Lo que yo dije
Mi art¨ªculo Biling¨¹ismo me ha deparado tres irritadas respuestas: una carta privada de la C¨¢tedra Le¨®n Felipe de la Casa de Le¨®n de Barcelona, en la que se me acusa de desconocer la existencia de los muchos hispano hablantes en Catalu?a (el 52% de la poblaci¨®n, me dicen) y de afirmar que el catal¨¢n es la lengua de los catalanes; una carta al director de EL PA?S, suscrita por Xavier Palau Raurell, en la cual a Rafael Lapesa y a m¨ª se nos atribuye la aviesa y solapada intenci¨®n de lograr que "el espa?ol se imponga definitivamente en Catalu?a"; y otra, en fin, el art¨ªculo de Joan Ferrat¨¦ Kafka a la espa?ola, aparecido el 18 de julio, tambi¨¦n en EL PA?S. A las opiniones e interpretaciones en ¨¦l expuestas va a referirse, muy principalmente, cuanto ahora quiero decir.Con envidiable dominio de la adjetivaci¨®n y la sustantivaci¨®n castellana, Ferrat¨¦ me abruma echando sobre m¨ª la responsabilidad de haber dejado "turulatos, patidifusos, boquisecos y atarantados" a los lectores catalanes de un art¨ªculo, el m¨ªo, en el que "me precipito de cabeza en un mar de confusiones, prejuicios, ignorancias y empecinamientos". ?Ser¨¢ verdad?, me he preguntado, tras la lectura de ese alarde ling¨¹¨ªstico. Y muy dispuesto a rectificar, si en verdad lo exig¨ªa mi denostado art¨ªculo, de nuevo he le¨ªdo su texto.
Pues bien; lo que con prosa clara y un¨ªvoca yo digo en ¨¦l viene a ser lo siguiente:
1. Que aceptando la posibilidad de que en las zonas rurales de Catalu?a haya catalanes a quienes hablar en castellano les obliga al esfuerzo de traducirse el catal¨¢n, eso no puede admitirse en el caso de la inmensa mayor¨ªa de los catalanes cultos.
2. Que yo hac¨ªa tal afirmaci¨®n, no como socioling¨¹ista, que me hallo a mil leguas de serlo, sino exclusivamente atenido a mi propia experiencia, ejemplificada por la que adquir¨ª conversando con dos ilustres poetas catalanes, Carles Riba y Salvador Espriu, leyendo lo que ellos hab¨ªan escrito en castellano y recordando lo que para m¨ª han dicho y escrito tantos y tantos catalanes m¨¢s, cultos todos, cult¨ªsimos algunos, a los que he tenido la suerte de tratar como amigos.
3. Que esa experiencia me autoriza para sostener que un catal¨¢n culto posee como suyas dos lenguas, cada una con campos y niveles de expresividad distintos, desde luego, pero en alguna medida intercambiables. (Docenas de veces he podido o¨ªr -con gozo por mi partec¨®mo un catal¨¢n culto pasaba con la mayor naturalidad del castellano al catal¨¢n y del catal¨¢n al castellano en el curso de un coloquio amistoso.)
4. Que esa realidad es deseable y debe ser fomentada.
5. Que el mejor recurso para lograrlo es simultanear con buena voluntad la ense?anza en catal¨¢n (no s¨®lo del catal¨¢n) con la ense?anza en castellano (no s¨®lo del castellano).
Todo ello ser¨¢ aceptable o no; pero lo que ning¨²n lector de buena voluntad negar¨¢ es que todo ello es sencillo y claro. ?C¨®mo entender, pues, que un hombre inteligente y culto -Joan Ferrat¨¦ lo es- haya podido ver en mi art¨ªculo "un mar de confusiones, prejuicios, ignorancias y empecinamiento"? Releo Kafka a la espa?ola, me quedo turulato, patidifuso, boquiseco y atarantado viendo que se me echa en cara haber mostrado ante mis lectores catalanes mi metamorfosis en insecto, a la manera de la que sufri¨® el pobre Gregor Samsa, y la respuesta se me ha impuesto con evidencia: Joan Ferrat¨¦ ha empleado esta vez su talento y su cultura, qu¨¦ l¨¢stima, en el empe?o de mostrarse como un virtuoso de la tergiversaci¨®n. ("Tergiversar"; de tergum, espalda, y vertere, volver: dar una interpretaci¨®n err¨®nea, intencionadamente o no, a palabras o acontecimientos.)
Para demostrarlo, examinar¨¦ una por una las imputaciones que Joan Ferrat¨¦ me hace y las intenciones que me atribuye:
1. Yo no s¨¦ nada acerca de la capacidad para el buen uso del catal¨¢n -"?Qu¨¦ sabe La¨ªn? Y lo que es much¨ªsimo m¨¢s grave, ?qu¨¦ le importa?"- entre los varios catalanes que, encabezados por Riba y Espriu, cito en mi art¨ªculo. Cierto: por mi limitacl¨®n, yo no puedo juzgar si Maragall, Pla y Sagarra usaron bien su lengua materna, y si hoy lo usan bien Manent, Gimferrer, Paco Noy y Barraquer Bordas; pero, rebasando osadamente la l¨ªnea de esa limitaci¨®n, me atrevo a afirmar que s¨ª, que la usan bien, e incluso muy bien. Y este hecho me importa, porque a todos ellos estimo en mucho y porque pienso que la primera obligaci¨®n de un catal¨¢n inteligente con voluntad de ser escritor es hablar y escribir bien su lengua materna.
2. Efectivamente, creo que el biling¨¹ismo -en Catalu?a, al menos- es posible y deseable. Y lo creo porque, en n¨² opini¨®n, acaso equivocada y torpe, pero en modo alguno enemistosa, a todos los que yo nombr¨¦, y a tantos m¨¢s, su biling¨¹ismo los ha enriquecido como catalanohablantes y como hispanohablantes.
3. Yo dije que la posesi¨®n del castellano concede la posibilidad de "comunicarse plena y eficazmente con los millones y millones que en el mundo lo hablan". Y al escribir esto pensaba, naturalmente, tanto en la comunicaci¨®n con los Garc¨ªa M¨¢rquez, Neruda, Vargas Llosa, Rulfo, Fuentes, S¨¢bato, Paz, Uslar Pietri e tutti quanti, entre los grandes escritores, y los Houssay, Leloir, Vasconcelos, Alfonso Reyes y tantos otros cient¨ªficos y pensadores, como en el eficaz ejercicio del comercio con Hispanoamerica. ?C¨®mo pod¨ªa yo imaginar que alguien, como no fuese por desangelada broma, viera en mis palabras una invitaci¨®n a los catalanes "a ir de ch¨¢chara continua alrededor del mundo hablando castellano con millones y millones de nativos de ambos sexos y de todas las edades"? Pues as¨ª ha sido. Como metamorfoseador, al lado de Ferrat¨¦ el pobre Kafka queda hecho un p¨¢rvulo.
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Lo que yo dije
Viene de la p¨¢gina anterior4. Cierto: la Constituci¨®n espa?ola hoy vigente es un texto legal que en cualquier momento puede ser derogado porque as¨ª lo imponga la realidad social y pol¨ªtica del pa¨ªs. Pero, mientras esta situaci¨®n no llegue, yo pienso que no est¨¢ nada mal lo que acerca del idioma com¨²n en ella se dice. Si Ferrat¨¦ piensa de otro modo, all¨¢ ¨¦l.
5. Soy "deliberada y claramente culpable" por mi obstinada resistencia a reconocer y decir "el hecho de que el catal¨¢n es la lengua propia de los catalanes". En la tergiversaci¨®n hay ahora ignorancia o mala voluntad, o una mezcla de ambas.
M¨¢s de una vez he afirmado yo la evidente verdad cuyo taimado desconocimiento se me imputa. Me limitar¨¦ a citar una, a la que expl¨ªcitamente aludo en el texto que Ferrat¨¦ analiza y comenta. En un art¨ªculo recogido en el folleto Por la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de Catalu?a (Departament de Cultural Mitjans de Comunicaci¨® de la Generalitat; Lo que yo hago es su t¨ªtulo) enuncio textualmente, como deber b¨¢sico de los castellanohablantes de all¨ª y de aqu¨ª, lo que sigue: "Reconocer... que Catalu?a es y debe ser parte de Espa?a con su realidad propia, y por tanto seg¨²n los tres principales momentos que la integran: la hist¨®rica (hay que revisar la ¨®ptica y la estimativa centralistas de gran parte de nuestra historiograf¨ªa oficial), la lengua (el catal¨¢n es d¨¦ hecho y de derecho la lengua de Catalu?a, sin mengua de los deberes y derechos inherentes al uso del castellano) y la costumbre, sea ¨¦sta jur¨ªdica, familiar o festiva".
Por creer que el catal¨¢n es la lengua de los catalanes concurr¨ª una vez -con mi entra?able Dionisio Ridruejo- a la animada asamblea campestre que para no olvidar ese hecho anualmente organizaba Triad¨² en las alturas de Cantonigr¨°s; y acompa?ado por Albert Manent como ¨¢ngelos -as¨ª le llamaba el helenizante Carles Riba- sub¨ª desde Barcelona a Montserrat, para tener una larga entrevista con el abad Escarr¨¦ y dar una conferencia a sus monjes sobre el Cant espiritual de Maragall; e hice y dije no pocas cosas m¨¢s, que para no pecar de prolijo dejo en silencio. Eran los a?os en que Joan Ferrat¨¦, coincidente entonces con lo que sobre el biling¨¹ismo yo he dicho, consideraba el castellano como "nuestra lengua, desde Villegas a Alfonso Reyes" (L¨ªricos griegos arcaicos, 1968).
6. Yo adopt¨¦ "figura de mutante" (espero que no biol¨®gico) cuando escrib¨ª haber comprendido y no s¨®lo aceptado la decisi¨®n de Carles Riba, "patri¨®tica y psicol¨®gica a la vez, de escribir en catal¨¢n y s¨®lo en catal¨¢n su magn¨ªfica poes¨ªa". Para un lector de buena voluntad, nada m¨¢s claro: decisi¨®n patri¨®tica, porque as¨ª expresaba el poeta su entera fidelidad a la lengua materna en una situaci¨®n hist¨®rica en que se la hab¨ªa perseguido; decisi¨®n psicol¨®gica, porque a la lengua materna debe recurrir, para de veras ser aut¨¦ntica, la expresi¨®n del poeta. Pero Ferrat¨¦, en su empe?o por pisarle el poncho al metamorfoseador Kafka, no pod¨ªa conformarse con explicaciones tan obvias, y me ha convertido en mutante.
(Entre par¨¦ntesis: yo nunca he sido un "patriota profesional" de Espa?a. Ser espa?ol no es para m¨ª una profesi¨®n, sino una vocaci¨®n, m¨¢s de una vez dolorosa y cr¨ªticamente sentida. Una vocaci¨®n: algo que uno elige o acepta para realizar adecuadamente su vida personal. Una vocaci¨®n, en este caso, que lleva consigo un sincero amor a Catalu?a).
7. Ferrat¨¦ encuentra "chocante" que en la lista, aducida por m¨ª, de catalanes que adem¨¢s de hablar y escribir bien el catal¨¢n, hablan y escriben bien el castellano, s¨®lo en el caso de Carles Riba consigne su nombre en catal¨¢n, y en los dem¨¢s haya optado por suprimir el nombre de pila. Con lo cual yo he obtenido lo que quer¨ªa: "no dar el menor indicio de estar dispuesto a reconocer el derecho de los catalanes a seguir si¨¦ndolo en un contexto castellano". Aqu¨ª el volat¨ªn hermen¨¦utico tiene m¨¢s comicidad que ingenio. Si leen estas l¨ªneas m¨ªas es seguro que reir¨¢n con gusto Manent padre, y Manent hijo, y Gimferrer, y Barraquer Bordas, y Dalmau, a quienes ore et calamo siempre Hamo, respectivamente, Mari¨¤, Albert, Pere, Llu¨ªs y Miquel. Y en cualquier caso, ?con qu¨¦ derecho me inventa esa intenci¨®n quien anta?o, sin que nadie le obligara a ello, se llamaba a s¨ª "sino Juan y no Joan?
Acabo ya. Si caen en mis manos ensayos de Joan Ferrat¨¦, hombre inteligente y culto en catal¨¢n y en castellano, los leer¨¦, seguro de hacerlo con provecho. Pero me propongo no volver a leer nunca lo que sobre m¨ª escriba; as¨ª me librar¨¦ de la pesadumbre de responderle. Y en mi relaci¨®n con Catalu?a seguir¨¦ caminando por este mismo camino, muy convencido de que, desde este lado del Ebro, ¨¦l es el que mejor conduce a la meta tan concisa y certeramente formulada, hace ahora 60 a?os, por un catal¨¢n ilustre: per la concordia.
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