'Pasion'y 'R¨¦quiem' , seg¨²n Penderecki
ENVIADO ESPECIALLos ciclos sinf¨®nico-corales de la plaza Porticada se cierran, estos d¨ªas, con tres conciertos de la orquesta y coro polacos dirigidos por Penderecki y consagrados, los d¨ªas 25 y 26, a sus obras, y el 27 a su Te Deum, al estreno de la Segunda sinfon¨ªa de Garc¨ªa Rom¨¢n y la reposici¨®n de la Suite monta?esa, de D¨²o Vital. Hace s¨®lo unos a?os esta clausura habr¨ªa sido inconcebible, pero ahora se desarrolla en medio de ovaciones clamorosas.
Con el R¨¦quiem se ha presentado Penderecki al p¨²blico del 37? festival internacional como si hubiera querido ofrecer primero la consecuencia reciente (1984) de su obra anterior, la Pasi¨®n seg¨²n san Lucas, escrita 20 a?os atr¨¢s.
Exploraci¨®n
Si en su creaci¨®n instrumental parece realizar la voluntad exploratoria de Penderecki, toda su m¨²sica religiosa -conectada o no con el vario y dram¨¢tico suceder de su pa¨ªs- obedece a un estilo unitario, cuando menos en lo sustancial.S¨ª, la nueva polifon¨ªa triunfante en el Stabat Mater reaparece no s¨®lo en la Pasi¨®n, sino tambi¨¦n en el R¨¦quiem de Penderecki. En su tratamiento, sobre todo cuando va unida a la orquesta, se advierte otra ra¨ªz, continuamente reconocida por toda la escuela polaca moderna: la de Karol Szimanovski, el padre del renacimiento musical contempor¨¢neo en Polonia.
Hay en la Pasi¨®n una continuidad narrativa, exigida por el texto y desarrollada. a trav¨¦s de estancias m¨²sico / sonoras muy precisas y reconocibles. Tanto que en el n¨²mero 24 de la obra reaparece el Stabat Mater, y en el 16 escuchamos una renovada imagen del antiguo Popule meus, mientras los pasajes de acci¨®n responden al Penderecki dram¨¢tico y multitudinario.
Porque en las obras sinf¨®nico-corales del gran m¨²sico polaco contempor¨¢neo el pueblo est¨¢ presente para cantar o gritar el drama que impone el texto elegido y, al mismo tiempo, el suyo propio, de anteayer, de ayer o de hoy mismo.
Cuando Krysztoy Penderecki canta "Oh cruz, signo de nuestra fe, ¨¢rbol noble entre todos", no musicaliza tan s¨®lo la liturgia del Viernes Santo; por ella asoma el ser ideal y nacional de? pueblo polaco.
La diversificaci¨®n en el tratamiento instrumental -con el color utilizado en un sentido doble, dram¨¢tico y estructural- o la apretada emoci¨®n de ciertas arias, enaltecida en esta ocasi¨®n por la siempre espl¨¦ndida soprano Mariana Nicolesco, se contrastan y completan un ideal sonoro y est¨¦tico amplio y casi enciclop¨¦dico.
Intervino con fortuna el bar¨ªtono Andrzey Hiolski y el bajo Boris Carmelli, un pensamiento, una voz y una expresi¨®n id¨®neos para la m¨²sica contempor¨¢nea. Fue sobrio narrador Edward Lubaszenko, y correspondi¨® gran parte del triunfo al Coro Filarm¨®nico de Varsovia y la Escolan¨ªa de Cracovia, que, como la Orquesta de la Radio Polaca, dan vida y veracidad a sus interpretaciones gracias a un alto nivel profesional y a una movilidad sorprendentes.
El R¨¦quiem es otra cosa, aunque se derive de una misma sustancia. Se trata de una partitura directamente comprometida con un momento hist¨®rico que no es s¨®lo religioso, sino tambi¨¦n pol¨ªtico y social. Pareci¨® entonces necesario al compositor gritar m¨¢s directamente su verdad, sus ideas y sus creencias apoy¨¢ndose en el texto latino de la liturgia y, un par de veces, en palabras polacas.
De pronto, el coro a capella nos sumerge en la meditaci¨®n polif¨®nica del Agnus Dei, o la soprano alza su voz sobre coro y orquesta para entonar un turbador Lacrymosa; polos opuestos de expresi¨®n ser¨ªan el tremendismo inicial de R¨¦quiem y dies irae o el glorificante Rex tremendae.
La soprano Jadwiga Gadulanka, la contralto Grazina Winogrodzka, el tenor Paulus Raptis y el un tanto d¨¦bil bajo Radoslav Zukowski asumieron las partes vocales protagonistas del R¨¦quiem polaco, que ha valido a su autor y director, tanto como la Pasi¨®n seg¨²n san Lucas, ovaciones y bravos interminables.
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