El musulm¨¢n auton¨®mico
Pelagallos aparatosos, dirigentes aficionados, oligarqu¨ªa regional, sesudos intelectuales, historiadores de conveniencia, l¨ªderes del futuro y s¨®lidos pol¨ªticos defend¨ªan en sus preautonom¨ªas, todos revueltos, la gastronom¨ªa aut¨®ctona y el baile folcl¨®rico como armas arrojadizas para se?alar la diferencia de sus tierras y sus gentes. Era la regionalizaci¨®n de las regiones como idea opuesta a la espa?olizaci¨®n de Espa?a, y corr¨ªa el a?o 1977.Pero mientras las regiones tomaban la carrerilla para ser regionales, Melilla y Ceuta iniciaban su lucha por ser nacionales. All¨ª precisamente la diferencia no interesaba.
La oficialidad melillense de entonces hu¨ªa de la africanidad, de los pinchos morunos, del folclor musulm¨¢n, y hubo despistados que propon¨ªan la inclusi¨®n de ambas ciudades en el estatuto andaluz.
Aornar Dud¨² fue el primer autonomista. ?l hizo vivir a los musulmanes la misma inquietud de quienes reivindicaban en otras regiones sus derechos culturales, su idioma, su historia y sus antepasados.
El colectivo musulm¨¢n de Melilla habr¨ªa llevado seguramente un camino directo hacia su autonom¨ªa y el reconocimiento de sus derechos -no sin esfuerzo ni conflictos- si Dud¨² se hubiera mantenido en sus posturas. Otras comunidades lo consiguieron, y no hay que olvidar los precios pagados: la violencia del Aberri Egruna o la Diada, la intervenci¨®n policial en Villalar o las tr¨¢gicas fiestas de San Ferm¨ªn.
Esas regiones no viv¨ªan circunstancias tan penosas como las de los musulmanes: sus barrios sin luz, ausencia del agua, deficiente educaci¨®n y, sobre todo, la imposibilidad de llevar en el bolsillo un carn¨¦ de identidad. En este caso, pues, el conflicto deber¨ªa ser simplemente m¨¢s largo.
Dud¨² tal vez incluso lo demor¨® a¨²n m¨¢s con un cambio de actitud que no estaba previsto. Se pod¨ªa programar un juego de desgaste entre los defensores de lo espa?ol y el colectivo ¨¢rabe como defensor de lo aut¨®ctono. Algo as¨ª hab¨ªa ocurrido en Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y otras comunidades. Hab¨ªa que vencer poco a poco las resistencias de tama?a transici¨®n. Pero Dud¨² se convierte en separatista y ah¨ª se rompe el juego porque eso no figuraba en las reglas. Y se despistan sus seguidores, que, abocados desde el principio a la busca del DNI espa?ol, se encuentran de repente :rindiendo pleites¨ªa a Hassan II.
El ciclo se cierra
El radical Dud¨² termina huyendo de la lucha mientras, parad¨®jicamente, los moderados ingresan en prisi¨®n. Entre ellos, Abdelk¨¢der Mohamed Al¨ª, brazo derecho durante tantos a?os, que no hab¨ªa encontrado hasta entonces la manera de bajarse en marcha. Lo que otras comunidades vivieron en 1978 se produce en 1987 en Melilla: la divisi¨®n entre quienes eligen el sendero constitucional y los que reniegan de ¨¦l. Dud¨² prefiere Marruecos y se queda solo. Abdelk¨¢der prefiere lo espa?ol. Eso s¨ª, con autonom¨ªa para los musulmanes. El ciclo va a cerrarse ahora. La s¨ªntesis se acerca. Los musulmanes, aunque con dificultades, van obteniendo ya sus carn¨¦s de identidad, alg¨²n colegio inicia t¨ªmidamente la introducci¨®n del cherja (el dialecto del norte de Marruecos) en las aulas, va llegando la luz a la Ca?ada de la Muerte. La fuerza de lo espa?ol empieza a ceder. Y es aqu¨ª donde se ve con m¨¢s claridad lo que te¨®ricamente debe ser el ¨¦xito filos¨®fico del Estado auton¨®mico: lo espa?ol cede precisamente para triunfar como entidad nacional: los musulmanes, vencido lo espa?ol, quieren ser espa?oles.
Ahora la tramitaci¨®n parlamentaria de los estatutos debiera servir para incorporar la regulaci¨®n de unos derechos culturales espec¨ªficos: el dialecto, la religi¨®n, la historia musulmana. Son m¨¢s numerosos porcentualmente en Melilla quienes hablan el idioma del Rif que quienes conocen el euskera en Euskadi. Pero el borrador de estatuto ni siquiera incluye palabras como "colectivo musulm¨¢n" o "cherja".
"Ignorar a las decenas de miles de espa?oles que viven en aquellas ciudades con una cultura distinta ser¨ªa un nuevo atentado contra la propia espa?olidad de Espa?a. Y contra la espa?olidad de los musulmanes espa?oles.
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