El final de una pesadilla
Cuando cae un tirano las sombras del mundo se Iluminan y tan s¨®lo los hip¨®critas se lamentan; y el general Mohamed Zia Ul Haq [el presidente paquistan¨ª recientemente fallecido] era uno de los m¨¢s crueles de los modernos tiranos -aunque su gran amigo George Bush y su firme partidaria Margaret Thatcher quisieran que pens¨¢ramos de ¨¦l- Hace 11 a?os se escap¨® de la botella como un, duende de cuento oriental, y aunque pare c¨ªa al principio un tipo insignificante de demonio, comenz¨® inmediatamente a crecer hasta que fue lo suficientemente gigante como para agarrar a todo Pakist¨¢n por el cuello. Ahora, tras una eternidad de represi¨®n, una naci¨®n triste y estrangulada puede, por algunos momentos, respirar un poco m¨¢s libremente.El respetuoso, modesto y humildemente religioso Zia, el m¨¢s sencillo de todos los soldados. Fue f¨¢cil para un hombre tan inteligente, patricio y autocr¨¢tico como Zulficar Ali Bhut -que tambi¨¦n conoc¨ªa lo que era despotismo- ver que este tipo era un tonto ¨²til y controlable, un genio embotellado y bien sellado, con un divertido bigote de Groucho. Zia fue nombrado jefe de Estado Mayor de Bhuto en 1976 principalmente porque Bhuto pens¨® que lo ten¨ªa seguro en el bolsillo. Pero los generales paquistan¨ªes saben c¨®mo saltar y escaparse de estos bolsillos y meter en ellos en su lugar a sus antiguos patronos. El protegido depuso a su patrono en julio de 1977 y fue su verdugo dos a?os m¨¢s tarde, iniciando una disputa sangrienta con la dinast¨ªa de Bhuto, que probablemente s¨®lo hubiera terminado con su muerte. Uno de los aspectos m¨¢s optimistas de la nueva situaci¨®n es que los restantes generales en Pakist¨¢n no tienen ninguna raz¨®n para temer la venganza de Bhuto si el poder volviera a las fuerzas democr¨¢ticas rechazadas durante tan largo tiempo.Pakist¨¢n bajo Zia se ha hecho un pa¨ªs de pesadilla en el cual armamentos de campa?a destinados a los rebeldes afganos son vendidos m¨¢s o menos abiertamente en los mercados negros del pa¨ªs; en el que los ciudadanos de Karachi hablan, encogi¨¦ndose de hombros, de la complicidad diaria entre la polic¨ªa y bandas de ladrones en gran escala; en donde ej¨¦rcitos privados de hombres fuertemente armados defienden y sirven una de las mayores industrias del mundo de narc¨®ticos, y en donde las elecciones se celebran sin que participe en las mismas ning¨²n partido pol¨ªtico.
Que esta situaci¨®n pueda ser descrita en todo el mundo como estabilidad ser¨ªa divertido si no fuera vil; que esto se haya ocultado bajo un manto de fe religiosa es a¨²n m¨¢s terrible. Necesitamos decir repetida mente en nuestros pa¨ªses occidentales que el islam no es m¨¢s monol¨ªticamente cruel, no es m¨¢s un imperio del mal que lo son el cristianismo, el capitalismo o el comunismo. Esta ideolog¨ªa medieval, mis¨®gina y entontecedora que Zia impuso a Pakist¨¢n con su programa de islamizaci¨®n era la faz m¨¢s fea posible de esta fe y aquella que hubiera preocupado y asustado a la mayor¨ªa de los musulmanes paquistan¨ªes.
El ser un creyente no significa en absoluto ser un fan¨¢tico. El islam en el subcontinente indo-paquistan¨ª se ha desarrollado hist¨®ricamente seg¨²n l¨ªneas moderadas, con un fuerte acento de la filosof¨ªa plural¨ªstica sufi; Zia era el enemigo de este islam. Ahora que ¨¦l se ha ido la mayor¨ªa del programa de islamizaci¨®n le seguir¨¢ pronto. Pakist¨¢n no desea ni necesita un sistema legal que hace que el testimonio de las mujeres valga menos que el de los hombres; ni una que proh¨ªbe aparecer en la televisi¨®n paquistan¨ª los acontecimientos femeninos de los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l.
He aqu¨ª c¨®mo el mayor poeta de Pakist¨¢n, Faiz Ahmed Faiz, escribi¨® sobre este punto en su poema Zaiim (El tirano) traducido por Naomi Lazard: "?ste es el festival; entraremos en la esperanza / con el luto apropiado. Ven, mi pueblo. / Celebraremos la matanza de las multitudes... La m¨ªa es la religi¨®n nueva, la nueva moralidad, / m¨ªas son las nuevas leyes y un nuevo dogma. / Desde ahora los sacerdotes en el templo de Dios / tocar¨¢n con sus labios las manos de los ¨ªdolos... / todas las puertas de la oraci¨®n hacia el cielo se cerraron hoy de golpe".
El tirano fue y se march¨®. ?C¨®mo sucedi¨® esto? La posibilidad de muerte por accidente creemos que no es probable. Y estoy convencido de la idea de que fuera un golpe interno del Ej¨¦rcito o un disparo del otro lado de la frontera de la India. Es realmente posible un asesinato por miembros del servicio secreto afgano y quedan abiertas otras muchas posibilidades m¨¢s especulativas. La verdad, si alg¨²n d¨ªa se llega a saber, nos sorprender¨¢, sin duda, a todos.
Es triste la muerte del embajador de Estados Unidos, naturalmente. Pero su proximidad al general Zia nos indica hasta qu¨¦ punto el difunto presidente depend¨ªa de la buena voluntad y del apoyo norteamericano. La tragedia de Pakist¨¢n es que Estados Unidos, en su papel de polic¨ªa mundial de la libertad, eligiera defender la libertad en Afganist¨¢n sacrificando los derechos humanos, civiles y pol¨ªticos de los s¨²bditos de Zia.
?Qu¨¦ suceder¨¢ ahora? Los observadores veteranos de la escena paquistan¨ª no van a manifestar mucho j¨²bilo. Parece poco probable que el Ej¨¦rcito est¨¦ dispuesto a abandonar el poder real mientras siga inestable la situaci¨®n afgana. Y aunque varios generales importantes murieron con Zia en la explosi¨®n del C-130, dos de los m¨¢s duros est¨¢n con vida: Fazle Haq -durante largo tiempo el asociado m¨¢s ¨ªntimo de Zia, tiene su reputaci¨®n manchada por su complicidad con los traficantes de droga- y Aslam Beg, que es el m¨¢s probable sucesor; siempre es lo m¨¢s f¨¢cil cuando se examina el desolado escenario de la pol¨ªtica paquistan¨ª prever lo peor. Pero esta vez hay otra posibilidad, poco probable, pero que merece ser mencionada.
Si el Gobierno norteamericano llega a convencerse de que el tipo de estabilidad del general Zia ha dejado tras de s¨ª un legado de profunda inestabilidad, y si EE UU entonces se decidiera a apoyar a las fuerzas democr¨¢ticas en Pakist¨¢n m¨¢s que a las militares, en este caso podr¨ªa ser posible una nueva estabilidad centrada en aquella extra?a y vieja idea, la del Gobierno representativo. Hablo, naturalmente, de Benazir Bhuto y de la coalici¨®n de partidos pol¨ªticos que ella encabeza, y por cuya unidad ella debe trabajar con toda su fuerza. ?ste es posible que sea el momento de Benazir; nos queda por ver si la terquedad del Ej¨¦rcito de Pakist¨¢n, la naturaleza compleja de la coalici¨®n (ahora que ya no est¨¢ el gran enemigo que los un¨ªa) y las contorsiones de la pol¨ªtica no conspiran para que ¨¦sta sea una ocasi¨®n perdida.
novelista indio residente en el Reino Unido, es autor de Los hijos de la medianoche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.