Candidato
Ocurri¨®, y la cordillera no se junt¨® con el mar, y el Mapocho sigui¨® su curso pegado silenciosamente a su cauce, como una sombra. Ocurri¨®, y las fr¨ªas baldosas del Estadio Nacional, sobre las que tantos huesos, tantas vidas y -tantas esperanzas se quebraron, no saltaron al cielo de Santiago para volar sobre el Palacio de la Moneda y bombardearlo con el recuerdo de todo lo que se perdi¨®.Ocurri¨®, simplemente, como estaba previsto. Ante la indiferencia de la naturaleza y entre un frenes¨ª de uniformados armados formalmente, civiles de flexible columna vertebral y damas de baja cuna remozada por casi 15 a?os de pr¨¢ctica del macram¨¦ moral, el candidato previsto y autoungido se consagr¨® ante la historia en el d¨ªa de ayer. Un d¨ªa que para algunos pasar¨¢ a convertirse en el D¨ªa de la Indignaci¨®n Nacional, y para otros, en la Fiesta Anual de la Esquizofrenia Patria.
S¨®lo una duda se mantuvo hasta el final, y era si el candidato apareceria vestido de militar o de civil. Por mucho que mir¨¦ entre la agitaci¨®n de capas y el revuelo de, edecanes, no pude verle m¨¢s que vestido de s¨ª mismo: oportunamente consensual. Mostraba un rostro luminoso, t¨ªpico de quienes conservan en su punto justo la tensi¨®n arterial a costa del desgaste de los otros. Lu c¨ªa la serena confianza de quienes carecen de vida interior, y ninguna falta les hace, porque se nutren de la vida de los otros. Y siempre hay otros a quienes desgastar y quitar la vida.
Por debajo de las perneras del pantal¨®n asomaban unas garritas mal cubiertas de harina, pero eso, a lo mejor, fue una alucinaci¨®n o que, de repente, me asaltaron los cuentos crueles de mi infancia y pens¨¦ en las cr¨¦dulas ovejitas que acabaron por abrirle la puerta al lobo creyendo que era mam¨¢.
Pero ¨¦sta no es una historia de lobos. Los lobos son una especie noble que se extingue con dignidad, como los indios, los buenos piratas y los hombres de verdad. La historia que hoy contin¨²a en Chile es, pura y llanamente, una historia de chacales.
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