La angustia de la falta de voces
El anillo del Nibelungo
De Richard Wagner. Principales int¨¦rpretes: John Tomlison (Wotan), Graham Clark (Loge y Mime), G¨¹nther von Kannen (Alberich), Linda Finnie (Fricka), Peter Hofmann (Siegmund), Nadiene Secunde (Sieglinde), Matthias H¨®lle (Hunding), Deborah Polaski (Brunhilde), Siegfried Jerusalem (Siegfried), Reiner Goldberg (Siegfried), Bodo Brinkmann (Donner y Gunther), Philip Kang (Hagen), Eva-Maria Bundschuh (Gutrune) y Waltraud Meier (Waltraute). Direcci¨®n esc¨¦nica:
Harry Kupfer. Decorados: Hans Schavernoch. Vestuario: Reinhard Heinrich. Direcci¨®n musical: Daniel Baremboim. Bayreuth, 27, 28 y 30 de julio y 1 de agosto.
Wagner aconsejaba por carta a su suegro Liszt, que se dispon¨ªa a montar un Lohengrin, que buscara por encima de todo a actores-cantantes que interpretaran su pensamiento dram¨¢tico: la voz, la interpretaci¨®n musical, llegar¨ªa como simple consecuencia del planteamiento esc¨¦nico. No cabe duda de que como compositor Wagner ha demostrado estar por encima de su tiempo. Sin embargo, como hombre de teatro queda inscrito con letras de oro en la tradici¨®n del siglo pasado. De haber vivido en nuestros a?os, hubiera reclamado lo contrario, es decir unos actores que, adem¨¢s, cantaran.Quienes han intervenido en esta tetralog¨ªa han dado muestras m¨¢s que sobresalientes de buen comportamiento teatral: un Mime (Graham Clark) absolutamente genial en su hist¨¦rica gesticulaci¨®n; un Sigmund (Peter Hofmann) que arranca la simpat¨ªa del p¨²blico por su abierta comunicatividad; una Siglinde (Nadine Secunde) que no le anda a la zaga; un Siegfried (Siegfried Jerusalem) aut¨¦nticamente "sin miedo", como pretende la partitura.
Pero vocalmente nos encontramos muy lejos del ideal: la voz de Tomlinson se pierde irremisiblemente en la inmensidad orquestal; Polask? padece y hace padecer en un registro agudo que su papel reclama no pocas veces; Goldberg todo lo m¨¢s dar¨ªa para un buen Lohengrin.
La versi¨®n de Baremboim se ve obligada a pasar cuentas con este reparto. Las din¨¢micas no pueden forzar para no ahogar; en cuanto a los tempi, el director pretende dilatarlos, pero las voces no siempre le acompa?an. Salvando las excepciones (Jerusalem, Secunde y Clark), habr¨¢ que esperar mejores tiempos para Wagner.
Babelia
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