Para bailar la bamba
La m¨²sica de La Bamba -convertida ya en el himno hispano de EE UU- cerr¨® en la madrugada del viernes el circo republicano de Nueva Orleans, que ayer pleg¨® la carpa. Pero el partido en el poder va a necesitar m¨¢s que "un poquito de gracia y otra cosita" para superar el fallo del n¨²mero de los payasos en que se ha convertido el esc¨¢ndalo de su candidato vicepresidencial, Dan Quayle.30.000 fervientes republicanos, encendidos de entusiasmo patri¨®tico por su visi¨®n de otros cuatro a?os en la Casa Blanca, actuaron como colch¨®n del triple mortal sin red dado por George Bush con la elecci¨®n del trapecista Quayle.
Si no fuera por este peque?o detalle, que ha arruinado una convenci¨®n perfectamente orquestada por los magos de Hollywood y los publicitarios de Madison Avenue, en Nueva York, la fiesta republicana podr¨ªa haberse cerrado con un 10.
La apoteosis final consisti¨® en 14 minutos de ca¨ªda de globos -unos 200.000, 10 veces m¨¢s que en la convenci¨®n dem¨®crata de Atlanta- y confetis sobre la familia Bush, a la que despu¨¦s se unieron los Quayle.
Eran tres chicos peque?os y una atractiva mujer abogada, morena, que pueden hacer estragos en televisi¨®n, si su kennediano (por su aspecto) padre consigue sacudirse el esc¨¢ndalo.
La Bamba comenz¨® a sonar justo cuando entraban en el escenario la nuera hispana de Bush y sus tres hijos morenitos. El vicepresidente, que es un gran abuelo seg¨²n todas las apariencias, levant¨® en volandas a todos sus peque?os nietos, uno por uno, ofreciendo esa imagen familiar del sue?o americano tan querida por este electorado.
Pero primero, en un gesto ins¨®lito en este reservado patricio educado en la represi¨®n de las emociones, Bush bes¨® con vehemencia a su mujer, B¨¢rbara.
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