Morir en Burundi
Varios huidos del pa¨ªs africano explican el alcance tr¨¢gico de las diferencias ¨¦tnicas
"Colegios y seminarios eran los principales objetivos de los militares tutsis. Rodeaban con sus camiones los edificios e irrump¨ªan en las aulas con sus listas de sospechosos. Los que nombraban ten¨ªan que salir con las manos sobre la cabeza; no se volv¨ªa a saber nada de ellos". El relato es de Alfonso, joven burund¨¦s de la tribu hutu. Su historia se remonta a las matanzas de 1972. Para quienes han tenido la oportunidad de conocer en profundidad Burundi, los horrores de ahora, con miles de muertos, son repetici¨®n de los de hace 15 a?os.
Alfonso, licenciado en Derecho, logr¨® escapar a Zaire. Su padre desapareci¨®. Y muchos de sus amigos figuran entre las 250.000 v¨ªctimas, en su mayor¨ªa hutus, de aquellas matanzas. Desde entonces no ha vuelto a su pa¨ªs. "Ser hutu y tener carrera universitaria equivale en Burundi a un riesgo seguro de muerte", explica. "Los tutsis viven acosados por el miedo a perder sus privilegios; no hay peor enemigo para ellos que un hutu que tenga estudios", a?ade.El tiempo, en efecto, no ha suavizado las tiranteces entre los tutsis -que a pesar de constituir s¨®lo el 15% de la poblaci¨®n mantienen el control absoluto sobre los puestos clave de la Administraci¨®n, la econom¨ªa y el Ej¨¦rcito del pa¨ªs- y los hutus -que acusan a los primeros de querer mantenerlos en situaci¨®n de casta inferior, a pesar de constituir el 85% de los 4,5 millones de habitantes del pa¨ªs- Por el contrario, el temor a que los hutus decidan vengar al familiar que todo el mundo perdi¨® en los sucesos de 1972, ha agitado desde entonces sombr¨ªos fantasmas entre los tutsis que desde entonces han extremado su vigilancia y su pol¨ªtica de marginaci¨®n hacia la etnia mayoritaria. Para los escasos occidentales -en su mayor¨ªa misioneros- que han tenido oportunidad de conocer el pa¨ªs, el caso de Burundi tiene muchos puntos en com¨²n con el del apartheid de los blancos en Sur¨¢frica.
A pesar de las cortapisas impuestas por el Gobierno tutsi para que los hutus no tengan acceso a estudios superiores, estos han logrado sacar buen partido de las escuelas creadas por las misiones extranjeras. El haberse convertido en caldo de cultivo de una clase intelectual hutu granje¨® a la Iglesia cat¨®lica -a la que pertenece el 65% de la poblaci¨®n- la enemistad del Gobierno. El ex presidente Bagaza -derrocado el pasado a?o jug¨® un duro pulso en este sentido al prohibir misas, expulsar a misioneros extranjeros y expropiar bienes eclesi¨¢sticos.
"La raz¨®n de estos incidentes no fue religiosa", afirma un misionero espa?ol afectado por la ola de expulsiones de 1985 que pide que no se publique su nombre. "Su verdadero trasfondo fue la irritaci¨®n del Gobierno al comprobar que ten¨ªa en los religiosos a unos testigos inc¨®modos de sus desmanes as¨ª como una v¨ªa de escape a la marginaci¨®n hutu que no pod¨ªan controlar" a?ade. "Para los hutus no hay m¨¢s posibilidad de trabajo que el cafetal, cultivo que realizan en condiciones casi de esclavitud; sus frutos son exclusivamente para los mercados internacionales y revierten s¨®lo en los tutsis", explica el religioso.
Aparente reconciliaci¨®n
El nuevo presidente burundin¨¦s, intent¨® aparentar una reconciliaci¨®n con la Iglesia, pero nunca readmiti¨® a los religiosos. Ello, junto al desencadenamiento a principios de este a?o de una nueva oleada de desapariciones de hutus, fue visto por esta etnia como un preocupante presagio. "Los tutsis siempre han dicho que la ¨¹nica salida era eliminar la superioridad num¨¦rica hutu a trav¨¦s del exterminio", explica Lucas. "Nuestra gente est¨¢ siempre bajo el temor a que el ej¨¦rcito cumpla esta t¨¦sis", a?ade.La confusi¨®n ha dominado las primeras informaciones sobre las matanzas que estallaron hace tres semanas. En un principio, los tutsis acusaron a los hutus de ser los responsables de los nuevos horrores. Pero los informes internacionales -que cuentan ya 50.000 refugiados hutus en Ruanda- as¨ª como la negativa del Gobierno de Burundi a que entre en el pa¨ªs una comisi¨®n humanitaria para investigar los hechos, ha dado la raz¨®n a la versi¨®n hutu y su denuncia de un nuevo intento de exterminio de esta etnia a manos del ej¨¦rcito tutsi.
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