Un h¨²ngaro de visita

Una buena medida de c¨®mo est¨¢ cambiando el mundo nos la proporciona el hecho de que el l¨ªder del partido comunista gobernante en Hungr¨ªa, naci¨®n que muchos norteamericanos asocian a¨²n con el horror de la revoluci¨®n aplastada por los sovi¨¦ticos en 1956, visitara ayer la Casa Blanca. Karoly Grosz, de 57 a?os, la mano diestra del partido, primer ministro y secretario general, no es un dem¨®crata "de sal¨®n".Ronald Reagan, al recibirle, contin¨²a la pol¨ªtica que ha guiado a los presidentes de los ¨²ltimos 30 a?os en su af¨¢n por alentar el nacionalismo y la independencia en una zona que el Kremlin construy¨® para s¨ª mismo en la Europa del Este tras la II Guerra Mundial.

Grosz, por supuesto, tiene sus" propios motivos. Utiliza los contactos de Hungr¨ªa con Occidente para demostrar a cierto p¨²blico no af¨ªn que el comunismo no niega a un peque?o pa¨ªs centroeuropeo el derecho a desempe?ar un papel en el panorama mundial.

La visita estuvo precedida, en Washington, de rumores sobre el posible anuncio del Kremlin de la retirada de sus tropas de los territorios h¨²ngaros ocupados desde 1956. "Nuestras tropas en otros pa¨ªses no son inamovibles", insinuaba Gorbachov hace dos a?os. "Las anclas deben ser levadas simult¨¢neamente, y por todos". Grosz secunda esta sugerencia. Pero ?por qu¨¦ el pueblo h¨²ngaro debe ser obligado a esperar?

28 de julio