La gorra m¨¢s alta
Augusto Pinochet Ugarte, capit¨¢n general -un cargo que ¨¦l cre¨®- amante de las distinciones, aunque las otorguen sus subordinados, ha sido nombrado primer infante de la patria, gran caballero del Altiplano, hijo ilustre, ciudadano benem¨¦rito, quinto dan de k¨¢rate, presidente honorario de la Cruz Roja.Pinochet afirm¨® en 1975: "Me voy a morir y elecciones no habr¨¢". En 1986, improvis¨®, con la franqueza que hace temblar a sus asesores: "No vamos a entregar el Gobierno por puro gusto". Este devoto de la Virgen del Carmen, sagitario supersticioso, que usa un anillo con su signo, se fila de una carta astrol¨®gica hecha por una alcaldesa adivina, cree que el cinco -fecha del plebiscito de octubre- le trae suerte y dice que intentar¨¢ "borrar del mapa" a los -opositores.
Ha gastado en publicidad 30 veces m¨¢s que los partidos. En 1980, cuando se ide¨® la consulta, pensaron que Pinochet gobernar¨ªa 16 a?os con un refer¨¦ndum en medio, de mero tr¨¢mite. La oposici¨®n le obliga a ganar votos o hacer fraude, pero ¨¦sta se meti¨® en el terreno de Pinochet: su Constituci¨®n.
Pinochet ha pasado otros per¨ªodos cr¨ªticos. Sorte¨® las protestas de 1983 dialogando con los pol¨ªticos mientras reprim¨ªa las barriadas. Con astucia, ataca fuerte y por sorpresa. As¨ª, un general sin liderazgo entre sus camaradas, ocupa el poder pese a que se entera del golpe s¨®lo dos d¨ªas antes, desplaza a la Junta y a sus pares en el Ej¨¦rcito. S¨®lo el d¨ªa 11 de septiembre de 1973 Salvador Afiende supo que Pinochet le hab¨ªa traicionado. El anterior jefe del Ej¨¦rcito, Carlos Prats, muerto con su esposa en un atentado en Buenos Aires con la factura de la polic¨ªa secreta del r¨¦gimen, dec¨ªa que Pinochet le dio pruebas de lealtad".
Mientras no usurp¨® el poder era otro. El dictador esperaba su oportunidad. Pinochet estuvo en un discreto segundo plano gracias al consejo de su tutor en la escuela militar: "Nunca destaques en la carrera, porque ser¨¢s objeto de envidias. Tampoco seas el ¨²ltimo. Para llegar a la c¨²spide, mant¨¦nte en el justo medio, en el mont¨®n". Mas¨®n primero, cat¨®lico despu¨¦s. Rindi¨® honores militares a Fidel Castro durante la visita del l¨ªder cubano, en el Gobierno de la Unidad Popular, pero 25 a?os antes detuvo a 500 comunistas y dirigi¨® un campo de prisioneros, p¨¢lido anticipo de lo que vendr¨ªa.
El salvajismo del golpe y la represi¨®n no son explicados s¨®lo por la doctrina de la seguridad nacional. Esta escuela permite entender el aniquilamiento, torturas y desapariciones, que Pinochet pueda mandar a un campo de prisioneros al ex ministro de Defensa Jos¨¦ Toha, a quien visitaba con frecuencia. "Entre asegurar los derechos de 10.000 disociadores o garantizar los de 10 millones, no tuvimos la menor duda", ha dicho. Pero detr¨¢s hay tambi¨¦n a?os de resentimiento, en que los militares se sent¨ªan marginados.
Federico Willoughby, exasesor de Prensa del r¨¦gimen, ha sostenido que Pinochet es "ciento por ciento militar". De sus 72 a?os ha pasado 58 en el Ej¨¦rcito, donde para ascender hay que seguir la corriente, sin brillar.
Pinochet ha mandado como en un cuartel, a gritos, con un gesto en¨¦rgico que sus cercanos temen: su mano abierta se transforma en un pu?o. "No me llenen la cachimba", dice si no quiere o¨ªr. Entre sus pares es temido por implacable, pero querido porque dio a los militares papeles y sueldos que jam¨¢s tuvieron. Usa una gorra cinco cent¨ªmetros m¨¢s alta que la de otros oficiales, para verse imponente. A trav¨¦s de retiros, misteriosos accidentes y puestos diplom¨¢ticos han salido del escenario los mandos que se le opon¨ªan o hac¨ªan sombra.
Negocios familiares
Los negocios de sus cinco hijos le han hecho pasar disgustos. Pero ninguno como uno propio, el esc¨¢ndalo por la fara¨®nica construcci¨®n de una residencia en Lo Curro, el barrio m¨¢s lujoso de Santiago, con un coste de 14 millones de d¨®lares. Uno de sus yernos, Julio Ponce, se ha enriquecido presidiendo empresas privatizadas. Pinochet es acusado de tener una hacienda en Paraguay para emigrar en caso de derrota. Pocos Gobiernos lo admitir¨ªan. En sus 15 a?os en el poder apenas ha viajado al exterior, y no lo hace desde que iba en un avi¨®n a Filipinas y Marcos le pidi¨® que regresara. "No me gusta viajar", dice, "pero puedo visitar Sur¨¢frica cuando quiera, y no me dar¨¢ verg¨¹enza".Ha gobernado con "la l¨®gica de la guerra y el temor", seg¨²n Willoughby. Afirma que su Gobierno no es una "dictablanda", porque "si yo fuera dictador ' pierdan cuidado que hubieran pasado muchas cosas". S¨®lo se arrepiente de no haber impuesto m¨¢s r¨¢pido la revoluci¨®n neoconservadora de los Chicago boys en la econom¨ªa.
Desde el fallido atentado en septiembre 1986 se cuida m¨¢s. Ya en uno de tres coches Mercedes similares, con vidrios polarizados, en caravanas que incluyen escoltas, ambulancia y helic¨®ptero. En las cenas le preparan un plato especial, generalmente carne y patatas cocidas, que acompa?a con agua mineral, aunque prefiere longaniza y pan amasado. No bebe, fuma ocasionalmente mentolados, se mantiene en buen estado de salud y su familia es longeva. Practica yoga, levanta todos los d¨ªas 150 kilos de pesas y trota 15 minutos.
De ganar el no, dice, "ser¨ªa como si a un hombre sus amigos, su mujer y sus hijos le dijeran que lo ha hecho p¨¦simo como marido, padre y amigo, que no le quieren". Ha amenazado a los partidos -"c¨²pulas desarraigadas expertas en actuar a espaldas del pueblo"-, adulado, prometido y regalado para conquistar votos y crear un cuadro en que sea inevitable su designaci¨®n. Tanto para la Junta, que antes quer¨ªa un civil, como la oposici¨®n, que lo prefiere, subestim¨¢ndolo, porque ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil de vencer.
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