Deuda latimamericana, bases para una negociaci¨®n
Cada vez hay mayor unanimidad acerca de la incapacidad de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo de pagar su deuda externa, que, duplic¨¢ndose desde 1980, ronda el bill¨®n de d¨®lares. Por esta raz¨®n, se?ala el autor, la mayor¨ªa de los bancos acreedores est¨¢ elevando sus reservas, el mercado secundario cotiza los t¨ªtulos de ladeuda con descuentos crecientes, e incluso en el Senado de Estados Unidos se oyen voces que abogan por una soluci¨®n de largo plazo a un problema al que no se le ve una soluci¨®n en los t¨¦rminos en los que el sistema financiero y los Gobiernos acreedores (a trav¨¦s del FMI y el Club de Par¨ªs) lo est¨¢n planteando.
La incapacidad de los pa¨ªses deudores para pagar su deuda externa se impone a pesar de los dur¨ªsimos planes de estabilizaci¨®n aplicados en los distintos pa¨ªses, hasta el punto parad¨®jico de que los pa¨ªses que m¨¢s recursos externos necesitan para financiar sus necesidades de desarrollo se han convertido desde los inicios de la d¨¦cada en exportadores netos de ahorro.Desde 1982 Am¨¦rica Latina est¨¢ transfiriendo al exterior un equivalente al 4%. de su PIB y, sin embargo, su deuda total se ha incrementado un 17% en el per¨ªodo (en 1985 rondaba los 370.000 millones de d¨®lares). Para damos una idea de lo que esto representa baste recordar que la famosa transferencia alemana, en concepto de reparaciones de guerra impuestas por el Tratado de Versalles, transfiri¨® entre 1925 y 1932 el equivalente al 2% del PIB.
Este art¨ªculo intenta cuestionar la opini¨®n muy generalizada, e impl¨ªcita en las posiciones del FMI, de que el problema de la deuda tiene sus or¨ªgenes en la pretensi¨®n de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo de crecer y vivir por encima de sus posibilidades y de espaldas a las coyunturas internacionales. Este empe?o no debe entenderse como apolog¨¦tico de los gobiernos -casi nunca democr¨¢ticos- que se endeudaron, sino como una contribuci¨®n a la necesaria delimitaci¨®n de responsabilidades respecto al montante de la deuda entre los pa¨ªses deudores y el sistema financiero internacional. Esta tarea se ilustra con el pa¨ªs latinoamericano m¨¢s endeudado: Brasil.
Deuda brasile?a
De acuerdo con el FMI, el saldo de las operaciones corrientes de un pa¨ªs indica su posici¨®n deudora o acreedora respecto del ahorro externo. Seg¨²n esta evaluaci¨®n, Brasil financi¨® su milagro econ¨®mico absorbiendo entre 1967 y 1985 algo m¨¢s de 140.000 millones de d¨®lares de ahorro extemo, de los cuales, casi un 90%. fueron absorbidos desde el primer choque petrol¨ªfero, poniendo de manifiesto la incapacidad de los dirigentes brasile?os al no cambiar sus planes de industrializaci¨®n ante la nueva tesitura econ¨®mica. El ahorro externo habr¨ªa representando como media el 18% y el 24% de la formaci¨®n bruta de capital de Brasil en los per¨ªodos 1974-1979 y 1980-1982, respectivamente, siendo as¨ª un elemento central del crecimiento econ¨®mico durante el per¨ªodo. En estas circunstancias, la obligaci¨®n de responder a los compromisos contra¨ªdos estar¨ªa Fuera de toda discusi¨®n.
No obstante, la metodolog¨ªa del FMI no pasa de ser una simple operaci¨®n contable que distorsiona el origen y las responsabilidades respecto de la deuda. El saldo de las transacciones corrientes engloba elementos reales, necesarios para mantener la producci¨®n y el consumo de un pa¨ªs (importaciones de insumos y mercanc¨ªas), y elementos financieros tales como intereses y repatriaci¨®n de beneficios.
De este modo, para evaluar la responsabilidad del deudor en el monto total de la deuda es necesario distinguir en ¨¦sta la parte que corresponde a absorciones de ahorro externo de aquella que se origina en el sistema financiero internacional o en pol¨ªticas econ¨®micas tomadas fuera del pa¨ªs (verbigracia subidas del tipo de inter¨¦s promovidas por la Reserva Federal de EE UU). Con ello, separamos la componente real (gap real) de la componente financiera de la deuda.
El gap real engloba el saldo de las balanzas comercial y de servicios productivos. Un valor negativo refleja la cantidad que un pa¨ªs tom¨® prestado del exterior para satisfacer la demanda agregada interna. A la vista de las estimaciones del gap real presentadas en la tabla adjunta, las consideraciones y cifras del FMI acerca de la deuda brasile?a se matizan sobremanera.
As¨ª, las necesidades de financiaci¨®n externa entre 1967 y 1974, cuando el pa¨ªs crec¨ªa a una tasa media anual del 11 %, que de acuerdo con la evaluaci¨®n del FMI hubieran representado como media el 7,1% de la inversi¨®n, representaron s¨®lo el 3,1% de la misma. Esto se debi¨® a que la expansi¨®n del producto se dio sobre la base de la capacidad ociosa disponible del per¨ªodo anterior y del dinamismo de las exportaciones.
De igual modo, y si bien es cierto que la arrogancia de los gobiernos militares les hizo imposible ¨ªnternalizar el choque del petr¨®leo con el realismo que hubiera sido necesario, esta imprudencia fue sensiblemente menor que la pretendida por el FMI y as¨ª el gap real entre 1974 y 1979 represent¨® como media el 10,7%. de la inversi¨®n, frente al 18,3% asumido por el FMI. La imprudencia de los tecn¨®cratas de la dictadura fue contratar el 75% de la deuda a tipos de inter¨¦s flexible; el error del sistema financiero fue colocar a la ligera sus excedentes de petrod¨®lares.
En el proceso, Brasil hab¨ªa reducido dr¨¢sticamente sus reservas de divisas y fue incapaz de absorber tanto el segundo choque del petr¨®leo de finales de 1980 (lo que deterior¨® la relaci¨®n de intercambio) como el alza de los tipos de inter¨¦s de la econom¨ªa norteamericana, que, entre diciembre de 1979 y diciembre de 1980, saltaron del 9% al 21% como consecuencia de la necesidad estadounidense de atraer ahorro externo para financiar sus d¨¦ficit internos.
En el per¨ªodo 1980-1985 Brasil aplic¨® dos planes de estabilizaci¨®n que si bien redujeron considerablemente el gap real a trav¨¦s de una dr¨¢stica reducci¨®n de importaciones y la expansi¨®n del sector exportador, fueron incapaces de contener el deterioro del d¨¦ficit por cuenta corriente.
El pa¨ªs entr¨® en barrena en un proceso en el que los altos tipos de inter¨¦s deterioraban la balanza por cuenta corriente cuya financiaci¨®n obligaba a obtener nuevos pr¨¦stamos en condiciones cada vez peores, que a su vez deterioraban, a¨²n m¨¢s, la balanza por cuenta corriente. En resumen, se redujo el gap real pero fue imposible controlar la componente financiera de la deuda.
De la severidad de los ajustes recesivos iniciados en 1983 habla no s¨®lo el signo positivo del gap real medio a partir de este a?o, sino el que su valor agregado para el per¨ªodo estudiado no llegue m¨¢s que a 29.000 millones de d¨®lares (comp¨¢rese esta cifra con los m¨¢s de -142.000 millones obtenidos aplicando la metodolog¨ªa del FMI). En el per¨ªodo 1983-1985 Brasil export¨® recursos reales netos iguales al 50% del ahorro externo absorbido en los 15 a?os del milagro. Para el FMI, el pa¨ªs continu¨® absorbiendo 7.500 millones de ahorro internacional.
?Qu¨¦ hacer?
En los momentos actuales, y en medio de fuertes presiones y boicoteos tanto internos como externos, Brasil est¨¢ en v¨ªas de suspender la moratoria de los intereses debidos a los bancos privados declarada en el primer semestre del a?o pasado dentro de su programa de ajuste no recesivo (el Plan Cruzado). Tal suspensi¨®n significa el reconocimiento por parte de Brasil del total de la deuda debida y sus ¨ªntereses, y la aceptaci¨®n de su soluci¨®n a trav¨¦s del mecanismo ortodoxo de ajustar la balanza de pagos, a cambio de obtener de las instituciones financieras 7.500 millones de d¨®lares de cr¨¦dito adicional con los que financiar los intereses debidos.
La obtenci¨®n de esos cr¨¦ditos est¨¢ condicionada a negociar con el FMI un plan de austeridad en el que se cifren objetivos m¨ªnimos de transferencia de recursos al exterior, lo que, en cualquier circunstancia, va a deteriorar a¨²n m¨¢s las condiciones de vida de la poblaci¨®n en un entorno en el que el salario m¨ªnimo mensual es el m¨¢s bajo de toda su historia, recibido por m¨¢s del 42% de los asalariados, y su poder de compra dista mucho (representa alrededor de 1/8) del necesario para cubrir la raci¨®n alimenticia esencial que es definida por el propio Gobierno.
En estas circunstancias la vuelta al FMI es realmente problem¨¢tica: 1) es una huida hacia adelante que nada ayuda a resolver el problema de la deuda, sino que, todo lo contrario, lo deteriora en tanto que ning¨²n dinero nuevo va a entrar en el pa¨ªs y la bola de nieve de la deuda va a continuar rodando; 2) significa que se ignora la ra¨ªz financiera del problema y, por tanto, se acepta cargar sobre sus hombros (en especial sobre los de sus sectores m¨¢s desfavorecidos) las consecuencias de la pol¨ªtica reaganista; 3) no se contribuye al proceso de consolidaci¨®n democr¨¢tica, y 4) se debilitan sobremanera las posibilidades de conseguir una alternativa colectiva (fundamentalmente latinoamericana) a las exigencias del sistema financiero. Al respecto, es importante constatar que nueve pa¨ªses latinoamericanos han suspendido total o parcialmente los pagos de intereses y/o principal, as¨ª como que dos pa¨ªses que siguen las directrices del FMI, Argentina y M¨¦xico, no s¨®lo est¨¢n inmersos en serias recesiones, sino que, adem¨¢s, han sido incapaces de abatir sus tasas de inflaci¨®n.
Sin embargo, los pa¨ªses deudores tienen en sus manos una baza que debieran jugar con decisi¨®n ya que el signo positivo del gap real medio en los ¨²ltimos a?os implica la desvinculaci¨®n delnivel de demanda interna del cr¨¦dito exterior, con lo cual los acreedores han perdido su capacidad de presi¨®n financiera sobre los deudores.
Cualquier represalia de los acreedores se volver¨ªa contra sus propios intereses en tanto que el, super¨¢vit comercial excede ampliamente los cr¨¦ditos a largo plazo disponibles (actualmente, para Am¨¦rica Latina, el cr¨¦dito internacional s¨®lo financia el 20% de los intereses debidos) y un eventual corte de los cr¨¦ditos de corto plazo y comerciales (que son los m¨¢s seguros para el acreedor) redundar¨ªa en la capacidad de cobrar alg¨²n inter¨¦s.
Sistemas de negociaci¨®n
En estas circunstancias es posible:
1. Establecer sistemas de negociaci¨®n en los que se reval¨²e el valor de la deuda. Estos sistemas debieran: a) considerar que el valor en el mercado secundario de los t¨ªtulos de la deuda est¨¢ sensiblemente mermado (la de Brasil se cotiza con casi un 50% de descuento) y su valor se continuar¨¢ deteriorando mientras sigan las pol¨ªticas de parcheo propuestas por el FMI; b) purgar el montante total de la deuda de su componente financiera, y c) distribuir responsabilidades, entre bancos acreedores y deudores, sobre la g¨¦nesis de la deuda.
2. Ligar el montante transferible a las posibilidades de transferencia de divisas del deudor. En la coyuntura presente, cuando las econom¨ªas centrales y en especial Estados Unidos levantan el hacha del proteccionismo para posibilitar sus pol¨ªticas de ajuste interno, la entrada de divisas por exportaci¨®n parece ser el candidato m¨¢s id¨®neo a esta indexaci¨®n. El porcentaje de ahorro exportable nunca debiera yugular objetivos razonables de desarrollo econ¨®mico interno.
3. Corolario de este punto es que los pa¨ªses deudores tienen que aprender a andar en sus propios zapatos sin el recurso milagroso del cr¨¦dito exterior, lo que en los momentos actuales significa, entre otras cosas, la expansi¨®n del mercado interno, la consolidaci¨®n y profundizaci¨®n de los reg¨ªmenes democr¨¢ticos, la modernizaci¨®n del Estado y la integraci¨®n regional.
En este sentido, las reuniones peri¨®dicas -las primeras sin el patrocinio de Estados Unidos que ocho presidentes latinoamericanos (cuyos pa¨ªses suman una deuda de 341.000 millones de d¨®lares) vienen manteniendo desde noviembre pueden desembocar en un proceso en el que el subcontinente defina una estrategia com¨²n de negociaci¨®n con el sistema financiero.
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