es bien significativo.
Como todo el mundo sabe, la CE es excedentaria en cereales, en algunas zonas faltan alternativas de producci¨®n. Estas producciones podr¨ªan ser una soluci¨®n para algunas comarcas. El resultado en este caso empieza a vislumbrarse positivamente. La Comisi¨®n propone un incremento de las barreras comunitarias a la importaci¨®n, lo que permitir¨¢ el desarrollo del cultivo. Es, como se ve, un ejemplo de lo que se puede y se debe hacer con la PAC. Espa?a alienta y aprueba estos esfuerzos.
Las cosas, sin embargo, no siempre son as¨ª; otras producciones m¨¢s tradicionales, pero con menos peso en la Comunidad a 10 o incluso cuando s¨®lo eran seis Estados, est¨¢n en este momento con un nivel de desprotecci¨®n que nos obliga a competir con terceros pa¨ªses en condiciones de total desigualdad en el seno de nuestra propia CE.
En general, y no es casualidad, es Espa?a la que, con el apoyo m¨¢s o menos entusiasta de nuestros vecinos del Mediterr¨¢neo, ha de dar todas y cada una de las batallas en lo que se refiere a estos productos.
Leguminosas
Vamos a citar al menos dos ejemplos destacados que nos permitir¨¢n analizar el fen¨®meno y las dificultades que genera la incorporaci¨®n al debate agr¨ªcola de estos productos.
El primero hace referencia a las leguminosas de consumo humano, la competencia de diversos pa¨ªses y la desorganizaci¨®n de nuestra oferta ha hecho descender de un modo alarmante nuestra producci¨®n mientras el consumo se est¨¢ incrementando permanentemente.
La Administraci¨®n espa?ola ha estado argumentando casi desde nuestra integraci¨®n sobre la necesidad de evitar este deterioro de la producci¨®n e invertir la tendencia alent¨¢ndola con una mejor producci¨®n. Las primeras explicaciones eran de un nivel absolutamente elemental. A m¨¢s de alg¨²n representante ya fuera de la Comisi¨®n o de alg¨²n Estado miembro, lo de las legumbres de consumo humano le sonaba a algo absolutamente ex¨®tico. Queda bastante claro, por tanto, que el punto de partida era absolutamente ¨ªnfimo y que inicialmente, al menos, no se pod¨ªa hablar de cicater¨ªa comunitaria, sino de puro y simple desconocimiento. Las referencias b¨ªblicas al plato de lentejas, los magn¨ªficos libros editados al respecto por la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Alimentaria, la insistencia y persistencia de la delegaci¨®n espa?ola y, por fin, la comprensi¨®n de la Comisi¨®n Europea y del resto de Estados nos abrieron una soluci¨®n que ser¨¢ eficaz una vez quede instrumentada por los servicios comunitarios.
Un segundo ejemplo es el de los frutos secos, y en ¨¦l estamos, con el apoyo de otros pa¨ªses del sur de Europa. La situaci¨®n, aunque con diferencias respecto a la anterior, sobre todo en lo que se refiere a oscilaciones de las cosechas mundiales, es semejante a la de las legumbres.
Las almendras, avellanas, nueces, casta?as y pi?ones; est¨¢n manteniendo unas tasas de incremento de consumo muy importantes y l¨®gicas en pa¨ªses de alto nivel de consumo como los de la CE. Aperitivos, pasteler¨ªa, etc¨¦tera, incrementan constantemente su demanda.
En la negociaci¨®n de precios de esta campa?a, la delegaci¨®n espa?ola plantea frontalmente este problema con un dossier perfectamente fundamentado y estamos seguros de que se va a. hacer el an¨¢lisis en profundidad del sector y de que al final se estudiar¨¢n soluciones.
En una negociaci¨®n a 12, nunca nadie puede acabar plenamente satisfecho, pero tampoco se trata, por otra parte, de una especie de trato con extra?os o con socios coyunturales. Estamos en una uni¨®n permanente, en una integraci¨®n que paulatinamente va a ser total de los 12 Estados y la Comisi¨®n Europa, que es la responsable, en definitiva, ante el Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno, va a ser para siempre nuestro interlocutor y va a cuidar de que los problemas se vayan resolviendo.
es presidente del FORPPA.
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