Bush lanza la patria contra Dukakis
Golpes bajos en la campa?a electoral de EE UU
George Bush le ha echado la patria encima a Michael Dukakis, acusando al candidato dem¨®crata a la presidencia de falta de patriotismo. La batalla por la posesi¨®n en exclusiva de este valor y por demostrar que el hijo de inmigrantes griegos carece del mismo se ha convertido en la principal de una campa?a electoral que ha entrado en sus 70 d¨ªas de recta final. Y est¨¢ impidiendo que se debatan los verdaderos problemas nacionales: los d¨¦ficit, el futuro de la econom¨ªa y el papel de EE UU en un mundo m¨¢s repartido y competitivo.
Bush, espoleado por unos sondeos de opini¨®n favorables y por la sensaci¨®n de que la campa?a de Dukakis se ha detenido en seco, se ha envuelto en la bandera de las barras y de las estrellas y est¨¢ utilizando el patriotismo como arma arrojadiza. Para ello ha encontrado un gancho casi perfecto. Dukakis vet¨® en su estado de Massachusetts, del que es gobernador, el juramento de adhesi¨®n a la bandera con el que los ni?os iniciaban la jornada en las escuelas p¨²blicas.Esto es, para Bush, un ejemplo claro de la tendencia antipatri¨®tica en la que est¨¢ tratando de encasillar a Dukakis. Y con cierto ¨¦xito por cierto. Los estrategas republicanos persiguen que los llamados dem¨®cratas de Reagan, la clase media blanca, trabajadores industriales blue collars, que se pas¨® electoralmente al Partido Republicano en 1980 y 1984, asustados por los excesos del liberalismo dem¨®crata de McGovern y Mondale, siga votando el 8 de noviembre por Bush. Y para ello nada mejor que identificar al liberal Dukakis con el antipatriota Dukakis, tanto monta, monta tanto. Bush, en un gesto bastante demag¨®gico, cerr¨® la convenci¨®n republicana de Nueva Orleans pidiendo a sus encendidas huestes -en directo, por televisi¨®n, ante medio pa¨ªs- que pronunciaran con ¨¦l el compromiso de adhesi¨®n a la bandera.
De nada ha servido que Dukakis haya explicado que ¨¦l no tiene absolutamente nada en contra del juramento, m¨¢s bien al contrar¨ªo. Simplemente acat¨® la opini¨®n del poder judicial de Massachusetts, que decret¨® que la recitaci¨®n de la promesa de adhesi¨®n a la ense?a nacional dirigida por los profesores al comenzar el d¨ªa escolar es anticonstitucional.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos declar¨®, ya en 1943, que obligar a un alumno a formular el voto de adhesi¨®n, que habla de EE UU como "una naci¨®n bajo Dios", bajo amenaza de expulsi¨®n "viola la garant¨ªa constitucional de la libertad de expresi¨®n y de culto".
Dukakis respondi¨® p¨²blicamente a Bush diciendo que su defensa de una pr¨¢ctica anticonstitucional demuestra que no est¨¢ preparado para ser presidente. Pero no se trata de legalismos, sino de pol¨ªtica, y de la calidad m¨¢s baja: la electoral. Y los sondeos indican que la mayor¨ªa de los norteamericanos est¨¢ con Bush en esta cuesti¨®n, que hace aparecer al vicepresidente como m¨¢s patriota que su rival.
En este juego de golpes bajos en que se est¨¢ convirtiendo la campa?a presidencial vale todo. S¨®lo hace tres semanas, los republicanos alimentaron el infundado rumor de que Dukakis hab¨ªa estado sometido a tratamiento psiqui¨¢trico. Y el senador republicano Steve Symms acaba de asegurar que existe una fotograf¨ªa de Kitty Dukakis quemando una bandera norteamericana en los a?os sesenta, durante una manifestaci¨®n contra la guerra de Vietnam. Por supuesto, es una falsedad.
Lo que obliga a Dukakis a lamentarse de que "me est¨¢n poniendo en la posici¨®n de tener que negar hechos que no existen". El candidato dem¨®crata repite que "los norteamericanos no est¨¢n interesados en un debate sobre qui¨¦n de nosotros ama m¨¢s a su pa¨ªs. Todos amamos a nuestro pa¨ªs. Esto no debiera ser debatido". Pero en una Am¨¦rica que sale de una etapa de ocho a?os de reaganismo, basada en una exaltaci¨®n del hiperpatriotismo, el tratar de envolverse pol¨ªticamente en la bandera es rentable electoralmente.
Nunca se han vendido m¨¢s banderas que en estos a?os, ni el alistamiento a los ej¨¦rcitos ha estado en cotas tan altas. Ya lo descubri¨® Richard Nixon en 1968, cuando la frase "no permitir¨¦ que la bandera norteamericana se convierta en un felpudo", introducida en uno de sus discursos, enloqueci¨® de entusiasmo a las masas.
Y no s¨®lo es la bandera. Bush parece haber encontrado un fil¨®n de temas patri¨®ticos dirigidos a provocar la reacci¨®n de los instintos m¨¢s primitivos del votante. "Dukakis no es partidario de la pena de muerte, ni siquiera para los traficantes de droga que matan polic¨ªas. Yo, s¨ª". El candidato dem¨®crata es tambi¨¦n -ocurri¨® un caso en Massachusetts- el que pone en libertad para el fin de semana a presos condenados por asesinato, que luego violan y asesinan a honradas ciudadanas.
Pecado de liberalismo
Bush defiende la m¨¢s amplia libertad de los ciudadanos para armarse, mientras su rival quiere regular este sacrosanto derecho de los norteamericanos. El vicepresidente afirma orgulloso su pertenencia al poderoso lobby armamentista National Rifle Association. Y al mismo tiempo ironiza que Dukakis es miembro, "de carn¨¦ de la American Civil Liberties Union" (ACLU), una asociaci¨®n liberal y activista de defensa de los derechos civiles. Y ¨¦ste es el peor pecado a ojos republicanos.El Iiberalismo del candidato dem¨®crata, que, ya lo dijo hace unos d¨ªas Ronald Reagan, es un "liberal, liberal, liberal", enmascara sus verdaderos colores y quiere acabar con todo lo conseguido en ocho a?os de paz y prosperidad. George Bush lleva dos d¨ªas visitando instalaciones militares y denunciando que Dukakis es un izquierdista al estilo socialista europeo, que har¨ªa "concesiones unilaterales" a Mija¨ªl Gorbachov.
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