?Huelga, huelga!"
Pormenorizado relato de un testigo de los recientes enfrentamientos en la capital de Armenia
Eriv¨¢n, 20 de julio, ocho de la tarde.La enorme plaza frente al Archivo de Manuscritos Antiguos de Matenadaran se abre a una amplia avenida abarrotada de gente. Hay tanta que no existe punto desde el cual pueda divisarse el conjunto. Y contin¨²an llegando.
Los balcones y tejados de los edificios pr¨®ximos tambi¨¦n est¨¢n llenos. En las colinas que rodean Matenadaran hay grupos de j¨®venes sentados formando racimos como de uvas.
Toda esta gente guarda un silencio sepulcral. En caso contrario ser¨ªa imposible o¨ªr al orador que habla desde el mirador de Matenadaran. Este silencio y una multitud inimaginable dan la sensaci¨®n de un espect¨¢culo irreal, y un observador ajeno puede pensar que asiste a un rito extra?o.
El poder sovi¨¦tico
"Anteayer, en la sesi¨®n del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, el Gobierno armenio, por primera vez en 70 a?os de poder sovi¨¦tico, represent¨® al pueblo armenio; por primera vez los dirigentes armenios tuvieron el valor de contradecir a los ¨®rganos superiores del poder y discutir con sus representantes"."No nos han entregado Karabaj. Pero a pesar de ello, esta sesi¨®n fue nuestra victoria. Por primera vez, Armenia estuvo representada en unas negociaciones de tan alto nivel como un interlocutor de igual a igual".
"Durante el pasado medio a?o hemos aprendido muchas cosas. Hemos aprendido a luchar. Hemos sabido qu¨¦ es la decepci¨®n, pero la lucha aut¨¦ntica comienza s¨®lo ahora. La lucha hasta el final".
'Paikar, paikar, minch¨¦ verch!" ("?La lucha hasta el final!"), repite rugiendo la multitud, alzando los pu?os al ritmo de cada palabra.
"Para mostrar que el pueblo armenio est¨¢ en desacuerdo con la decisi¨®n del Presidium, el comit¨¦ de Karabaj propone hacer un paro de 15 minutos ma?ana a las once de la ma?ana. ?Est¨¢is de acuerdo con esta propuesta?".
"No. Exigimos una huelga de dos d¨ªas", grita un obrero anciano que se encuentra cerca de m¨ª.
"?Dos d¨ªas, dos d¨ªas!". Las manos se alzan formando bosquecillos, y despu¨¦s sobre la plaza y la avenida se extiende una selva de pu?os alzados.
" Entonces, se aprueba la huelga de dos d¨ªas como se?al de protesta contra la decisi¨®n del Presidium".
"Gortsadul, gortsadul!" ("?Huelga, huelga!"). Estas palabras, hasta hace poco inusuales para los sovi¨¦ticos, rompen el aire, y su eco estremece Eriv¨¢n.
Los pueblos que han sufrido un genocidio tienen una tozudez poco explicable con una l¨®gica com¨²n en cuestiones aparentemente poco relevantes.
?Qu¨¦ es Karabaj visto desde Mosc¨²? Un peque?o pedazo de tierra poblado s¨®lo por 120.000 personas. ?Qu¨¦ es Karabaj para Armenia? Es el s¨ªmbolo de una injusticia eterna hacia el pueblo armenio cometida por los musulmanes de lengua turca, cuyo apogeo sangriento fue la matanza de 1915. Una injusticia legada al r¨¦gimen estalinista, que, a su vez, la transfiri¨® como un testigo a los siguientes l¨ªderes sovi¨¦ticos.
Por esta raz¨®n, la perestroika de Gorbachov, considerada un restablecimiento de la justicia, fue entendida por los armenios como la se?al para luchar por Karabaj.
Pero pas¨® el tiempo, y la respuesta a las manifestaciones pac¨ªficas multitudinarias de Eriv¨¢n fue la matanza de armenios en la ciudad azerbaiyana de Suingait, las injurias en la Prensa central y los discursos ambivalentes de Gorbachov.
Tal vez el optimismo y la fe en la pr¨®xima victoria disminuyeron, pero no la determinaci¨®n de continuar la lucha por m¨¦todos pac¨ªficos. Durante el medio a?o transcurrido ha tenido lugar una acelerada politizaci¨®n de las masas y se ha producido incluso un relevo de los l¨ªderes del movimiento. Sarujanian, el director del teatro armenio de Karabaj, cay¨® en el olvido.
El economista Igor Muradian perdi¨® su popularidad, y su puesto fue ocupado por gente m¨¢s sabia y menos inclinada a los compromisos: Ashot Manucharian y Samson Kazarian (maestros de la mejor escuela de Eriv¨¢n especializada en ingl¨¦s), el soci¨®logo Ambarzum Galstian, el escritor Vano Siradegian y otros.
Los m¨¦todos de lucha se diferenciaron. A los m¨ªtines se sumaron largas huelgas, huelgas d hambre y sentadas. Sin embar go, un aut¨¦ntico milagro de au toformaci¨®n pol¨ªtica de masa fue la sesi¨®n del Soviet Supremo de Armenia del 15 de junio, en el cual, el pueblo, reunido en torno al edificio donde ten¨ªa lugar el evento, literalmente dictaba a la direcci¨®n desprestigiada de la rep¨²blica las condiciones en que deb¨ªan formularse las demandas de transferencia de Karabaj.
Lamentablemente, las cosas no fueron tan f¨¢ciles. El 4 de julio, un grupo de j¨®venes radicales comenz¨® a formar piquetes en el aeropuerto de Zvartnots, de Eriv¨¢n. All¨ª, despu¨¦s de algunas discusiones, se tom¨® la decisi¨®n de hacer una huelga de 24 horas. Al d¨ªa siguiente, alguien, cuya identidad no se ha esclarecido, apareci¨® en el mitin de la plaza de la Opera y comenz¨® a reclutar voluntarios pera formar piquetes en el aeropuerto.
Otro grupo de aproximada mente 700 j¨®venes se puso en marcha hacia el aeropuerto. El 5 de julio, a las seis de la tarde, llegaron las tropas del Ministerio del Interior con porras y escudos.
Comportamiento cruel
Hay divergencias sobre si hubo o no advertencia. Sin embargo, todos los testimonios coinciden en afirmar que los soldados se comportaron de una forma extremadamente cruel. Con sus porras pegaron a todos, excepto a los rusos, seg¨²n cuenta el ingeniero leningradense Serguei Frolov. Este testigo asegura que despu¨¦s de la batalla se encontr¨® con un muchacho en uniforme militar que, fumando nerviosamente, repet¨ªa: "?C¨®mo ha sido posible todo esto?". Era un soldado que regresaba de Afganist¨¢n. Incluso a ¨¦l, despu¨¦s de la experiencia de la guerra afgana, lo visto en Zvartriots le parec¨ªa una cruel dad inimaginable. Los soldados pegaban a mujeres y tambi¨¦n a ni?os, seg¨²n versiones armenias J¨®venes desarmados que intentaron resistir fueron aporreados en la cabeza, a resultas de lo cual murieron, seg¨²n fuentes m¨¦dicas locales, nueve personas. Hasta ahora se ha mencionado el nombre de una sola v¨ªctima, Jachik Zajarian. Yo he tenido en mis manos una foto, confiscada por la polic¨ªa de aeropuertos, en la cual dos personas con las caras desfiguradas por el dolor portan una camilla donde yace un joven por cuya boca y sienes mana la sangre. Alrededor corre la gente enloquecida de miedo.Zvartnots fue un punto cr¨ªtico en la historia del movimiento de Karabaj. Si antes la energ¨ªa central de la lucha se dirig¨ªa contra Azerbaiy¨¢n, ahora, cada vez m¨¢s, se oyen discursos contra Mosc¨².
Las ideas del disidente armenio Paruir Airikian, que fueron un¨¢nimemente rechazadas como antisovi¨¦ticas en febrero, eran acogidas en julio de forma completamente distinta.
Pero, el catalizador de la opini¨®n p¨²blica contra Mosc¨² fue la sesi¨®n del Presidium del Soviet Supremo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica del 18 de julio. Aquel lunes todo el mundo esper¨® con impaciencia las diez de la noche, la hora del telediario Vremia. Los habitantes de Eriv¨¢n se olvidaron del f¨²tbol y de los problemas dom¨¦sticos. En todos los hogares y en todas esquinas de la calle se hablaba ¨²nicamente de la sesi¨®n del Presidium.
Sin embargo, el locutor de Mosc¨² se limit¨® a decir que la sesi¨®n se hab¨ªa celebrado y que se mostrar¨ªa al d¨ªa siguiente.
El martes, el tiempo parec¨ªa haberse parado. El ambiente era de pesimismo, y nadie pod¨ªa trabajar, a pesar del llamamiento de Ashot Manucharian, el l¨ªder del comit¨¦ de Karabaj, para acabar la huelga. Las realidades, no obstante, superaron con mucho las peores expectativas.
La delegaci¨®n armenia entend¨ªa perfectamente que, de no defender la causa de la reunificaci¨®n de Karabaj, en Armenia les "despedazar¨ªan". Por eso, incluso el impopular jefe del Presidium del Soviet Supremo de Armenia, Voskanian, pronunci¨® un discurso valiente.
Lo que dijo Gorbachov cambi¨® bruscamente la opini¨®n sobre este dirigente tanto entre los armenios como entre muchos rusos. Gorbachov interrumpi¨® a todos los delegados armenios con largas sentencias did¨¢cticas, culp¨¢ndoles de vanidad y reproch¨¢ndoles la falta de autocr¨ªtica. O sea, Gorbachov se comportaba como hubiera podido hacerlo, por ejemplo, Nikita Jruschov. Aquella noche, en Eriv¨¢n, nadie pod¨ªa conciliar el sue?o. Muchos sufrieron ataques al coraz¨®n.
Al d¨ªa siguiente todos hablaban de "humillaci¨®n nacional", y calificaban a Gorbachov en t¨¦rminos que yo no he o¨ªdo ni siquiera a los alcoh¨®licos moscovitas cuando han pasado varias horas en la cola del vodka.
"Los armenios", me dijo Movses Georguisian, "comienzan a entender s¨®lo ahora que en este pa¨ªs nada se entrega gratis. En febrero pensaban que basta con hacer un mitin exigiendo la devoluci¨®n de Karabaj y el t¨ªo generoso de Mosc¨² lo entregar¨¢ en seguida".
"Ahora ni siquiera saben qu¨¦ consigna escoger para hacer un nuevo mitin", sentencia Georguisian, uno de los camaradas m¨¢s pr¨®ximos de Airikian.
"?La reunificaci¨®n de Karabaj? ?Un proceso justo para los asesinos de Sumgait? ?La investigaci¨®n del misterioso envenenamiento de Masis? ?O la condena de los soldados en Zvartnots?".
Luchar por la libertad
"M¨¢s pronto o m¨¢s tarde entender¨¢n que la ¨²nica tarea por la que vale la pena luchar y hacer sacrificios es la libertad", dice Georguisian."Samvel", le preguntaba yo a un periodista armenio amigo m¨ªo, "?qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s?".
"No lo s¨¦".
"?Es posible que surja el extremismo armenio?'.
"Creo que es poco probable, pero no puedo descartar esta eventualidad".
"?Qui¨¦n puede ser extremista?".
"Yo, por ejemplo, s¨ª a mi mujer le golpean en la cabeza con una porra".
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