Una superpotencia nace en el Este
Jap¨®n, convertido en fortaleza econ¨®mica, afronta el dilema de c¨®mo y cu¨¢ndo usar su fuerza pol¨ªtica en aumento
Estamos en 1992. Un conflicto local ha cerrado el estrecho de Malaca, impidiendo el paso al mar de China meridional a los petroleros japoneses cargados con petr¨®leo del golfo P¨¦rsico. El primer ministro japon¨¦s telefonea a la Casa Blanca: "Buenas tardes, presidente", dice, "?estar¨ªa dispuesto a enviar la Armada norteamericana para escoltar mis barcos en el estrecho?". Pausa. El presidente se da perfecta cuenta de que la petici¨®n se la est¨¢ haciendo el mayor acreedor de Estados Unidos. "S¨ª, por supuesto", contesta. El primer ministro le da las gracias y a?ade: "Estoy seguro de que su ayuda tranquilizar¨¢ a nuestros inversores privados lo suficiente para que compren la parte acostumbrada de bonos del Tesoro en la subasta del pr¨®ximo martes". Los estrategas de Washington han empezado a imaginar tal situaci¨®n.
La misma posibilidad de tal presi¨®n, por remota que sea, forma parte de un cambio sutil en la forma en que los norteamericanos contemplan a los japoneses. A Jap¨®n ya no se le ve simplemente como un incansable competidor y una fuente interminable de productos de alta calidad. Los ¨¦xitos de Jap¨®n han sido tan espectaculares que sobrepasan los l¨ªmites econ¨®micos.En una ¨¦poca de continuas advertencias sobre el declive de Estados Unidos, Jap¨®n, sobre todas las dem¨¢s naciones, est¨¢ manifiestamente en ascenso. "No hay raz¨®n alguna para que Jap¨®n deje de crecer", dice el catedr¨¢tico de Historia de la universidad de Yale, Paul Kennedy, autor de Ascensi¨®n y ca¨ªda de las grandes potencias. "Su empuje econ¨®mico le est¨¢ situando en un punto central". La mayor¨ªa de los especialistas est¨¢n de acuerdo. "El siglo norteamericano ha concluido", dice Clyde Prestowitz, antiguo subsecretario de Comercio con la Administraci¨®n Reagan y autor de Cambio de papeles: c¨®mo dejamos que Jap¨®n se pusiera en cabeza. "El gran acontecimiento de la ¨²ltima parte del siglo es el surgimiento de Jap¨®n como una gran superpotencia".
Preocupaci¨®n y admiraci¨®n
?Pero qu¨¦ tipo de superpotencia ser¨¢ Jap¨®n? ?Ver¨¢ el mundo una pax jap¨®nica dentro de 25 a?os, o se asociar¨¢ Jap¨®n, el banquero, con Estados Unidos, el polic¨ªa, para crear una especie de pax amerip¨®nica?A los europeos les preocupa que la ascensi¨®n de Jap¨®n pueda disminuir su propia estatura global. Las naciones de la cuenca del Pac¨ªfico recuerdan la agresi¨®n y ocupaci¨®n de sus pa¨ªses por parte de Jap¨®n en la II Guerra Mundial y medio sospechan que, tras una p¨¢tina de urbanidad, los japoneses no han cambiado fundamentalmente. Estados Unidos, la principal naci¨®n deudora del mundo, expresa una mezcla de preocupaci¨®n y admiraci¨®n. "Ning¨²n pa¨ªs tiene m¨¢s importancia para nuestro futuro econ¨®mico que Jap¨®n", dice el senador dem¨®crata Bill Bradley, de Nueva Jersey. "Lo que se quiere es que Jap¨®n asuma m¨¢s responsabilidades en pol¨ªtica exterior en el mundo, aunque en asociaci¨®n con Estados Unidos y sin que se rearmen".
El primer ministro japon¨¦s, Noboru Takeshita, utiliz¨® la cumbre econ¨®mica celebrada recientemente en Toronto para demostrar la creciente participaci¨®n de Jap¨®n en los asuntos mundiales. Takeshita revel¨® antes de la reuni¨®n la concesi¨®n de un paquete de ayuda exterior de 50.000 millones de d¨®lares, que convertir¨ªa a Tokio en el mayor donante del mundo. Jap¨®n anunci¨®, igualmente, un programa de alivio de la deuda para pa¨ªses del Tercer Mundo.
Pero los japoneses se sienten a¨²n divididos por sentimientos contrapuestos sobre el lugar que les corresponde. Por todo el pa¨ªs est¨¢ surgiendo a borbotones un nuevo nacionalismo que tiene poco que ver con los antiguos sue?os de conquista imperial. Se basa m¨¢s bien en el orgullo en los logros de Jap¨®n y el deseo de que las otras naciones reconozcan su estatus.
Parte del problema es que Jap¨®n no ha articulado jam¨¢s una ideolog¨ªa exportable, como la democracia o el comunismo. Como pueblo isle?o homog¨¦neo que estuvo aislado de otras naciones durante mucho tiempo, los japoneses tienen un sentido casi tribal de su propia identidad. "Jap¨®n no ha tenido nunca una pol¨ªtica exterior", observa John David Morley, experto en Jap¨®n "Ha tenido guerras, ha colonizado partes de Asia, pero su experiencia de relaciones con otros pa¨ªses es a¨²n muy primitiva".
Takeshita habla de crear una furusato (patria chica) internacional y. Hablando en Chicago tras la cumbre de la semana pasada, prometi¨® recientemente su colaboraci¨®n de Jap¨®n para "ayudar a resolver e impedir los conflictos" y prometi¨® que Jap¨®n desempe?ar¨¢ un papel internacional consonante con su fortaleza econ¨®mica.
Hasta ahora eso ha significado canalizar fondos hacia la ayuda exterior. Tokio argumenta que puede aumentar la seguridad global redistribuyendo parte de su riqueza. "La ayuda econ¨®mica es ayuda de seguridad", coincide Gaston Sigur, vicesecretario de Estado norteamericano para asuntos del Este asi¨¢tico y el Pac¨ªfico. El reparto refleja adem¨¢s un intento japon¨¦s de compensar omisiones del pasado.
La memoria es una continua limitaci¨®n a las acciones japonesas. Ni la aplastante mayor¨ªa de japoneses ni sus vecinos quieren que el pa¨ªs se convierta de nuevo en una potencia militar.
Formidable fuerza
Las fuerzas de autodefensa de Jap¨®n ya son formidables, al menos en teor¨ªa. En 1990, cuando concluya un programa de rearme de cinco a?os, las Fuerzas Armadas contar¨¢n con 180.000 soldados, 1.205 tanques, 163 aviones de combate F-15, 100 aviones de guerra antisubmarina y 16 submarinos. Tokio tendr¨¢ m¨¢s fragatas que el Reino Unido. Toda esa potencia de fuego tiene como objetivo rechazar un ataque limitado hasta que llegue la ayuda norteamericana. Puesto que tal ataque s¨®lo podr¨ªa proceder de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, las fuerzas japonesas podr¨ªan servir como l¨ªnea cr¨ªtica de defensa si se extendiera a Asia un conflicto convencional entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica.El art¨ªculo 9 de la Constituci¨®n de Jap¨®n, escrita bajo tutela norteamericana, renuncia a la guerra y a la "amenaza o uso de la fuerza" como forma de resolver los conflictos. El a?o pasado los japoneses levantaron el l¨ªmite que se hab¨ªan impuesto de no gastar m¨¢s del 1% del producto nacional bruto (PNB) en defensa. Sin embargo, Tokio no se ha alejado mucho de esa marca. Carlucci dijo en Tokio que no ve¨ªa necesidad alguna de dar "saltos espectaculares" en los gastos de defensa de Jap¨®n.
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