Esperando a Eco
Tras el ¨¦xito de 'El nombre de la rosa', minucioso lanzamiento de 'El p¨¦ndulo de Foucault'
El efecto Eco, el segundo, hab¨ªa comenzado ya hace unos meses en las oficinas de la casa editora Bompiani, en Mil¨¢n, cuando Umberto Eco, el autor del celebrado ¨¦xito de venta El nombre de la rosa, dio su imprim¨¢tur al env¨ªo del original mecanografiado a tipograf¨ªa. Finalmente, tras por lo menos cinco a?os de gritos y susurros, la nueva novela del escritor italiano estaba terminada. Adem¨¢s del director editorial de la casa Bompiani, Mario Andreose, algunos amigos de gran confianza hab¨ªan le¨ªdo la nueva novela, a petici¨®n del autor, para un intercambio de opiniones sobre El p¨¦ndulo de Foucault.
El editor pon¨ªa a punto las estrategias de lanzamiento. Una astuta dosificaci¨®n de entrevistas con el autor y avances de fragmentos del libro en los peri¨®dicos m¨¢s importantes; la oferta de la novela a tapa cerrada a los editores extranjeros, a quienes se les requer¨ªa, entre otras garant¨ªas, un compromiso publicitario. La exigencia fue r¨¢pidamente aceptada, hasta el punto de que el libro ya ha. sido vendido en muchos pa¨ªses. Nuevos contratos ser¨¢n firmados en la Feria de Francfort, en octubre, donde tendr¨¢ lugar la presentaci¨®n oficial del libro m¨¢s misterioso de la temporada. Por fin, despu¨¦s de vacilaciones e indecisiones sobre c¨®mo anunciar el t¨ªtulo, he aqu¨ª que la elecci¨®n fue confiar la noticia en calidad de primicia a Publishers Weekly, la revista de los editores norteamericanos.La novela se titula El p¨¦ndulo de Foucault, pero este Foucault no es Michel, el famoso fil¨®sofo franc¨¦s desaparecido en 1984, sino un f¨ªsico franc¨¦s, Jean Bernard L¨¦on Foucault, el cual, para demostrar la rotaci¨®n de la Tierra, hab¨ªa inventado un p¨¦ndulo esf¨¦rico. Uno de sus experimentos se realiz¨® en p¨²blico en el Pante¨®n de Par¨ªs, donde el p¨¦ndulo fue suspendido de la c¨²pula con una cuerda de 60 metros. Ya desde el t¨ªtulo, pues, Eco expone su magistral habilidad para confundir las aguas, para la invenci¨®n de falsas pistas.
Eco y el editor se mantuvieron inflexibles: no deb¨ªa proporcionarse ning¨²n indicio sobre la trama ni los personajes hasta el momento en que los peri¨®dicos hubieran publicado los textos convenidos. Pero alguno de los amigos, los lectores selectos que hab¨ªan le¨ªdo la novela en borrador, traicion¨® el compromiso de no hablar. Il Corriere del Ticino public¨® un art¨ªculo con las indiscreciones de ese an¨®nimo lector selecto, revelando con sabia reticencia buena parte del contenido de la novela, 500 p¨¢ginas colmadas de hechos, de temas, de personajes ambientados en un dilatado arco de siglos, del Medioevo al presente.
Tam-tam
Un rumor recurrente afirma que la traici¨®n no es tal porque todo aconteci¨® en el marco de una operaci¨®n calculada, una suerte de tam-tam que, seg¨²n los expertos en marketing, es uno de los medios m¨¢s eficaces para alimentar la expectaci¨®n.
Pero, una vez puesta en movimiento, la m¨¢quina mass-medi¨¢tica no se detiene. Uno de los lectores selectos al que Eco hab¨ªa dado a leer el libro, el escritor Oreste del Buono, se consider¨® desvinculado del pacto secreto, y el 3 de agosto public¨® un art¨ªculo en el Corriere della Sera que, sumado a los pormenores aportados en el Corriere del Ticino, permite hacerse una idea de la novela. Hela aqu¨ª.
Casaubon, uno de los protagonistas, cuenta en primera persona las aventuras de una investigaci¨®n llevada conjuntamente con los amigos Belbo y Diotallevi. El terceto trabaja en una casa editora milanesa, la Garamond, cuyo nombre est¨¢ formado, como se deduce f¨¢cilmente, por las porciones iniciales de Garzanti y Mondadori, notorias empresas editoras italianas. Eco, entre otras cosas, fue redactor de Bompiani en a?os ya lejanos.
La idea de la investigaci¨®n sobre el mundo de las sociedades secretas y de las ciencias ocultas fue inspirada a Casaubon por su tesis de doctorado sobre los templarios. Y a la Orden de los Templarios se dedican muchas p¨¢ginas de la novela. Durante la investigaci¨®n, uno de los protagonistas muere ahorcado en el p¨¦ndulo de Foucault, otro sucumbe de c¨¢ncer, que le destruye el cuerpo; cr¨ªmenes y conspiraciones se suceden entre Europa y Brasil con un ritmo narrativo que mezcla g¨¦neros literarios diversos, de lo polic¨ªaco al feuilleton, g¨¦neros por lo dem¨¢s estudiados por el autor, hace a?os, con pasi¨®n e iron¨ªa.
El libro est¨¢ lleno de informaciones hist¨®ricas y de reflexiones ensay¨ªsticas, de ep¨ªgrafes en hebreo, en griego y en lat¨ªn. Una vez m¨¢s, como en El nombre de la rosa, el papel de Eco en la novela parece ser el de un detective filos¨®fico: no por casualidad del Buono define El p¨¦ndulo de Foucault como "una gran investigaci¨®n que se vuelve hacia los investigadores, quienes se convierten en investigados".
He querido relatar, relatar junto a las acciones, los bosquejos de la trama, y sobre los personajes, el clima de expectaci¨®n que circunda la novela, c¨®mo se lanza al mercado un producto editorial no com¨²n y c¨®mo se gesta el deseo de primicia de los medios de comunicaci¨®n masiva cuando est¨¢ en danza una estrella del firmamento intelectual. Naturalmente, para dar de la novela un juicio fundado, ser¨¢ necesario leerla con atenci¨®n, olvidando acaso -en el solitario cara a cara del cr¨ªtico con la p¨¢gina escrita-los clamores suscitados en una medida ciertamente desproporcionada por los encargados de esas tareas. Despu¨¦s de todo se trata de la publicaci¨®n de un libro, aunque sea la de un libro destinado, si los hor¨®scopos son ver¨ªdicos, a una carrera de ¨¦xitos de venta mundial, como ya ocurri¨®, para sorpresa, con El nombre de la rosa (traducido en 22 pa¨ªses, ocho millones de copias vendidas en todo el mundo).
No es f¨¢cil
Nadie est¨¢ hoy dispuesto a dejarse sorprender nuevamente, ni siquiera si la lectura del libro, a juzgar por las indiscreciones orales y escritas, se anuncia como no particularmente f¨¢cil. Al contrario, parece que Eco habr¨ªa complicado deliberadamente el acceso a sus p¨¢ginas, sobre todo para eludir las acusaciones de liviandad que fueron dirigidas contra El nombre de la rosa.
Supongo que Eco querr¨¢ estimular el esnobismo de masa, cuyos numeros¨ªsimos adeptos jam¨¢s renunciar¨¢n a adquirir un libro ¨¢ la page, el suceso editorial del a?o, s¨®lo porque sea arduo y por consiguiente reservado a una elite. Precisamente la dificultad anunciada puede desencadenar una carrera por El p¨¦ndulo de Foucault por parte de gente que tal vez no lo leer¨¢.
La obsesi¨®n medieval que habita en Eco, y que ha tenido en algunos de sus libros sugestivas encarnaciones, retorna en el P¨¦ndulo de Foucault con la maciza presencia de los templarios. Aun no siendo un historiador, Eco sabe utilizar de un modo espectacular los hechos hist¨®ricos por aquello que representan en s¨ª, pero tambi¨¦n en contraluz con el presente, con la actualidad, requiriendo as¨ª del lector m¨¢s grados de interpretaci¨®n y de identificaci¨®n.
es subdirector del semanario L'Espresso y ensayista.Traducci¨®n: Jorge Onetti.
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