El extra?o ritual de una celebraci¨®n

La celebraci¨®n del 25 de julio en Santiago se ha convertido en un extra?o ritual, donde se mezclan el m¨¢s estricto protocolo oficial, las acaloradas reivindicaciones nacionalistas y el jolgorio propio del d¨ªa de la fiesta mayor de la ciudad. A primera hora de la ma?ana, la catedral se abarrota para la tradicional ofrenda al Ap¨®stol, un acto que ha perdido morbo despu¨¦s de que durante varios a?os fuese escenario habitual de inoportunas proclamas por parte de autoridades militares y religiosas. En la calle, los nacionalistas tambi¨¦n han perdido poder de convocatoria, y quedan ya lejos los tiempos en los que el Bloque Nacionalista Galego consegu¨ªa reunir a 50.000 personas. Ahora no pasan de las 10.000, y cada a?o es m¨¢s palpable la desuni¨®n entre los nacionalistas gallegos.Para a?adir a¨²n m¨¢s color a la jornada, miles de personas se pasean por las calles de la ciudad vieja bebiendo tazas de vino y comiendo tapas de pulpo, mientras los turistas asisten estupefactos, c¨¢mara en ristre, a todo este conglomerado.

Para los ¨¢vidos de sensaciones fuertes, en los ¨²ltimos a?os ha desaparecido tambi¨¦n otro elemento que ya formaba parte de la rutina de la jornada: las cargas policiales. Ayer, las fuerzas antidisturbios ni siquiera se inmutaron cuando los asistentes a la convocatoria del Frente Popular Galego repitieron insistentemente, en actitud provocadora, gritos de "?Polic¨ªa asesina!".