Una religiosa encontr¨® muerto a Juan Pablo I
John Magee, secretario de los tres ¨²ltimos papas, confirma lo que el Vaticano neg¨® en 1978
El obispo irland¨¦s John Magee, que fue secretario de los tres ¨²ltimos papas, ha confirmado, en una entrevista concedida a una revista sobre temas religiosos, que la primera persona que vio muerto al papa Juan Pablo I, el 28 de septiembre de 1978, no fue ¨¦l, sino una mujer, una de las religiosas que le cuidaban y que el Papa hab¨ªa tra¨ªdo consigo desde Venecia al ser elegido, s¨®lo un mes antes. Esta versi¨®n fue negada en su d¨ªa por el Vaticano, y la causa del fallecimiento del papa Luciani es todav¨ªa objeto de pol¨¦mica. Magee, en las primeras declaraciones que realiza, cuenta an¨¦cdotas de Pablo VI y de Juan Pablo I, mientras que prefiere no hablar del actual papa por estar vivo.
A aquel verano le han llamado el verano de "los tres papas", porque hace: 10 a?os, por prirnera vez en la historia de la Iglesia, en el Vaticano se sentaron tres pont¨ªfices en el espacio de 70 d¨ªas. El 6 de agosto de 1978 muri¨® Pablo VI; el 26 de agosto fue elegido papa Juan Pablo I, que muri¨® el 28 de septiembre, y el 16 de octubre subi¨® al trono de Pedro Karol Wojtyla, primer papa polaco de la historia.Hay un personaje que ha estado m¨¢s cercano que nadie a los tres papas citados: el sacerdote irland¨¦s John Magee, que fue el secretario particular de los tres pont¨ªfices. Juan Pablo II lo hizo m¨¢s tarde maestro de ceremonias de la casa pontificia, y posteriormente le consagr¨® obispo.
Hasta ahora, Magee nunca hab¨ªa hablado. Y su nombre hab¨ªa saltado a la Prensa s¨®lo con motivo de la muerte repentina y a¨²n misteriosa del papa Luciani. La primera versi¨®n oficial vaticana dec¨ªa que hab¨ªa sido su secretario personal quien lo hab¨ªa hallado muerto. Pero 24 horas m¨¢s tarde algunos diarios italianos y este peri¨®dico contestaron aquella versi¨®n revelando que hab¨ªa sido una de las monjas que cuidaban al Papa, y que ¨¦l se hab¨ªa tra¨ªdo de Venecia, donde era patriarca antes de ser elegido papa, la primera persona que le encontr¨® muerto.
En una larga entrevista a la revista 30 Giorni, del movimiento Comuni¨®n y Liberaci¨®n, cercana al Vaticano, el ex secretario de tres papas ha consentido en hablar por primera vez. Y confirma que, en efecto, "a las cinco y media de la ma?ana, una monja me despert¨® agitad¨ªsima: 'El Papa ha muerto', me dijo".
Preocupada por el hecho de que el Papa no hubiese bebido a¨²n el caf¨¦ que cada ma?ana le dejaba a la puerta, la religiosa hab¨ªa entrado y hab¨ªa visto que el Papa estaba muerto.
De Juan Pablo I Magee afirma que le hab¨ªa confiado: "Yo no viajar¨¦ nunca". Los mexicanos le hab¨ªan regalado un billete de avi¨®n para ir a M¨¦xico con motivo de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), que se deb¨ªa celebrar pr¨®ximamente en Puebla. "Me la regal¨® diciendo: "A m¨ª no me servir¨¢", explica Magee.
Tres veces quiso que la misa por la ma?ana en su capilla privada la celebrase, como gesto de humildad, su secretario, "para hacerme ¨¦l de monaguillo".
La tarde misma de la elecci¨®n, Juan Pablo I, encontr¨¢ndose con el ex secretario de Pablo VI en un pasillo, all¨ª mismo lo reeligi¨®, dici¨¦ndole: "Usted que conoce bien esta casa d¨ªgame d¨®nde est¨¢ la cocina, porque tengo un gran dolor de cabeza y necesito un caf¨¦". Y apostilla Magee: "Pablo VI jam¨¢s me hab¨ªa pedido ni un vaso de agua". Ha revelado que el papa Luciani hablaba muy bien ingl¨¦s y alem¨¢n, y que la misa la celebraban en ingl¨¦s.
Una an¨¦cdota curiosa: una tarde le llam¨® corriendo la polic¨ªa vaticana: "Est¨¢n lloviendo documentos del cielo". Resulta que Juan Pablo I hab¨ªa ido a la terraza, hab¨ªa apoyado una carpeta de documentos reservados sobre la barandilla, y el viento se los desparram¨®. Tuvieron que ir recogi¨¦ndolos los bomberos por los techos de los palacios pontificios y por los patios vaticanos.
Seg¨²n Magee, el papa Luciani le revel¨®, tres d¨ªas antes de su muerte, que se iba a morir pronto, y que el sucesor de Pablo VI ten¨ªa que haber sido no ¨¦l, sino "el cardenal que se sentaba delante de m¨ª en la capilla Sixtina durante el c¨®nclave". Y a?adi¨®: "Pero ¨¦l vendr¨¢ aqu¨ª, porque yo me voy". El secretario no se atrevi¨® a preguntarle qui¨¦n era aquel cardenal, pero despu¨¦s indag¨®, y era Karol Wojtyla. Cuando decidi¨® llamarse Juan Pablo I le hicieron notar que, seg¨²n la tradici¨®n, si un papa se pone dos nombres, debe ser a secas. Y ¨¦l respondi¨®: "Yo me quiero llamar Juan Pablo I porque el segundo vendr¨¢ pronto".
Y no son menos interesantes las an¨¦cdotas que Magee cuenta, completamente in¨¦ditas, del intelectual papa Montini, a quien asisti¨® en su muerte.
Lo m¨¢s importante es cuando revela que al final de su vida Pablo VI ten¨ªa como miedo de poder condenarse, de hacer algo contra la Iglesia. "Quiero", le dijo un d¨ªa, cuenta Magee, "que en estos d¨ªas ¨²ltimos de mi vida usted rece mucho por m¨ª. Porque yo no quiero traicionar a Cristo". Y repiti¨®, gritando:"No quiero traicionar a Cristo".
Melancol¨ªa
Y comenta Magee: "El Papa se sent¨ªa humanamente muy d¨¦bil, me daba la impresi¨®n de que ten¨ªa miedo. No de la muerte, sino de un momento de debilidad humana en que pudiera hacer algo equivocado para la Iglesia. Y para ¨¦l traicionar a la Iglesia era traicionar a Cristo". Una tarde le ense?a a su secretario las fotos de sus parientes ya muertos. "Yo", dice Magee, "para quitarle aquella melancol¨ªa le record¨¦ que los habr¨ªa encontrado a todos ellos en el cielo. 'Ah', me fulmin¨® con los ojos, 'no debemos nunca dar por descontada la misericordia de Dios'. Y sol¨ªa decirme: 'Necesito que Dios perdone mis pecados. Tengo necesidad de la misericordia de Dios".Un d¨ªa, Magee encontr¨® al Papa con unos papeles en la mano, y de repente ¨¦ste se llev¨® la mano al pecho y empez¨® a sudar. "?Qu¨¦ le pasa, Santidad? 'Un dolor grande aqu¨ª, en el pecho'. Pens¨¦ en seguida en un ataque de coraz¨®n, y cuando estaba para telefonear al m¨¦dico me ense?¨® un papel: 'Mira, ¨¦ste es un sacerdote que tiene 78 a?os y 48 de sacerdocio, y pide la dispensa del celibato. Esto es demasiado, es demasiado".
Pablo VI quiso ir a la capilla a rezar, pero no tuvo fuerzas y el secretario le ayud¨® a tumbarse. Y Magee a?ade: "Dec¨ªa que las dispensas a los sacerdotes eran su corona de espinas, pero nunca o¨ª de sus labios palabras de condena. S¨®lo misericordia y perd¨®n".
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